El mundo entero condenó ene veces el bloqueo gringo a la indoblegable patria de Martí. No podía ser de otra forma, era vergonzoso, criminal, ventajista y un chantaje indigno. La ONU fue quizás el escenario donde mejor pudo apreciarse el rechazo que en todo el planeta generaba la medida unilateral de un país poderoso contra un pequeño país. Mas no fue ese el único escenario donde se condenó por décadas la criminal acción; la inmensa mayoría de organizaciones de países, líderes de todo tipo, premios Nobel, catedráticos, Papas, organizaciones populares y pare de contar lo hicieron individual y grupalmente.

Por décadas presidentes norteamericanos iban, venían y repetían y nada cambiaba. Cuba estaba sola en el mundo resistiendo los ataques del imperio más poderoso que haya existido en la historia de la humanidad, pero sucedió un hecho que dividió la historia de nuestro continente en antes y después… la aparición en el escenario político del gigante de gigantes, Hugo Chávez.

A partir de allí el continente entero dejó de ser el mismo. Hoy resulta impensable que Obama llame a Maduro, a Correa, a Evo, a Dilma, a Tabaré o a cualquier otro a darle instrucciones o a trazarles lineamientos, como ocurría en el pasado.

Hay una nueva realidad y sin lugar a dudas ella ha incidido enormemente en lo que está ocurriendo. Hoy, la influencia gringa es mucho menor sobre nuestros países y para hacerla efectiva, en muchas casos tiene que recurrir a la coacción. Aquella sumisión gratuita con la que aceptó, por ejemplo, el crimen contra Cuba es hoy triste y vergonzosa historia. Los gringos están cada vez más lejos del continente y eso no es una decisión propia ni algo que convenga a sus intereses. Mucho menos cuando grandes actores del mercado mundial pisan fuerte en estas tierras y presentan opciones y oportunidades diferentes.

Una clara demostración de como están las cosas en el terreno político es la posible participación de Cuba en la próxima Cumbre de las Américas. Cuba estará en la próxima, les guste o no y al respecto no tenían (antes de los hechos recientemente ocurridos) sino dos opciones: O se la calaban o se iban y cualquier decisión que tomaran al respecto los dejaría muy mal parados… Por allí vienen un poco los tiros.

Otro hecho a considerar a la hora de evaluar el porqué de la decisión de Obama es la dificultad para sostener la extraterritorialidad que impusieron los gringos a sus leyes, a objeto de hacer efectivo el embargo contra Cuba. El hecho le viene generando presiones de parte de sus propios aliados, quienes no ven con buenos ojos que dos grandes actores en el mercado internacional (China y Rusia) saquen provecho de un mercado, necesitado de todo, mientras que ellos tienen que conformarse con ver los toros desde la barrera. Lenta pero inexorablemente al bloqueo se le iban abriendo boquetes, aunque, justo es decirlo, no lo suficientemente grandes para permitir la recuperación de una economía atacada por más de 50 años.

Por último, hay un elemento que no por ser individual o personal, deja de tener importancia en este hecho. Los presidentes de Estados Unidos nunca toman decisiones por su cuenta, hasta las guerras e invasiones contra pequeños países son decisiones que se corresponden con unos intereses económicos de los cuales esos presidentes son súbditos. A Obama se le presentó la oportunidad de tomar una que le podría permitir alcanzar lo que a millones de hombres del planeta les habría encantado.

Un premio Nobel de la paz ya lo hacía todo un personaje, aun cuando resulte más que evidente que nada hizo para obtenerlo. Por el contrario, hizo todo lo que nunca debería hacer un merecedor de semejante distinción… pero lo tiene.

El ser Presidente del país más poderoso y rico del planeta le suma otra tanto a su favor. Hecho al que habría que adicionarle el de ser el primer negro en dirigir el imperio norteamericano.

Hasta allí, el hombre no era más que un presidente de los Estados Unidos con un premio Nobel y de color negro, pero Obama, al parecer, quería más y esta decisión lo mete en la historia, valida su premio y lo diferencia de todos los blancos que lo precedieron en los últimos 60 años.

Esperemos que tras esta jugada, motivada, desde nuestro punto de vista, por lo ya expuesto, no haya cartas ocultas y las típicas trampas de un imperio que hoy se vio obligado a reconocer que fracasó en su intento de doblegar a un pueblo y a un gigante como Fidel