Alice Socorro Peña Maldonado
Hay una táctica muy antigua de «culpar a alguien por algo» y no es más que la proyección de su propia culpa y vergüenza. Muchos discursos ideológicos que circulan por libros y artículos nos han acostumbrado a ver de un modo y lo creemos de tal manera, hasta entronizarlo como un dogma a defender a ultranza. Pero con el tiempo vemos que eso no encaja con la realidad, resulta una generalización simplista. En otras palabras, es la incapacidad de observar el mundo y pensar solo. Nos enseñaron a pensar desde otros y que mejor que el autor de un libro, las declaraciones de un experto economista o las últimas inspiraciones de un gurú neoliberal, que afirma algo y todos los repetimos porque suena interesante y convincente. De fondo, revela pereza mental.
Desde 1980, cuando aún era muy joven, escuché repetidamente esa expresión: «que tenemos un Estado rentista». Era una muletilla de los grupos de derecha y de izquierda. Investigaciones de universidades públicas y privadas fundamentaban de modo fehaciente ese «Estado rentista». Además de estas universidades, los medios de comunicación social, en la década de los noventa se dieron a la tarea de desprestigiar la estructura del Estado por ineficiente e ineficaz y vimos más tarde la privatización de grandes empresas, no sin antes, destruirlas para venderlas a precio de gallina flaca. Como así sucedió, pero gracias al Presidente Hugo Chávez retornaron a donde debían estar, generando riqueza para nosotros y no para «inversiones extranjeras» que solo hacían llevarse el dólar proveniente del petróleo, luego que nosotros habíamos pagado los servicios públicos que estos ofrecían.
Ayer decía el presidente Nicolás Maduro en su alocución sobre el Informe Anual, que el pueblo debe ser el primer analista, me gusto eso. Los expertos a veces confunden y peor aún, muchos esconden intereses ocultos. Nos toca como pueblo sentipensar la realidad, la misma que nos debe hacer despertar. Solo despiertos podemos avanzar. Solo despiertos podemos tomar decisiones sabias y valientes para ser el País potencia, comenzando con una ética amorosa y una acción productiva de bienes espirituales y materiales.
Quiero poner en evidencia a través de la pregunta que me hago y comparto con ustedes ¿Estado rentista? o ¿empresarios rentistas? que si seguimos culpando al Estado como si fuese un ente que se autogobierna y no como una entidad constituida por la acción de los seres humanos, estamos negando no sólo la realidad construida sino la resolución para el problema que debemos determinar y los actores influyentes y responsables para que esto sea así y se mantenga en el tiempo.
En los años noventa se hablaba de la Reforma del Estado y toda una comisión se nombró para ello y nada pasó. Luego la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) daba las bases legales para un cambio de esa estructura y tampoco ocurrió nada. Recuerdo a Jesús Rivero que en el 2004 manifestó su desencanto porque no se veía señales para su transformación. Más bien se tuvo que crear las misiones al margen de esa estructura. Ya en el Mapa Estratégico a finales de ese año se visualiza y se plantea el desarrollo de una Nueva Institucionalidad. Sin negar las dificultades que se afrontaba hasta entonces con la oposición política y económica del sector empresarial, no se promovió desde las bases del pueblo una transformación donde él mismo, fuera el primero en constituirlo, como protagonista único del poder constituyente, valga decirlo, aunque suene redundante, es necesario no olvidarlo. En esto estriba la esencia de nuestra carta magna y su potencial se deriva de esto: el poder constituyente está en las manos, en la mente y en el corazón del pueblo. No se nos ha confiado aún la oportunidad para construir el Estado que necesitamos, queremos y podemos. Ni siquiera hemos hecho políticas públicas como lo establece la Ley Orgánica de la Administración Pública. No se han construido los mecanismos reales de participación corresponsable y revolucionario, para el debate y la acción creadora que lo haga posible. No es competencia tampoco de un partido, ni de un grupo élite.
