Un “giro” en la política exterior de Obama. La embajadora de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Susan Rice, ha advertido recientemente que Bachar el Assad no ha hecho entrega de todas sus armas de destrucción masiva. Son éstas las mismas palabras con las que se avanzó el ataque a Iraq. Estados Unidos se encontró en el Consejo de Seguridad de la ONU con la oposición de Rusia y China a la hora de atacar Siria. ¿Cuál fue entonces su maniobra? “Una jugada impresionante, sucia pero muy hábil”, afirma la politóloga hispano-iraní, Nazanin Armanian: “llevar al Estado Islámico (“cuatro mercenarios que se habían financiado desde Siria”) a derrocar a Bachar el Assad, y empujarlos a Iraq, donde entraron a matar a miles de personas”.
El objetivo de Estados Unidos y sus aliados pasó a ser en ese momento salvar la vida de las minorías yazidís, cristianas o turcomanas, según los discursos. Así, hubo que entrar a bombardear Iraq porque la humanidad lo demandaba. Pero ocurrió que el entonces primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, se opuso al vuelo de la aviación estadounidense en el territorio iraquí, a pesar de que entre los 400 acuerdos militares suscritos por Estados Unidos con este país hay varios que permiten utilizar el territorio de Iraq para que sobrevuelen sus aviones. Pronto se procedió a la destitución de Nuri al-Maliki para colocar a otro mandatario, esta vez favorable a los intereses de Qatar y Arabia Saudí.
Los lúcidos y transparentes análisis de Nazanin Armanian pueden seguirse en el diario Público y en su blog. Algunas de las últimas aportaciones las ha compartido en las jornadas “Acció…Reflexió…Acció”, organizadas por Xarxa en Lluïta en el Centro Social la Dàhlia de Mislata (Valencia). Nazanin Armanian se define como comunista, reside en el estado español desde 1983 y ha publicado unos 15 libros, entre otros, “Los kurdos. Kurdistán. El país inexistente”, “Irán: la revolución constante”, “El Islam sin velo”, “Iraq, Afganistán e Irán. 40 respuestas al conflicto en Oriente Próximo”.
El siguiente paso fue bombardear Siria. Estados Unidos y sus aliados atacaron la zona de Alepo (que no se halla entre la frontera de Siria e Iraq), donde decían que se ubicaba el cuartel general del Estado Islámico. Por tanto, resume Nazanin Armanian, “con el pretexto de que el cuartel general del EI está en Alepo e Idlib, han roto el tabú de atacar a Siria; sin la autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y sin que Rusia y China dijeran nada (protestaron con la boca muy pequeña)”. Es decir, Estados Unidos ya está atacando directamente a Siria.
Otro capítulo del enorme caos global es el desastre que Estados Unidos ha originado en Iraq y Afganistán. A los dos millones de muertos en ambos países bajo los bombardeos, han de agregarse al menos 12 millones de mutilados y la huida de 15 millones de personas de sus hogares. Y la ofensiva no ha cesado. “La de Afganistán es una guerra olvidada, porque los drones lanzan un día sí y otro también bombas sobre el pueblo; de Pakistán tampoco se habla, un país que se está acercando a China y ya es miembro observador del Tratado de Shangai; Estados Unidos bombardea Pakistán con sus drones”, explica Nazanin Armanian.
En Siria el efecto de la guerra sobre la población civil ha sido también descomunal. Las pretensiones de Estados Unidos y Arabia Saudí para cambiar el “régimen” sirio no ha dado resultado por diferentes motivos, como la composición de los “rebeldes”: no cuentan con un rostro carismático ni fuerza suficiente para cambiar el estado de cosas. Pero hay un Plan B, que consiste, según la politóloga hispano-iraní, en destruir el estado sirio y dividirlo en varias zonas. Un representante del gobierno de Estados Unidos ha afirmado recientemente que el objetivo no es desintegrar Siria. “Mienten”, zanja Nazanin Armanian. “Lo que sucede es que no quieren tocar a Bachar el Assad antes de llegar a un acuerdo nuclear con Irán; si Irán ve que Bachar ahora cae, iría a por la bomba nuclear y buscaría su rearme”.
Se da una casuística muy compleja y los acontecimientos aparecen interrelacionados. “A corto, medio y largo plazo, el futuro es la guerra, y no me refiero a un conflicto como la segunda guerra mundial, sino con las particularidades del presente”. A estas características del mundo de hoy se pretendía adaptar el “giro estratégico” de la OTAN en la Cumbre celebrada en Lisboa (noviembre de 2010). En un artículo firmado por esas fechas la analista explicaba: “En un pulso contra China por la hegemonía mundial, la OTAN en su nuevo ‘concepto estratégico’ engrosa dos principales ejes: domesticar a Rusia, y aumentar su capacidad operativa para lograr el control de las rutas y de las reservas de petróleo, como en el caso de Irán”.
