“Somos la izquierda que puede cambiar este país”
 
Ginés Fernández González y Gema Delgado
Mundo Obrero

 

“Cada uno podemos tener un proyecto político distinto pero nos entendemos con todos en la concreción, en el conocido programa, programa y programa”

Mundo Obrero: En el Consejo Político Federal, anunciaste, ante la sorpresa de todos, que no te ibas a presentar en las próximas elecciones generales. Dijiste que era una decisión muy meditada. Queríamos preguntarte cómo se gestó esa idea y por qué en estos momentos.

Cayo Lara: Hay varias partes en esta decisión. Siempre he creído que el candidato a la presidencia del gobierno debería ser una persona diferente al secretario de un partido o el coordinador de una organización, porque me parece que hay que atender las dos cuestiones. A veces tenemos demasiada saturación de cargos en las manos y eso no es bueno para las organizaciones. Eso crea dificultades y bicefalias, pero las bicefalias si se hacen bien funcionan sin dificultad.

Estamos en un tiempo extraordinario, especialmente el año que tenemos por delante. Y hay que darle mensajes a la gente de la calle. El primero es que aquí no estamos para apoltronarnos en un sillón por muy cómodo que pueda parecer. Por fortuna, en nuestra organización hay mucha gente que no está aquí para aferrarse a los sillones sino para contribuir y ayudar a conseguir la sociedad que soñamos. Esta es la primera razón.

La segunda es que creo que hay una voluntad de cambio. La gente quiere ver renovaciones, caras nuevas. Y la decisión que adopto de no presentarme a las primarias para encabezar la candidatura a la presidencia del gobierno también tiene que ver con eso. Las primarias son legítimas, están en nuestros estatutos y es bueno porque permite participar a gente, que la gente decida, pero no me veo compitiendo entre compañeros y compañeras, en la misma organización, cuando defiendes un mismo proyecto.

Había que dar un mensaje a la calle pero también interno, a la organización.

Y finalmente, mi opinión es que hay que salvar la organización de Izquierda Unida y del Partido Comunista de España. Yo no soy ningún salvador. Yo soy uno más. Pero creo que en este momento tenemos que fortalecer las organizaciones de la izquierda. Sin organizaciones de la izquierda potentes, no va a haber cambio en este país. Y si se tienen los gobiernos, hay que tener poder. Y el poder se tiene con estructuras organizativas sólidas y serias. Y yo quiero dedicar el tiempo que me quede como coordinador a trabajar para consolidar y fortalecer la organización que me trajo hasta aquí, que fue el PCE, pero fundamentalmente la organización a la que represento que es Izquierda Unida. Hay que hacer organizaciones fuertes de base porque los cambios en los países sólo se pueden producir si tenemos una organización fuerte que tiene que estar entroncada con los valores históricos y con el movimiento obrero, que tiene que ser el elemento determinante de cualquier cambio que se pueda producir en una sociedad. Sin un movimiento obrero fuerte y organizado tampoco hay transformación hacia la sociedad socialista que queremos y soñamos.

Este cúmulo de factores son los que me han llevado a tomar esta decisión. Y mi opinión es que después de ver la reacción de la gente creo que es una decisión decisiva.

Creo que cualquier candidato o candidata que tengamos en nuestra organización política y que elija democráticamente la organización, tiene que tener el respaldo pleno del conjunto de la organización, sin matices. Ese día todo el mundo tiene que volcarse a defender a ese candidato o candidata y nuestro proyecto de gobierno. Y ahí se tienen que enterrar nuestras diferencias ideológicas y políticas, que son legítimas en una organización tan plural como IU. Y yo quiero estar apostando fuerte por ese papel, porque me parece lo más honesto y digno que podemos hacer en una organización de izquierdas.

EL PODER ECONÓMICO MUEVE SUS PEONES

M.O.: Esta apuesta tuya por fortalecer la organización se da en un momento en el que el poder intenta destruir todo tipo de organización: la sindical, la política, la social y hasta la protesta. ¿Por qué se produce esta desintegración social y qué intereses hay detrás?