¿Estado rentista? o ¿empresarios rentistas? el aparato del Estado continúa intocable y es porque detrás de bastidores siguen estando los empresarios quienes viven de la renta petrolera y de las grandes concesiones y contratos del Estado/Gobierno, con la anuencia de altos funcionarios públicos. Gracias al Pacto de Punto Fijo, el sector empresarial, entonces naciente supo posicionarse para controlar el nuevo Estado. Cuando ganaban los adecos y los copeyanos eran los primeros en ir a Miraflores para hacer la cola y mendigar concesiones, puestos claves, inversiones estadales, etc. Recuerdo cuando Chávez llegó, una procesión de Fedecámaras lo visitaba para darle «consejos» y la lista que debía cumplir con el sector. Hoy la guerra económica manifiesta que el poder del Pacto de Punto Fijo sigue vigente. Sólo que con otros rostros y discursos.
Los empresarios rentistas nos tienen haciendo las colas, para que viéndonos arrodillados y desesperados como pueblo, el gobierno les otorgue divisas, no para producir riqueza, sino para ir a comprar en los mercados extranjeros y traernos los productos que nos enseñaron a desear, sin producirlos en nuestro país. Y parte de esas divisas sacarlos a bancos extranjeros.
Además de estos usureros, que con su discurso pretenden engañarnos y hacernos ver que son los buenos, los eficientes y los mejores pero que, gracias a la guerra económica que ellos nos viene imponiendo desde el 2011 con visos diferentes a las del 2002/2003 con el Paro Petrolero nos demuestran su mezquindad, su falta de solidaridad y burla al pueblo, incluyendo a los que les son leales al sector privado pues siempre le han creído sus mentiras, tenemos a los trans-usureros o mejor conocidos como las trasnacionales de alimentos, farmacéuticas, productos de limpieza y cosmética, entre otros reglones, pues aquí no producimos eso sino que los empresarios «comerciantes» de Fedecámaras, no hacen más que vender como buhoneros esos productos. Solo que no los hace en las calles, pero por ello, no los hace más competentes.
Si, comencemos a decir las cosas como son, me lo enseñó el maestro Paulo Freire, que somos libres y podemos liberarnos juntos cuando pronunciamos la Palabra verdadera e indicamos con nombre propio las cosas, las situaciones y las personas, y es verdadera porque viene de quienes como pueblo somos los que sufrimos las consecuencias de sus malas intenciones y acciones. No nos podemos caer a embustes. Hemos vivido tanto tiempo tomando atajos, y los empresarios rentistas son expertos de eso. Todos emulando a estos hemos aprendido hacer cola a los gobiernos y ahora a ellos. Y de atajo en atajo, hoy no sabemos cómo construir el camino correcto que nos lleve a ser País potencia. Sabemos el qué, pero no el cómo. Tenemos que parirlo juntos si queremos avanzar. Potencia que no se hace, haciendo trampas o pretendiendo privilegios y favores, sino con trabajo productivo a la mano de los valores éticos, solidaridad, responsabilidad social y sentido del bien común.
Ser potencia es cultivar lo mejor de cada uno de nosotros, como personas, como instituciones tanto del sector público como privado. Esta tarea de ser potencia requiere voluntad de poder, de hacer y actuar como emprendedores de un destino donde todos salgamos ganando. El pacto de Punto Fijo no puede reeditarse, los sectores de entonces, deben ser conscientes del daño y retraso ocasionado al país que aún padecemos, al generar una cultura del facilismo e inmediatismo, del consumismo con su ta`barato dame dos, del ser polítiquero, una cultura del engaño y corrupción (es fácil señalar la corrupción en el Estado y ocultar los grandes negocios que se hacen debajo de la mesa por parte de la empresa privada). Todas estas actitudes e irregularidades, no la hemos revertido, más bien se han profundizado y naturalizado a todos los niveles sociales.
En este momento que el precio del petróleo está en bajo niveles, algo nos está diciendo y no debe significar desesperanza para nadie, sino la oportunidad de trascender y superar la discapacidad de vivir de la renta y subvertir la cultura que la arropa que nos ha hecho olvidar de nuestro propio potencial y asirnos de una moneda dólar que nos ha llevado a todos a desnergetizarnos, comenzando por los más responsables del asunto, por presentarse como modelos exitosos a seguir por la población.