Yldefonso Finol-Aporrea
Al fin el pobre Obama firmó el parapeto legislativo que pretender sancionar a un grupo de ciudadanos venezolanos. Me han llamado poderosamente la atención tres aspectos de esta medida: 1) está precedida de una “sentencia definitivamente firme”, 2) tiene carácter transnacional y 3) reincide en la “falacia imperialista de los Derechos Humanos”.
El Senado de USA actúa cual tribunal de última instancia. No hay chance de apelación, ni hubo debido proceso; menos imparcialidad.
El “juicio” y la “sentencia” traspasan las fronteras nacionales, adquiriendo un carácter transnacional, lo que nos retrotrae a la doctrina imperialista según la cual, la mano del Estado yanqui llega hasta donde llegan sus empresas. El tercer elemento –que traté en mi libro así titulado- constituye la patraña histórica a que ha apelado el imperialismo para tratar de justificar su intervención en nuestros países. Los gringos se autoproclaman adalides de los derechos humanos, mientras su ejército masacra civiles desarmados en Medio Oriente, sus policías reinciden en crímenes racistas, y sus agentes secretos torturan a nivel global.
¿A través de qué mecanismo legal Estados Unidos juzga a funcionarios venezolanos, concluyendo que violaron derechos humanos? ¿Quién formuló la denuncia y qué pruebas presentó? ¿Acaso es Venezuela un “Estado fallido” incapaz de proteger por sí mismo las garantías universales que aquí son norma constitucional? Y, aún siéndolo, ¿tiene Estados Unidos la cualidad para suplir esa presunta falla? Evidentemente estamos ante la gran contradicción de la contemporaneidad: Imperialismo o Nación.
El interés gringo por los derechos humanos es la más gigantesca burla de un Estado contra la opinión pública mundial. En los sucesos violentos que azotaron nuestro país a comienzos de año, quienes violaron derechos humanos de la manera más cruel y despiadada fueron los que llamaron a tumbar al Gobierno constitucional. Si no, pregúntenle a los familiares del motorizado degollado por una guaya de acero colocada en la calle, o la viuda del Guardia Nacional asesinado por un francotirador.
Durante el siglo XX los Estados Unidos promovieron y apoyaron gobiernos títeres de corte fascista que pisotearon los derechos democráticos en Chile, Uruguay, Paraguay, Argentina, Brasil, Guatemala, El Salvador, Honduras, Haití, Granada, Panamá, Colombia, México, República Dominicana. Eso mismo hacen hoy en Medio Oriente y lo han hecho en África.
¿Con qué moral hablan los gringos de Derechos Humanos? Con la moral de los marines que orinaban encima de cadáveres en Irak.