ROGER XURIACH- Público.es

 

24-11-14.-El doctor en Ciencias Políticas Éric Toussaint ha estado estos días en Barcelona para presentar Bancocracia (Editorial Icaria), su nuevo libro, donde denuncia las manipulaciones y los crímenes que, a su juicio, llevan cometiendo los bancos privados con la connivencia de los gobiernos y los bancos centrales desde que estalló la crisis económica. Toussaint, en una charla con Público, reconoce haber concebido esta obra como un «instrumento pedagógico para que la ciudadanía entienda mejor la opacidad de los grandes bancos privados internacionales», a los que acusa de interconectarse «con promiscuidad, complicidad y sin precauciones» con el poder político.

Para el desarrollo del libro, el politólogo ha analizado las medidas empleadas por el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de los Estados Unidos a la hora de frenar la crisis. Y de sus conclusiones extrae que estas políticas «están ligadas a una ofensiva del gran capital contra los derechos humanos«. Para Toussaint es absurdo pensar que el BCE y la Comisión Europea comprimen el gasto público de sus miembros con el objetivo de favorecer las economías periféricas y reducir asimetrías. «Lo que realmente buscan es que la producción europea sea más competitiva en un mercado mundial frente a EEUU, China o Japón. Por eso necesitan más desempleo y salarios cada vez más bajos, aunque para ello tengan que reducir la protección social de los ciudadanos a unos niveles que no se veían desde el final de la Segunda Guerra Mundial», explica.

El libro es también un alegato a favor de la socialización del sector bancario, una de las medidas que Toussaint propone «de forma radical» para poner freno al capitalismo financiero. «El sector del ahorro, crédito e inversión es demasiado serio para la sociedad como para dejarlo en manos del interés privado y capitalista. Pensar que los bancos privados internacionales pueden volver a disciplinarse es una utopía», sostiene. A efectos prácticos, y en clave española, el politólogo cree que «hay que expropiar a gigantes financieros como el Banco Santander o el BBVA. Separar la parte que reciben del ahorro y mantener el espacio para la inversión a través de cooperativas que permitan un control ciudadano de su funcionamiento». Lo mismo opina sobre el sector energético: «Hay que ir más allá de la mera nacionalización. Los sectores prioritarios deben definirse en un marco de servicio público».

Desde su experiencia como presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo y miembro de la CAIC-Ecuador (Comisión presidencial de Auditoría Integral del Crédito público), el pensador belga también cree que la única manera de torpedear la hoja de ruta de la Comisión Europea es dejar de pagar la deuda pública ilegítima. Esa es la condición que exige a Podemos en el caso de que alcance el poder. «Su proyecto entusiasma. Y su obligación moral, de entrar en el Gobierno, es la de desobedecer a los que siguen mandando desde Bruselas». El partido de Pablo Iglesias así lo ha anunciado por tierra, mar y aire: primero hará una auditoría pública de la deuda; luego suspenderá el pago de la que identifique como ilegítima y reestructurará la otra. «Me gustaría participar en una comisión para auditar la deuda en España. Brindar mi experiencia y la de mi asociación a Podemos. Actualmente hemos tenido conversaciones, pero sólo de carácter informal», apunta Toussaint.

¿Deben estar tranquilos los mercados internacionales con la irrupción de Podemos? «Hay una retórica de la Comisión Europea construida a base de amenazas. Es un discurso propagandístico del miedo. Pero si un gobierno está decidido a desobedecer, no tiene por qué tener consecuencias drásticas», argumenta a través de casos como los de Chipre o Bélgica, su país, «cuya deuda pública fue de más del 80% y nunca tuvo represalias».

Para el politólogo, «la fuerza de la CE y la BCE está basada en la docilidad de los gobiernos que aceptan la lógica y se niegan a elegir otro camino, como ocurrió con Hollande, que prometió no ratificar los tratados europeos y luego traicionó a sus votantes». Una lección de la que aprender, según el autor de Bancocracia. «Lo que pasó en Francia es la demostración de esa promiscuidad entre partidos políticos tradicionales, que se hacen llamar socialistas, liberales o populares, pero que siguen un mismo patrón. Hollande pudo abrir otro escenario en Europa pero se dejó integrar por el sistema».

Por eso le tiene tanta fe a los partidos nacidos de una base ciudadana, como Podemos en España o Syriza en Grecia. «Recogen dinámicas que vienen desde abajo y espero que pronto cuenten con nuevas simpatías en otros países. Tienen una oportunidad única, que no va a durar mucho«.

Sobre otro de los puntos destacados del programa económico del partido de Pablo Iglesias, el de incrementar significativamente el salario mínimo interprofesional y establecer un salario máximo vinculado a este salario mínimo, Toussaint opina que «la redistribución de la riqueza es factible si está acompañada de una política tributaria radicalmente distinta». Tampoco cree que esta medida afecte a los precios del mercado «porque los márgenes de las empresas siguen siendo importantes», aunque advierte que debe ir acompañada de «una política para fortalecer las pequeñas y medianas empresas». A vueltas con la socialización bancaria, el politólogo recuerda que «sacar a los grandes monopolios privados de la lógica capitalista no es ir en contra de la iniciativa privada. Sólo se trata de entender que bancos o multinacionales eléctricas no tienen porqué competir si de lo que se trata es de ofrecer un servicio básico al ciudadano». Recalca, para terminar, que todas estas medidas no sólo harían aumentar la producción económica de un país, también garantizarían un ahorro importante. «Rescatar a la banca privada o regalar dinero a empresas privadas a través de la exención fiscal sí que sale caro».