Recordando a Juan Liscano y su Tentación del Caos: En los Estados Unidos de Norteamérica: «Los grupos humanos se deslizan entre los monstruos desempeñando los papeles asignados por el poder a la pobreza, las costumbres, los oficios, profesiones y actividades, los deseos, los impulsos de placer, destrucción, sublimación, amor y muerte. De todas las fabulaciones atroces incluyendo las cinematográficas y las tiras cómicas, sobre la agresión de los insectos gigantes. Casi todas las definiciones de lo monstruoso coinciden en calificarlo de desorden grave del orden emocional y natural».

En esa sociedad el culto a los monstruos y a lo monstruoso con esa industria audiovisual enferma, como el propio norteamericano y su civilización, distorsionada por el capitalismo consumista y la tecnología puesta a su servicio, la imagen brotada del inconsciente de esa cultura, son los indestructibles monstruos electrónicos de avances tecnológicos perfectamente prescindibles, destinados al consumo y sus demoníacas escenas reiteradas. No es casual que el tiempo de ese pueblo sea el del consumo de las Drogas y la epidemia del Sida.

En ese país, alienan a la juventud, disfrazan a las niñas como símbolo sexual, estimulándoles la vanidad, el exhibicionismo, el narcisismo. Hablan de liberación de los prejuicios. ¿Qué prejuicio mayor que reducirlo todo a una sexualidad dirigida hacia el comercio y la venta? Todo lo sexualizan en cálculo frio de ganancias, mediante la publicidad, la T.V., y el espectáculo continuo.

Esa sociedad «humana» está compuesta en una gran mayoría de enfermos mentales: psicópatas y sociópatas; lo llevan en los genes, lo transmiten de padres a hijos. El mayor ejemplo lo tenemos en la manera horrenda en que se matan entre si, hombres, mujeres y niños: en centros de enseñanza, en la calle, cualquier de estos sujetos dispara contra sus semejantes sin motivo ni causa, etc.; diariamente vemos en sus medios audiovisuales de comunicación, la forma aberrante de pedofilia y como fríamente asesinan y descuartizan a sus victimas.

Esa sociedad, a medida que se ve envuelta en la apretada y asfixiante red de las substituciones tecnológicas, todas al servicio de la meta consumista capitalista, del poder bajo cualquier aspecto, del negocio armamentista y del dominio sobre la naturaleza. Entonces la droga se presentó como el gran paliativo, la única fuga posible, y el sexo desvirtuado, desacralizado, se convierte en refugio efímero ante la masificación y la sobrepoblación cuyos efectos preparan la reducción de los hombres a la condición de insectos.

El personalismo no puede sentir el resplandor de la Unidad, porque quiere ser el único o el más grande o el que manda o gana más. Lo contrario del principio unificador es el personalismo disociador. Una derivación desesperada de esa conciencia «moderna» personalizada resulta la visión apocalíptica disolutoria —el Caos— para reiniciar todo, para una renovación integral, o el grito, de un monstruoso egocentrismo confundido con un sueño paradisiaco: «La Barbarie es para mí un rejuvenecimiento».

Lo peor; no es un individuo con capacidad de libre albedrío, maduración interior, sentido elevado de responsabilidad, riqueza intima espiritual, sino una persona-masa sin poder de elección, un consumidor obediente que ajustará sus criterios a los de la publicidad, los medios y las proposiciones de la civilización de consumo. Tal situación explica los estallidos psicóticos de individuos (no los grandes individuos) que enloquecidos, se atrincheran para matar gentes desconocidas, transeúntes de la calle, como sucede frecuentemente en Estados Unidos, modelo de democracia, del reino de la cantidad, de reino de los insectos.

El imperio-sionista gringo, sajonizante, nos amenaza con la IV flota, la quinta, la sexta y la séptima, con sus portaviones, submarinos y bombas atómicas, para llevarse el oro negro (petróleo) y las riquezas de nuestro subsuelo, más tarde vendrán por el agua potable. Ellos roban la identidad de los pueblos, invaden, saquean y asesinan monstruosamente con la más cínica y cruel indiferencia.

En Venezuela el imperio-sionista gringo y sus socios oposicionistas tratarán de tendernos una celada, ante la arrolladora victoria del pueblo Bolivariano. Vienen a destruir nuestra quietud domestica y a detener el impulso de nuestra Revolución. Realizarán, más que una tentativa de invasión bélica, una manera de atemorizar a los venezolanos. Por medio de esta táctica buscarán doblegar antes de la lucha las resistencias morales, pretenden sembrar el pánico y crear una conciencia paralítica, muy capaz de olvidar la propia esencia pseudo-filosófica de las doctrinas de los barbaros.

Utilizan las más fútiles necedades para justificar las agresiones e invasiones. Quieren hacer ver a nuestros gobernantes como criminales de guerra y traficantes de drogas. Se valen de su superioridad militar, la complicidad de la clase pudiente de nuestros países, la propaganda para amenazar y manipular, acusan a nuestros gobiernos para invadirlos: que tienen armas de destrucción masiva, que violan los derechos humanos y las libertades «democráticas», etc. Valiéndose de esas burdas acusaciones, destruyen civilizaciones enteras; los despojan de su territorialidad y tratan de cambiarnos nuestra forma ancestral de costumbres y creencias.

Los animales no son capaces ni de perversidad cultivada ni de satanismo elaborado como estos engendros. No les falta canibalismo. Quizá sea esta devoración entre semejantes lo que ha dado lugar a diversos mitos, fábulas y arquetipos, desde la madre y el padre terrible hasta la vampiresa.

El terror de la revolución francesa está muy santificado en los altares políticos del mundo; pero el terror inquisitorial del imperio sionista gringo; ese terror que hace morir ignominiosamente a los seres humanos, a los idealistas más puros, a los que sacrificaron toda su vida para lograr la libertad política y social; por la que se inmolaron y luchan, los más grandes genios y Héroes de la Humanidad…; y esos monstruos, esos traidores al ideal libertario, no sólo producen terror con sus crímenes inauditos, sino que provocan una reacción mundial…, porque, eso que se llama sionismo-imperialista ¿qué es?…, sólo una caricatura del fascismo del nazismo; el mismo tipo de dictadura, el mismo tipo de estado, el mismo tipo de esclavitud. Con una sola diferencia: esos dictadores europeos que suscitaron en su tiempo todos los impulsos atávicos, los están resucitando, los Estados Unidos, la OTAN y el Estado genocida de Israel.

Resulta imperativo, en una época masificante y hedonista como la nuestra, contradicha por abismos de miseria, de neurosis, de taras heredadas y de adicción a las drogas como medio de escape destructor, luchar por el afinamiento de aspiraciones cualitativas del alma y no entregarse al personalismo cuantitativo alimentado por la publicidad del consumo. Lo mejor que pudiera pasarle a la gran sociedad industrial y a su aláteres del subdesarrollo, es ser sacudida, limpiada por el soplo de un renacimiento espiritual mayoritario.

—De una nueva sociedad capaz de disfrutar de otros bienes que los ofrecidos por la industria consumista, sión-imperialista: plasta de cosas inermes y sin alma deslizándose interminablemente, hacia el río de la existencia, hacia la desembocadura en la mar de la nada, tan semejante al caos original arquetípico.

¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tus sucias pezuñas de la América de Bolívar, de Martí y de Chávez!

¡Hasta la victoria siempre, Comandante Chávez!

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Viviremos y Venceremos!