Leandro Albani
Marcha
Fueron 134 días de duros combates contra el Estado Islámico (EI), una maquinaria militar financiada por Qatar y Arabia Saudita, y respaldada abiertamente por Turquía. 134 días en que los guerrilleros y las guerrilleras de las milicias YPG/YPJ defendieron casa por casa la ciudad de Kobane, ubicada en el norte de Siria, zona que históricamente corresponde a Kurdistán. Fueron cuatro meses en que los poco más de 2.000 civiles que se mantuvieron en la principal localidad de la región de Rojava (Occidente, en kurdo) resistieron, junto a la guerrilla, los embates del EI y la “mala puntería” de la Coalición Internacional (encabezada por Estados Unidos), que dejó caer sus misiles sobre una ciudad en la que su infraestructura fue devastada y los heridos son atendidos por apenas cuatro médicos y dos enfermeras.
Después de 134 días los primeros fuegos artificiales se comenzaron a oír y a ver en Kobane, convertida en el símbolo de resistencia para el pueblo kurdo. Con el correr de las horas, también los festejos se multiplicaron a lo largo y ancho de los 18 mil 300 kilómetros cuadrados que comprende Rojava, región fronteriza con Turquía, y en la que el pueblo junto a las YPG/YPJ se autogobiernan desde hace más de dos años, cuando el Ejército sirio se retiró y el viejo anhelo de la autonomía para los pobladores comenzó a crecer desde lo profundo de la Mesopotamia.
Victoria y libertad
Al poco tiempo de difundida la noticia de la liberación de Kobane, desde el Comando General de las YPG emitieron una declaración en la que afirmaron que “esta es la victoria de la libertad sobre la oscuridad” del Estado Islámico. “Nuestras fuerzas no han defraudado las expectativas de nuestro pueblo y de la humanidad”, señalaron desde las milicias kurdas, y agregaron que la derrota de los terroristas se consiguió luego de “librar una lucha épica”. “Esta victoria es logro de la revolución en Rojava”, remarcaron.
Por su parte, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), organismo opositor al gobierno de Bashar Al Assad y con sede en Londres, confirmó que las YPG “tienen casi todo el control de Kobane tras expulsar a los combatientes del EI”.
Desde las YPG manifestaron que la verdadera batalla no fue contra el EI, sino que “ha sido una batalla entre la humanidad y el salvajismo, entre la libertad y la crueldad, y entre los valores comunes de la humanidad y los enemigos de la humanidad”. A su vez, advirtieron que la derrota del Estado Islámico en Kobane es “el principio del fin” para ese grupo terrorista.
El territorio que abarca Rojavá no solamente es rico en petróleo, sino que con el correr de los días se convirtió en una referencia para el pueblo de Kurdistán en su búsqueda por la independencia. Pese a la situación de guerra permanente, en los cantones de esa región se inició un proceso de autogobierno, orientado por el PYD (partido mayoritario y afín al Partido de los Trabajadores del Kurdistán). Asambleas populares, nuevos organismos administrativos, el intento de construir una economía alternativa al capitalismo y el rol fundamental de las mujeres tanto en los combates como en los espacios civiles han puesto a Rojava bajo la atención de todos.
Los últimos días
En las últimas semanas, los mercenarios del EI se encontraban resguardados en las colinas de Mistenur, pero el 19 de enero se conoció que las milicias guerrilleras habían tomado la zona. Según relató a Marcha una brigadista internacional que se encuentra en Kobane, “en apenas diez minutos Estados Unidos podría haber barrido con sus bombardeos al Estado Islámico de esas colinas”. Aunque esto no sucedió, y careciendo la guerrilla de poder de fuego para llegar hasta el lugar, los ataques de las milicias permitieron que el EI se retirara, dejando como saldo 40 mercenarios muertos y tres capturados.
Abdullah Asya, co-presidente del PYD, declaró a la prensa que unidades de las YPG/YPJ continúan con algunas operaciones militares contra los mercenarios “en los pueblos de alrededor” de Kobane. En primer teniente de los peshmergas, Raed Hassan, confirmó también que “Kobane está bajo control kurdo ahora”. Los peshmergas son las fuerzas de seguridad bajo control del gobierno autónomo del Kurdistán iraquí, administrado por el presidente Masoud Barzani, aliado de Estado Unidos y Turquía. Debido a la presión popular en esa región, Barzani aceptó enviar meses atrás alrededor de 150 peshmergas a Kobane para combatir junto a la guerrilla.
El asedio a Kobane por parte del EI y de Turquía, cuyo gobierno permite el paso de mercenarios por su frontera con el norte de Siria, provocó un éxodo de casi 200.000 personas, muchos de ellos refugiados en la ciudad kurda de Suruç, en territorio turco.
Desde hace 24 horas, en la ciudad de Kobane flamean las banderas amarillas con las estrellas rojas en colinas y calles, estandarte de la guerrilla. En esa región de Kurdistán ahora se abren nuevas incógnitas tras la derrota del EI. La posición que tomará Turquía ante la efervescencia del pueblo kurdo, reprimido desde hace décadas por ese Estado; el posible traslado de las represalias del EI a los cantones de Efrin y Cezire; las decisiones que tomará la Casa Blanca con sus aliados ante esta nueva realidad, y la posición que el gobierno sirio dará a conocer (si permitir el desarrollo de la autonomía en Kobane o reprimirlo) son algunos interrogantes que surgen entre la urgencia de las noticias que llegan desde Kurdistán. Interrogantes que por hoy serán dejados de lado para sentir los fuegos artificiales y gritos de victoria de los pobladores de Kobane y de todo Kurdistán.