Además, “la alianza militar-política dirigida por el Pentágono anunció en Lisboa ampliar su ‘perímetro defensivo’ para ‘actuar en cualquier lugar del mundo’. Este golpe al derecho internacional sucedía ante un servil Ban Ki-Moon, jefe de una lamentable ONU. Se mantiene así un estado de guerra permanente para regocijo de los marchantes de armas. En la edición especial para una opinión pública anestesiada, el santo y seña de dichas hazañas serán la ‘lucha contra las violaciones de los derechos humanos, emisiones de Co2, el deshielo o la sequía’”.
También ha cambiado la metodología de las guerras. Se plantean en nombre del “humanitarismo”. Por ejemplo en Yugoslavia, Iraq o Siria. Hoy, el objetivo es salvar a la humanidad del Estado Islámico. Según Nazanin Armanian, “el peligro más inminente ahora son los 23 millones de sirios y los 25 millones de iraquíes que están en guerra total; casi 50 millones de personas en sólo dos países”.
Descrita la situación, el paso siguiente consiste en posicionarse y formular alternativas. Ante un contexto de guerra global, y en un mundo en el que vivir se torna cada vez más peligroso. El planteamiento de Nazanin Armanian es el de una mujer comunista que lleva 30 años en el exilio: “Yo, que he huido del régimen islámico iraní, que es uno de los más fascistas del planeta, veo que ahora mi país está bajo la espada de Damocles de ser atacado por Estados Unidos, Israel y sus aliados”. “Hasta hace tres años hacía todo lo posible por derrocar al régimen islámico, pero ahora no lo hago”. ¿Qué ha motivado este cambio? “He visto que lo derrocamos, y luego ¿qué? ¿La libianización o la iraquización? El régimen iraní ejecuta en estos momentos un promedio de dos personas diarias, pero prefiero esto a que caigan a miles bajo las bombas de Estados Unidos”.
El mismo análisis se traslada a Siria. “el gobierno de Siria es macabro, ha matado a miles de personas; nada más llegar al poder, en 2000, Bachar el Assad destruyó la ‘primavera de Damasco’; pero en este momento concreto, derrocar a Bachar el Assad significa la muerte bajo las bombas y que el pueblo se quede sin agua, comida ni hospitales”. La conclusión es polémica, compleja y preñada de matices: “Luchar contra el capitalismo, en general, todos lo hacemos, pero es cierto también que hay un capitalismo agresivo y belicista contra Obama; es cierto que Obama es capitalista y representante del imperialismo yanki; pero es mejor que los Neocon”. Así pues, “no estamos en condiciones de decir: todos son malos y vamos a derrotarlos; si ni siquiera hemos sido capaces de ganar ayuntamientos, ¿cómo vamos a ser capaces de vencer al primer gobierno del planeta?”
Poco a poco el razonamiento se va aclarando y llegando a su remate: “Optamos por el mal menor y vamos avanzando; con una coalición internacional de fuerzas progresistas para enfrentarse a la actual ofensiva imperialista; una alianza internacional, pero de verdad, contra el belicismo (hay actualmente 70 situaciones de conflicto en el planeta) y el imperialismo financiero; e ir paso a paso; la lucha ‘a saco’, de golpe, contra el capitalismo no es posible, pues estamos en una fase muy grave de retroceso de las fuerzas progresistas tras la caída de la URSS; nos han derrotado incluso a nivel psicológico”.
En este frente amplio no resultaría contradictoria la presencia de fuerzas capitalistas a las que, actualmente, no les interesa la guerra, por ejemplo, China (“en estos momentos su interés no está en la vía bélica sino en vender zapatillas de un euro”). Según Nazanin Armanian, “las cooperativas y la lucha en los barrios es absolutamente compatible con un frente amplio a nivel mundial por un mínimo acuerdo, que es la paz”. También resulta decisivo establecer las prioridades. Malala Yousafzai, joven estudiante y activista pakistaní, ha recibido en 2014 el Premio Nobel de la Paz. Los medios han resaltado sus declaraciones en favor del derecho a la educación de las mujeres. Pero le dieron el galardón, a juicio de Nazanin Armanian, porque “no habló del derecho a la vida, que está primero, y lo están arrancando de su país; por ejemplo, Obama se estrenó en el cargo (20 de enero de 2009) lanzando toneladas de bombas sobre Pakistán; en los primeros tres meses de su gobierno, 4 millones de pakistaníes tuvieron que abandonar sus hogares”.
La politóloga insiste en que hay que “huir de los maniqueísmos”. También en relación con la Rusia de Putin. “Es cierto que Putin es capitalista y es líder de una oligarquía petrolífera”. Pero actualmente Rusia se integra en el Tratado de Shangai con China y otros países, que hacen de contrapeso frente a Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea. Por tanto, “defendemos esta opción frente a un capitalismo tan agresivo…Putin es también capitalista, pero no ha agredido a ningún país, por lo que puede ser un aliado a corto plazo. Igual que China”. Algo parecido ocurría con Gadafi, quien “tampoco era un demócrata pero creó un ‘estado de bienestar’ inaudito en África. Por supuesto, no era progresista, como tampoco lo es Bachar el Assad; pero su existencia impide la matanza masiva de los sirios; y la desintegración del país, además de ser el último gobierno laico de la región”. Salvo Bachar, “todo son teocracias en la zona, y eso es lo que quiere Estados Unidos”, concluye la analista.