C.L.: Hay dos elementos centrales. Yo lo dije en la Fiesta del Partido; hice un discurso que a algunos no gustó pero en el que muchos se identificaron. Aquí en 1982, nos dejaron prácticamente fuera del marco parlamentario, con cuatro diputados, cuando fuimos la fuerza política que combatió con más firmeza la dictadura. Yo creo que este país fue injusto con el Partido Comunista.

Luego salvamos aquel bache. Se gestó Izquierda Unida. Hubo un crecimiento muy importante con el mejor líder que ha tenido nuestra organización, liderazgo en el sentido de que la gente se sentaba a escucharle porque había un proyecto colectivo de cambio, Convocatoria por Andalucía, y había un proyecto colectivo de trabajo por la izquierda para caminar hacia la vía de la alternativa.

Y cuando tuvimos los mejores resultados de nuestra historia, 1995/6, de pronto apareció una tendencia en la organización que la quebró en dos mitades y una se marchó hacia el Partido Socialista diciendo que habían sido los peores resultados de IU y que había sido un desastre. Creo que aquello fue injusto. Y de nuevo hubo una ruptura interna en la que los que tenían un tipo de pensamiento habían decidido marcharse al PSOE.

Hay que recordar que en aquellos momentos estábamos con lo de Maastricht y que había una posición en contra muy firme de la organización… y que el tiempo ha venido a darnos la razón. Se marcharon al PSOE a cambiarlo y a estas alturas ya podemos ver el cambio que le hicieron al PSOE. Lo cierto es que le hicieron mucho daño a la organización. Y hemos pasado por un desierto muy largo.

Y ahora que empezamos de nuevo a levantar la organización, a intentar que la gente coja patriotismo de organización, que se sienta cómoda, a gusto y con ganas de luchar, y que estamos en una tendencia de crecimiento muy fuerte, de nuevo vuelve a aparecer otra causa que vuelve a situarnos en una perspectiva peor a la que teníamos hace unos meses.

Yo no me puedo creer que todo esto sean casualidades ni errores propios. Y no me lo puedo creer cuando comparo con Europa y con la fuerza que ahí tienen organizaciones similares a las nuestras. Yo me podría creer que todos son errores internos. Pero ya estoy cansado de ese discurso. Y lo digo siendo autocrítico, porque yo creo que en este país somos la fuerza más autocrítica, con mucha diferencia.

Pero lo cierto es que lo hay detrás de todo esto es el eterno poder. Y el eterno poder no puede permitir, sin mover peones, que una fuerza política de la izquierda alternativa, donde una parte muy fuerte está sustentada por el Partido Comunista, sea una fuerza política que pueda llegar a tocar poder de verdad. Gobiernos y poder. Vuelcan toda la carne en el asador para impedirlo, y esto tiene mucho que ver con la situación que tenemos en estos momentos.

Yo no digo que los nuevos movimientos emergentes que hay en España estén en esa línea de pensamiento, ni mucho menos, pero sí es cierto que el poder económico en estos momentos ha puesto estructuras mediáticas al servicio de otras causas que no son precisamente las de Izquierda Unida. Nosotros nunca hemos tenido tantos poderes mediáticos privados a nuestro servicio para contar las alternativas que tenemos para este país.

Ahora estamos viendo nuestras propuestas en boca de otros actores. Propuestas que ya estaban recogidas en nuestro programa económico del 86. Y esas propuestas son el trabajo de mucha gente y de muchos años, de mucha teorización. Nosotros las hemos tenido de siempre y hemos intentado contarlas, pero no ha habido espacio para contarlas.

Lo que está claro es que el poder está moviendo sus palillos y en estos momentos estamos ante una ofensiva clarísima para destruir Izquierda Unida y el Partido Comunista de España.

M.O.: El otro día, en rueda de prensa, decías que nunca Izquierda Unida había estado tan cerca de tocar el capital. ¿A qué te referías en concreto y qué relación tiene con lo que acabas de comentar?

