Las autoridades europeas se ponen del lado de los fondos financieros y de los bancos

Últimamente se han aprobado en Naciones Unidas varias resoluciones sobre la deuda soberana que significativamente han pasado casi desapercibidas en los medios de comunicación españoles.

El septiembre pasado, la Asamblea General aprobó una resolución para impulsar un marco multilateral que regule los procesos de reestructuración de deuda soberana y posteriormente se han ido tomando acuerdos para definirlo y establecer el calendario de actuaciones.

Los promotores realizaron la propuesta con motivo de la batalla legal que mantenía Argentina con fondos financieros de los llamados buitres por su forma de actuar. Uno de ellos compró en su día 48 millones de dólares en bonos argentinos por una fracción de su valor nominal y cuando ese país acordó la reestructuración con el 92,4% de sus acreedores el fondo se negó a aceptarla. Demandó entonces al Estado argentino en Estados Unidos reclamándole el 100% de los títulos más los intereses (1.500 millones en total) y un juez le dio la razón. Argentina se encontró en un gran aprieto pero no porque no quisiera pagar, como dijeron algunos, sino porque un 1% de los acreedores había bloqueado sus pagos al resto.

Estados Unidos, Japón y los miembros de la Unión Europea fueron los principales países que no apoyaron la resolución, bien absteniéndose (41, como España) o votando en contra (11), mientras que 124 países (el 70%) votaron a favor

Estados Unidos se opuso alegando que la medida provocaría incertidumbre en los mercados financieros y porque prefiere otros foros como el Fondo Monetario Internacional (donde el 9% de los miembros de la ONU que se oponen a estas medidas tienen el 46% de los votos). El representante italiano que habló en nombre de todos los Estados miembros de la Unión Europea reconoció la importancia de la reestructuración pero se opuso a la resolución por una razón más simple y «a la europea»: «necesitamos realizar muchas deliberaciones en nuestras capitales».

Como desgraciadamente viene ocurriendo en tantas ocasiones, las autoridades europeas también ahora se pusieron del lado de los fondos financieros y de los bancos, de los grandes acreedores. Todas las crisis de deuda han terminado con algún tipo de reestructuración de modo que lo que con toda seguridad hay por delante en Europa no será reestructurar o no la que tenemos, sino hacerlo bien o hacerlo mal, a favor de unos o de otros. Al rechazar estos marcos multilaterales ni siquiera se favorece a todos los acreedores o a la estabilidad de los mercados y de la economía sino a los fondos especulativos y a quienes solo buscan jugar con ventaja. Los dirigentes europeos han hecho otro flaco servicio a sus pueblos que son los que pagan la deuda colosal generada en su beneficio por los bancos y las grandes empresas.