Mariadela Villanueva.
La extensión y sofisticación de las instalaciones militares, la exacerbación de la violencia y la descarada discriminación de países, gobiernos y grupos, ejercidas por los EEUU y sus adláteres a partir de los aún oscuros acontecimientos del 11S, no han podido detener la conformación de un mundo multipolar que, aunque entrampado en la lógica del capital, le está quitando espacio al proyecto del 1%: el Nuevo Orden Mundial, controlado por los capos del imperialismo sionista. Tampoco han podido evitar el despertar progresivo de la conciencia entre el 99% restante.
Alertas ante el peligro que representa ese despertar, los EE UU y sus aliados europeos han intensificado las estrategias de domesticación cultural y de represión con el fin de contar con una masa crítica enajenada propia que apruebe o al menos no cuestione sus planes y proyectos y una foránea, que soporte o al menos no obstaculice sus avances neocoloniales.
Ejemplos recientes de la enajenación de propios es la “civilizada” erupción de odio y discriminación provocada por el ataque a ‘Charlie Hebdo’ en París y la infeliz aseveración del respetable Pascual Serrano refiriéndose a los medios alternativos: “No puedes… decir yo voy a mi bola. Y mientras todo el mundo está hablando de los atentados en París, contar que en Sri Lanka han matado a 50 indígenas, aunque me parezca muy importante”.
Ejemplos de la enajenación de los “otros” es la vergonzante burguesía de pacotilla venezolana aspirante a ser invitada aunque sea una vez al club del 1% y los huele fritos, llenos de miedos y prejuicios, frustrados por haber nacidos entre bárbaros, aspirantes a ser beneficiados de alguna manera por el 1% y a ser protegidos de comunistas, terroristas, plagas, catástrofes e incluso de eventuales invasiones extraterrestres.
Pero ojo, en paralelo a la porción enajenada, el mismo 99% ha generado insurgentes empeñados en defender en todas partes del mundo la soberanía de sus territorios y los derechos de sus coterráneos. Entre ellos, los venezolanos revolucionarios dispuestos a frenar a los “aspirantes”, a consolidar el poder popular, a acabar con la explotación del trabajo y la naturaleza y a pulverizar el estado burgués para contribuir a la construcción de la Venezuela socialista prefigurada por el Comandante Chávez.
Alertas ante el peligro que representa ese despertar, los EE UU y sus aliados europeos han intensificado las estrategias de domesticación cultural y de represión con el fin de contar con una masa crítica enajenada propia que apruebe o al menos no cuestione sus planes y proyectos y una foránea, que soporte o al menos no obstaculice sus avances neocoloniales.
Ejemplos recientes de la enajenación de propios es la “civilizada” erupción de odio y discriminación provocada por el ataque a ‘Charlie Hebdo’ en París y la infeliz aseveración del respetable Pascual Serrano refiriéndose a los medios alternativos: “No puedes… decir yo voy a mi bola. Y mientras todo el mundo está hablando de los atentados en París, contar que en Sri Lanka han matado a 50 indígenas, aunque me parezca muy importante”.
Ejemplos de la enajenación de los “otros” es la vergonzante burguesía de pacotilla venezolana aspirante a ser invitada aunque sea una vez al club del 1% y los huele fritos, llenos de miedos y prejuicios, frustrados por haber nacidos entre bárbaros, aspirantes a ser beneficiados de alguna manera por el 1% y a ser protegidos de comunistas, terroristas, plagas, catástrofes e incluso de eventuales invasiones extraterrestres.
Pero ojo, en paralelo a la porción enajenada, el mismo 99% ha generado insurgentes empeñados en defender en todas partes del mundo la soberanía de sus territorios y los derechos de sus coterráneos. Entre ellos, los venezolanos revolucionarios dispuestos a frenar a los “aspirantes”, a consolidar el poder popular, a acabar con la explotación del trabajo y la naturaleza y a pulverizar el estado burgués para contribuir a la construcción de la Venezuela socialista prefigurada por el Comandante Chávez.
Analista y comunicadora. Socialista y chavista. Firme creyente del poder popular