C.L.: En Andalucía se hizo una medida que tocó tímidamente al capital. Se expropiaron viviendas, por tres años de uso, para que los bancos no pudieran echar de sus casas a quienes habían perdido su empleo y no podían pagar la hipoteca. Y el capital movió sus palillos de forma inmediata. Y los movió hasta el punto de conseguir que el PP presentara un recurso al Tribunal Constitucional y paralizara completamente el decreto, primero, y luego la ley de Andalucía que defendía el derecho a la vivienda de la gente. Me parece suficiente botón de muestra para comprobar cómo el poder económico puede mover sus fichas cuando ve que sus intereses históricos y su forma de funcionamiento capitalista puede ponerse en peligro ante una medida que podría ser propia de la socialdemocracia avanzada. No era una medida expropiatoria, era una medida sencilla para que no echaran a la gente de su casa. Y además se pagaba una cantidad por el uso de esa vivienda durante tres años. Por tanto, el poder se mueve.

Aquí en este país hay una deuda de un billón, que es el PIB de un año. Una deuda pública con muchos acreedores y muchos intereses. Más una deuda privada impresionante. Y al poder económico le preocupa que pueda haber una fuerza política que pueda cambiar el curso de los acontecimientos.

El objetivo del poder económico es dividir a la izquierda, para luego hundir a una parte importante de esa izquierda que tiene consistencia suficiente, solera, solvencia, proyecto político, profunda historia democrática y que es la que verdaderamente puede poner en un brete al poder real. Es la izquierda que puede cambiar este país. Y tenemos que impedir que el poder consiga su objetivo y quiebre la esperanza de cambio de este país. Hay que evitar caer en provocaciones pero hay que tener claro que hay que intentar salvar el proyecto de Izquierda Unida con mayúsculas. No existe ni una sólo razón por la cual este proyecto no pueda seguir avanzando.

Simplemente hay que mirar nuestra memoria y nuestra historia, dónde hemos estado en nuestras luchas, acompañando cualquier reivindicación que consideráramos justa en el camino del proyecto alternativo que tenemos. Simplemente con eso nos sobra mochila suficiente como para pedirle a la gente, con mucha dignidad, su confianza y apoyo para seguir avanzando en la dirección de buscar alianzas alternativas a las políticas neoliberales.

Eso es lo que yo pienso de lo que está pasando. Estamos en una clara descarada OPA hostil a la organización de IU.

LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN

M.O.: Se silencian las propuestas de IU, pero también su lucha política y jurídica contra la corrupción. ¿Cuál es la propuesta de IU y el trabajo que está haciendo para denunciar la corrupción?

C.L.: Nadie, nadie, nadie ha presentado más iniciativas que Izquierda Unida, y que la Izquierda Plural en el Parlamento de España, frente a la corrupción.

La primera comisión de investigación que pedimos fue sobre el fiasco de las cajas de ahorros. La banca ha conseguido su gran objetivo que es cargarse el 50% del ahorro de este país y quedárselo ella. Han conseguido desprestigiar las cajas, la representación social que tenían las cajas, no por méritos propios del poder económico, que seguramente han ayudado, sino por méritos propios de esa representación social que no ha estado a la altura de las circunstancias. Y se ha hecho mucho daño.

Quisimos investigar todo eso para ver las responsabilidades políticas, las responsabilidades del Banco de España, de la Comisión Nacional de Valores, y que se conociera con nombres y apellidos quién se había llevado el dinero de las cajas, quién se lo había dado, quién había hecho operaciones temerarias y si había corrupción, que yo creo que había y mucha. Pero el PP no quiso investigar ese tema y oculto a los grandes responsables de la destrucción de las cajas de ahorro de nuestro país y de que se nos haya hecho un agujero de más de 46.000 millones de euros.

Lo segundo, es que la corrupción es sistémica al modelo de desarrollo del ladrillo que hemos tenido. Yo digo muchas veces que mientras unos, en este Partido y en esta organización, nos estábamos peleando de manera directa contra la corrupción, incluso recibiendo amenazas, y serias, otros estaban metiendo desgraciadamente la mano en la caja. Y eso es, una sinvergonzonería, una inmoralidad, una indecencia, especialmente con alguno que ha afectado a nuestra fuerza política. Pero lo cierto es que ha formado parte del sistema.

