Ilka Oliva Corado
A colación Malcolm X, cincuenta años han pasado desde el asesinato de este líder afro descendiente. Esa forma tan bien estructurada del imperio caucásico que compra conciencias de traidores para acabar con las voces de libertad, matándose entre hermanos para responder a mandatos de hampones blancos. Imaginé la enorme decepción que el hombre estaría sintiendo al ver un presidente negro como Obama que mancilla el color de piel con sus acciones pro supremacía blanca.
El mes de la Historia Negra, al principio fue una semana y se dio como celebración del cumpleaños de dos personajes que mucho tuvieron que ver con la abolición de la esclavitud, Abraham Lincoln (12 de febrero) el signatario de la Proclamación de la emancipación, y Frederick Douglas (14 de febrero) el abolicionista. Cincuenta años después (1976) se extendió a un mes.
Existen distintos puntos de vista respecto a esta conmemoración, mientras unos dicen que es excluyente porque aparta a la comunidad afro descendiente del sistema estadounidense, otros la creen absolutamente necesaria para que no se olvide la memoria histórica.
A pesar de las luchas de los Movimientos Civiles y de sus mártires, la segregación racial sigue dándose en Estados Unidos, – y en el mundo- no en la forma tan inhumana de épocas anteriores pero su raíz sigue ahí y se manifiesta todos los días. En el racismo evidente de la policía, en la existencia del Ku Klux Klan que sigue atacando con nuevas técnicas y caretas. Éste está en las decisión de los jueces cuando el que está en el banquillo es un hombre negro, que lo declara culpable porque sí o sí. Está en el silencio de la comunidad blanca, en la aceptación de categorías en los seres humanos. Si un negro se atreve a defender sus derechos el sistema lo acusa de extremista y lo caza como a un animal, su vida no vale nada; pero si un blanco abusa de un negro está en todo su derecho. Eso fue y sigue siendo así.
La discriminación se evidencia en las universidades, en las calles, en los restaurantes, el hombre negro sigue viéndose como violador, asaltante, traficante, representa el verdugo, la injuria y la inseguridad solo por su color de piel. Juegan un papel importante los prejuicios y los estereotipos. Seguimos educando a nuestros hijos con patrones esclavistas por un lado, y de silencio y sumisión por el otro.
A pesar de los intentos de muchos por demostrar lo contrario, la supremacía blanca sigue denigrando el color negro. Lo acusa de ignorante y perverso. Cuando si nos vamos a la historia –no la oficial que siempre es mal contada y tergiversada- vemos que la manipulación ha sido toda la vida del hombre blanco, que utiliza el abuso y la opresión para saciar sus deseos de poder.
Los espacios siguen siendo reducidos para los negros que por más intento se les niega la oportunidad, y se evidencia en todos lados. Son contados los que han logrado sobresalir y no ha sido de gratis. Es bueno para los deportes porque tiene músculos de caballo y fortaleza de león, ahí está el ejemplo del baloncesto y el fútbol americano, ni hablar del atletismo donde la minoría es blanca.
De las mujeres se dice que las negras cogen mejor que las blancas porque son exóticas y calientes, son buenas para amantes porque representan el erotismo en toda su expresión, pero invisibles como esposas y madres, visibles como empleados domésticas pero ignoradas como intelectuales. De las personas negras se dice que su cerebro es demasiado insignificante como para progresar en la educación superior, pero su cuerpo rollizo –y hermoso- es bueno para la carga.
A pesar de los innumerables intentos de pensadores, de defensores de Derechos Humanos, de activistas comunitarios, de artistas, deportistas y letrados, la discriminación se palpa. En todos los ámbitos, en todas las esquinas de esta enorme nación. -Pero con todo y todo es más discriminado el latinoamericano indocumentado, que es rechazado hasta por la comunidad afro descendiente y hay que decirlo, no podemos quedarnos callados aunque nos duela-. Insulto sería ignorar que también se da en todo el mundo, en nuestra Latinoamérica clasista y racista que sueña con ser anglosajona, en Europa que rechaza a la África hermosa y que obliga a sus hijos a emigrar y les cierra las puertas en la narices cuando cruzan los desiertos y nadan los mares.
La forma en que nos ven por nuestro color de piel, de entrada nos coloca en una posición inferior. Muchas veces no nos tienen que insultar con palabras o con acciones, se nos denigra con una simple mirada. El negro para ellos es sinónimo de suciedad, ignorancia, desequilibrio y violencia.
Los negros dignamente somos los retoños de Mamá África, de los ancestros sabios y fecundos que fueron esclavizados por criminales blancos, estamos floreciendo en el mundo entero, somos una selva africana que por más que tratan de devastarla no lo logran, porque sus raíces tienen: amor, pasión, ternura, inocencia, arrestos y nobleza.
Nosotros los nietos, honramos a nuestros ancestros y honramos a nuestros descendientes. Somos el pasado, el presente y el futuro de la Mamá África que no lo gran desaparecer.
Somos la senda, el carnaval, el sonido de los timbales, somos arte, colores, somos la entrega, la voz que denuncia, la mirada que abriga, el abrazo hermano, la palabra sincera, la acción justa. Nosotros los negros tenemos la honra de llevar en nuestra piel el color de la madre tierra que es nuestra fecundidad.
Todos: blancos, rojos, amarillos, negros, seamos parte del cambio, atrevámonos a cambiar los patrones de crianza, a lanzar a la basura los estereotipos y los prejuicios, la segregación que tanto lastima, unámonos. Hagamos de nuestras diferencias nuestra una belleza que enamora.
Loor a la Mamá África, a nuestros ancestros y a nuestros descendientes, a nuestros mártires y a nuestros mentores, por los siglos de los siglos.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado
Febrero 22 de 2015.
Estados Unidos.