La connivencia y la comunión que ha habido entre el poder económico y el poder político ha sido total. El poder político ha estado puesto al servicio del poder económico. Lo han comprado. Se ha dejado comprar en muchos casos. Y ahí están todas las tramas de corrupción que han ido apareciendo. Ya no es sólo la trama de corrupción dentro del PP, la trama de corrupción de Gurtel, el resultado de la operación Púnica. Son autenticas redes de corrupción montadas para financiar a los partidos a cambio de concesiones de obras y servicios en instituciones donde tenían el poder esos partidos.

Por lo tanto, la corrupción es sistémica y ha estado ligado a la burbuja inmobiliaria donde se ha movido tantísimo dinero en este país y donde ha estado relacionada con todos los planes de urbanismo, los planes de vivienda, con los maletines que han corrido a la velocidad del diablo durante todo este periodo de tiempo. Y donde además en este país la gente ha votado a corruptos sabiendo que eran corruptos, o por lo menos lo intuían. Pero la cosa iba muy bien.

Yo quiero recordar que quienes entonces combatimos la corrupción de una forma directa, jugándonos muchas cosas, éramos no sólo ninguneados, sino escupidos también, por aquellos que consideraban que estábamos en contra del desarrollo de este país. Desgraciadamente la historia nos ha dado la razón, los enemigos de este país y los que lo han hundido eran otros.

Hemos planteado en el Parlamento que se crearan plenos extraordinarios contra la corrupción y el PP ha dicho que no. No ha querido que se descubrieran cuáles son las causas profundas de la corrupción en un debate pleno. Hubiera sido sencillo. Y luego hubiéramos buscado las alternativas concretas. Por cierto, acabamos de presentar otra vez una PNL con 45 medidas concretas para combatir de una forma radical la corrupción en España.

Además, hemos ido más allá de la lucha política. Hemos presentado querellas como la de Bárcenas. Porque aunque se les olvide a los medios de comunicación, quien presentó la querella fue Izquierda Unida. E incluso nos amenazaron y denunciaron a alguno de los abogados por haber presentado dicha querella. Ahora se va viendo cada día que esa querella tenía razones y que en el PP había una trama de corrupción.

Presentamos también otra querella contra Bankia y, por cierto, nos ha sido desestimada y nos dice el juez que tenemos que estar bajo la tutela de otro partido que presentó la querella anteriormente. Nos parece que no es serio ni justo.

Hemos presentado muchas iniciativas y preguntas al presidente del gobierno. Y hemos pedido la dimisión de Rajoy precisamente por tolerar la corrupción como la ha tolerado. No hay que olvidar que Rajoy fue el que le dijo a Bárcenas cuando estaba en la cárcel, “aguanta, sé fuerte, resiste”, el que le ha dicho a Monago “todo el PP está contigo” después de saber el escándalo de sus viajes a Tenerife, el que dijo que quería tener un gobierno como el de Jaume Matas, el que dijo de Fabra que era un ciudadano ejemplar. Es un hombre que ha estado comprometido directamente con gente que hoy está en la cárcel, otros en la puerta, y otros que podrán ir a la cárcel si la justicia funciona en nuestro país.

La corrupción es un cáncer para la democracia, pero hay que apartarla porque la corrupción no va a ser más fuerte que la democracia. Pero no ha habido voluntad de investigarla.

Nosotros vamos a seguir en nuestra línea. No vamos a caer en la historia de que todos somos iguales, que es el ventilador que lanza el PP. No es cierto. Nosotros en los casos de corrupción, si ha salido alguno, hemos actuado de forma inmediata, porque en nuestro ADN no está que anide la corrupción en ninguna parte de la organización. En otros no es que haya salido algún caso puntual sino que han tenido auténticas tramas de corrupción en el interior del partido.

M.O.: ¿Cómo se va a abordar el tema de la corrupción dentro de la organización?

C.L.: Si te refieres a lo de las tarjetas negras, primero hay que contar lo que ha pasado. Y es que de 84 tarjeteros, 2 eran de Izquierda Unida. Y ya no son de IU. Lo que pasa que los titulares más grandes que han salido en algunos medios son los de IU. Nosotros estamos de acuerdo en que tenemos que responder de nuestra gente. Pero sabiendo que es injusto que hayan puesto el foco en IU, porque mira si había espacio para poner el foco en los otros 82. Y eso ha pasado desapercibido.

El PSOE decidió que abría expediente a los que tenían tarjetas y se acabó; nadie ha reivindicado que tiene que haber responsabilidades políticas.

El PP hizo otro tanto, más tímidamente y también desaparece el tema y sin responsabilidades políticas ninguna. Bueno, en el PP no se ha pedido responsabilidades políticas por ningún caso de corrupción y tiene más de 500 imputados. Esto es tremendo. Y la gente tiene que saberlo.

Y frente a esto IU tiene dos casos que ni siquiera están en IU. Y además la dirección de Madrid decide que una persona que tiene responsabilidades políticas tiene que dejar los cargos y no estar en la organización. Y que tiene que asumir responsabilidades políticas, no porque haya metido la mano en la caja sino por haber elegido a un señor que ha hecho una política que puede tener elementos delictivos, sólo por elegirle. Y ahora hay constituida una comisión de transparencia, en la que está declarando la gente, para determinar si hay más responsabilidades políticas por elegir a personas a las que no se ha controlado y se las ha permitido de alguna manera que pudieran ejercer actividades irregulares. Yo creo que nadie sabía que tenía una tarjeta en esas condiciones, pero en cualquier caso las responsabilidades pueden estar ahí.

Y cuando declaren todos los que están declarando se determinarán ya las responsabilidades finales. Se constituyó una presidencia que pidió a IU de la Comunidad de Madrid que señalara quién podía tener responsabilidades políticas sobre la decisión de elegir a las personas que tenían responsabilidades en Caja Madrid. Eso no se ha hecho hasta ahora. Cuando concluya el proceso de la Comisión de Transparencia federal, la presidencia del 13 de diciembre, con las conclusiones obtenidas, determinará exactamente las responsabilidades que pueda tener cada uno en este caso. Pero somos la única fuerza política en este país que está exigiendo responsabilidades políticas a gente que no ha metido la mano en la caja. Y es un gesto que por lo menos debería ser reconocido.

Nos avergüenza haber tenido gente en la organización que puede hacer esas cosas. Yo soy de los que piensan, y afirmo rotundamente, que ahí además de una corrupción lo que se produce es un desclasamiento de la gente. Es la gente que decide que quiere vivir como han vivido los ricos, entendido desde el punto de vista de explotación de la gente y con un estatus con el que no deberían vivir porque lo hacen a costa de la explotación de mucha gente. Pasan de bando. Se desclasan. Los corruptos en IU son unos desclasados que no forman parte de la clase trabajadora, ni de la clase social, ni las clases populares que representamos. Y lo digo más allá de la ética, de la honestidad, de los valores que se tienen que suponer en una organización de la izquierda. Tenemos que seguir con mano firme y dura para apartar de la vida pública a quien viene a la política a aprovecharse de ella y no a servir a los intereses generales de los ciudadanos.

M.O.: ¿Cuál es el papel que están jugando los medios de comunicación y cuál debería ser en una regeneración democrática?

C.L.: Lo primero que tienen que ser es imparciales, si es que existe esa imparcialidad, que yo creo que sí. En un nuevo modelo de país, los medios de comunicación tienen que estar al servicio del interés general, independientemente de que sean públicos o privados.

Tienen que tener profesionalidad, independencia y por tanto no deben de estar sujetos a controles gubernamentales ni políticos que les marquen las líneas editoriales ni lo que es la información que tienen que dar cada día. Si eso fuera así no pasaría lo que tenemos hoy con medios que parecen de partido, por la parcialidad cómo tratan la información, pero que van de plurales. En mi opinión hay medios que están destinados a potenciar ciertas organizaciones, a silenciar lo que les interesa. También porque el poder económico tiene mucho peso sobre los medios de comunicación, y cuando el poder económico decide una hoja de ruta, los medios de comunicación se tienen que poner a su servicio.

Tiene que haber medios públicos potentes y una comunicación social que esté al servicio del tejido social.

Muchos medios de comunicación están ocultando el poder real económico que es el que está moviendo los palillos del deterioro de los políticos. Aquí se ha puesto el foco sobre los políticos, pero no sobre quién les compra. Y si no acabamos con ese foco no acabaremos con el problema de la podredumbre, porque detrás de cada corrupto hay un corruptor. Y los corruptores están su mayoría en el anonimato. ¿Quién se acuerda de las empresas que dieron dinero al PP? ¿Se recuerdan sus nombres? ¿Salen en los medios cada día? Sólo salen los políticos, los políticos y los políticos. Y es cierto que tienen una responsabilidad extraordinaria, porque están representando lo público, pero los que lo corrompen también, porque cuando un empresario corrompe a un político para que le dé una obra, sabe que está compitiendo deslealmente con otros empresarios que no se pueden quedar con ella porque no compran a un político. Son corruptos y esos nombres se están ocultando. Yo creo que están jugando muy parcialmente un papel de denuncia de lo que va saliendo, pero se está ocultando el fondo, lo que es el sistema en definitiva. ¿Donde están los nombres de los que han arruinado las cajas? Y esa información la tiene el gobierno, se la hemos pedido pero no nos la quiere dar. Y aquí hay gente que se ha llevado muchos millones. Este país tiene derecho a saber quiénes han hecho ese agujero tan impresionante en las cajas de ahorros.

VOCACIÓN DE CONVERGER

M.O.: ¿Cómo entiendes la convergencia en la situación actual?

C.L.: Izquierda Unida, como lo tuvo en su día el Partido Comunista de España, y no hay que olvidarlo, tiene en su ADN la convergencia y la confluencia para generar alternativas a las políticas del capitalismo y avanzar hacia la sociedad socialista. Y avanzar en los tiempos que toque y con los actores que toque. Yo me acuerdo que Marcelino Camacho contaba aquella historia que decía que él quería ir con el tren hasta Cádiz. Y seguramente hay gente que se baja en Alcázar de San Juan, y gente que se baja en la estación siguiente. A lo mejor todos esos aliados que quiero tener en el camino no quieren llegar a Cádiz y se bajan a mitad de recorrido, pero somos aliados en un trozo del trayecto. Simplificando mucho.

Izquierda Unida tiene vocación y voluntad de converger. ¿Y la confluencia y las alianzas cómo las tenemos que hacer? En mi opinión se tienen que hacer con coaliciones electorales, con partidos políticos y con tejido social, con movimiento sindical y con la gente que quiera participar en construir una alternativa. Que todo el mundo tenga su identidad, las identidades colectivas y las individuales de la gente que quiere converger y quiere estar en la alianza aunque no pertenezca a ningún partido ni colectivo determinado. En esa conjugación de cosas tenemos que buscar la alianza. Nosotros tenemos que respetar la identidad de los demás y los demás respetar nuestras identidades. Cada uno podemos tener un proyecto político distinto pero nos entendemos con todos en la concreción, en el conocido programa, programa y programa. Y ahí es donde tenemos que situar el punto de encuentro con los diferentes. Y en ese programa programa es donde tenemos que situarnos en los gobiernos y en la alternativa a este sistema. Lo demás es música celestial. No tiene sentido.

Y, además, creo que tenemos que frenar a los que intentan diluir una fuerza política como la nuestra. Las agrupaciones de electores no tienen más objetivo que disolver y diluir esta fuerza política. Creo en las convergencias, en los procesos unitarios que se están dando, en sentarnos entre iguales a discutir, compartir programas, proyectos, y entonces tiramos hacia adelante de cara a procesos electorales.

Y luego hay un día después, que no hay que olvidar. En ese día después seguirá habiendo gobiernos, tejido social y plataformas, asociaciones y sindicatos. Y no estarán todos en un totum revolutum, en bloque, porque habrá un gobierno que gobierne, y unos sindicatos defendiendo los derechos de los trabajadores, y unas plataformas de la sanidad, de la educación pública que continuarán su trabajo. Y el gobierno gobernará. Y si es un gobierno nuestro, donde tengamos poder e influencia, y es un gobierno de la izquierda alternativa, pues defenderemos la sanidad pública, la educación pública, los derechos de los trabajadores, lo que hoy está en el artículo 129 de la Constitución del acceso de los trabajadores a las empresas. Estamos defendiendo un modelo de sociedad diferente.

A esta fuerza política nadie nos va a ganar ni en las alianzas ni en las convergencias. Pero tampoco nadie nos va a disolver. Y si un día decidiéramos hacer una Unidad Popular en la que disolviéramos no se cuántas siglas para hacer una organización unitaria y única, eso lo tendrán que decidir las asambleas ordinarias de las organizaciones, es decir los máximo órganos de las organizaciones que son todos los afiliados y afiliadas de nuestra organización.

Y reitero que hay que tener mucho cuidado con todos aquellos que quieren dinamitar la unidad de la izquierda.

M.O.: Insiste mucho en alertar sobre una OPA hostil contra IU. ¿Puede concretar un poco más?

C.L.: Hay una ofensiva del poder para destruir Izquierda Unida y el Partido. Y en ese juego están jugando muchos actores, no sólo los económicos. Este juego es viejo, no viene de ahora. Tenemos una OPA hostil. Tenemos un llamar descarado a cuadros de esta organización política. Y tenemos una idea que es también la de soltar que Izquierda Unida es un lastre para otros. Todo eso está escrito. Vas leyendo y vas viendo. Si a eso le sumamos las organizaciones de electores, el puzzle está completo.

M.O.: ¿Crees que se está primando la forma sobre el fondo?

C.L.: Creo que se está primando la forma para cargarse el fondo. El fondo es el baluarte del movimiento obrero, de una fuerza política de la izquierda, de una Izquierda Unida, de un Partido Comunista y de una fuerza política que saben que va a caminar hacia una sociedad determinada. No ocultamos que estamos hablando de derecha y de izquierda, de lucha de clases. Y estamos hablando de lucha democrática, no de tomar el poder por otra vía.

Hoy estoy más convencido que nunca de que se quiere acabar con Izquierda Unida.

Creo que nosotros tenemos que ir a un buen resultado en las municipales, en las autonómicas y en las generales. Siempre con la oferta de hablar de unidad, de convergencia, de confluencia y sobre la base de los programas. Y de ahí no hay que movernos. El que quiera romper las reglas del juego de trabajar en la convergencia que lo haga, pero serán otros. Nosotros no. Pero que nadie nos pida disolvernos.

Y el caldo de cultivo de la indignación que tiene el país es real, está ahí. Estamos en una nueva transición, estamos en un proceso deconstituyente, porque han roto el pacto social del 78, porque se han cargado los derechos de la constitución. Vamos a caminar hacia un proceso constituyente, pero mientras tanto vamos a seguir trabajando en la construcción de alternativa locales, municipales, autonómicas y generales.

El bipartidismo no está quebrado totalmente, pero está infinitamente tocado. Y de cara al futuro el poder económico tiene resortes para intentar mantener una gran coalición también en España. Si ve peligrar sus intereses, ¿por qué no? Lo mismo que digo que configurar una alternativa de izquierda es complejo en un país muy atomizado, con una izquierda muy atomizada y una complejidad territorial. Va a ser un año de muchísimas incertidumbres.

Todo este discurso acompaña a la decisión que tomé el otro día y tiene mucho que ver con la organización: más estructura, más organización, porque sin organización no hay cambio político en este país.

M.O.: En estos meses tan decisivos que vamos a vivir, ¿quiere compartir algún mensaje con la militancia?

C.L.: Cada militante de esta organización tiene que mirar su propia historia, su recorrido, lo que ha hecho. Y reconocerse en eso. Y si lo hace, el camino hacia adelante lo tiene abierto. No tiene que mirar otras cosas: yo ¿qué he hecho? ¿Yo qué ha aportado? ¿Yo qué he defendido? ¿Yo qué he ayudado a construir? ¿Sigo creyendo en ello? Pues no me tienen que preguntar más qué voy a hacer mañana.

Todo lo que tiene que ver con el deterioro democrático, institucional, político, económico, social que tenemos, se tiene que ventilar con la alternativa. Y la alternativa es pan, techo y trabajo. En el proceso constituyente se lo tenemos que explicar a la gente. ¿Qué significa para mí que estoy parado? ¿Qué significa para mí que me echan de mi casa? ¿Qué significa para mí que estoy en la pobreza? ¿Qué significa para mí que estoy en la exclusión social? ¿Qué significa para mí que me quitan hasta la libertad de poder protestar? Eso es lo que tenemos que explicar en el proceso constituyente, ¿qué significa para mí que tengo un salario de mierda y no puedo vivir con dignidad?

Y territorialmente, ¿qué Estado vamos a tener? Si va a ser solidario, si se va a hacer una redistribución de la riqueza, si va a haber caja única de la seguridad social, si no la va a haber, si va a haber una fiscalidad única en todo el Estado, si va a haber paraísos fiscales para que las empresas inviertan donde tengan más exenciones fiscales o vamos a tener una fiscalidad uniforme. Todo esto es lo que tiene que vertebrarse en el debate territorial que tenemos, en lo que tiene que ver con Cataluña. Y en ese debate defenderemos nuestro modelo de Estado federal, y el status quo defenderá el suyo, y los independentistas el suyo.

Si lo defendemos y lo hacemos bien, la mayoría de este país, y en Cataluña en concreto, la gente va a estar por el Estado federal. Pero si se sigue con las políticas de intolerancia e intransigencia de Rajoy, se seguirán generando independentistas. Y, además, escondiendo los problemas reales, tanto él como Artur Más. Porque Artur Más y CiU son tan responsables como el PP y el PSOE del desastre de este país. Y también de la corrupción. El PP tiene mucha corrupción, pero también CiU.

Miremos nuestro pasado, de dónde venimos, qué hemos hecho y sigamos caminando en esa dirección. Nosotros no nos hemos equivocado. Hemos creado hegemonía, porque hoy mucha gente está defendiendo nuestro discurso, gente que no sabía hace cuatro días cuál era nuestro discurso.

M.O.: ¿Podemos decir que IU ha sido pionera en las propuestas sociales de izquierdas que hoy se plantean para abordar las cosas?

C.L.: Sin ninguna duda. Fuimos pioneros en nuestra oposición a Maastricht y hoy lo de Maastricht ya lo asume mucha gente que antes trataba a la organización de locos, de mesiánicos. Muchas de las propuestas de Izquierda Unida están hoy asumidas por la sociedad. El PSOE habla todos los días de Estado federal. Hemos visto el Estado federal de Zapatero, de Rubalcaba, ahora de Sánchez. Cada uno tienen un proyecto pero todos hablan de la reforma federal que habría que hacer. Están hablando de la reforma de la constitución… al principio lo hacían del derecho hereditario de la hija del rey, hoy hablan de otras cosas.

Si analizas nuestro programa electoral de las últimas elecciones y te coges nuestros programas electorales de años atrás, ves la sintonía. Y con todas las adaptaciones que hemos tenido por el cambio de los tiempos, el eje troncal sigue siendo exactamente el mismo. Y hoy está en boca de mucha gente. Por lo tanto hemos ganado en hegemonía. Otra cosa es que quieran que nosotros seamos los actores de esa hegemonía. Y eso es lo importante. Y hay gente que no nos quiere ver como actores porque hay muchos estigmatismos en este país sobre nuestra fuerza política y lo que representamos.

Yo apliqué la jornada de 35 horas en mi Ayuntamiento. Hicimos manifestaciones en Madrid por la jornada de 35 horas. Yo vine a ellas. E igual que yo las apliqué, imagino que lo han hecho otros compañeros en más lugares.

Hemos metido hegemonía con la deuda, con el salario mínimo interprofesional, frente a las reformas laborales, en la defensa por la salud pública, por la educación pública. Nuestro discurso ha calado en la sociedad. El discurso contra la política del ladrillo no lo defendíamos más que nosotros. Fuimos los únicos, juntó a los movimientos ecologistas, que nos enfrentamos al desarrollo inmobiliario de este país. Y nos trataban de locos, prácticamente de antipatriotas. Y eso es lo que tiene que mirar la gente. Porque sobre eso construimos el futuro. Porque no nos hemos equivocado en el análisis que hemos planteado de la situación de la sociedad.