Lucas Martínez
El capitalismo argentino liderado por los grupos de empresas transnacionales que controlan la energía, los bancos, los alimentos, el transporte y los principales bienes y servicios que se comercian el país poseen a un gobierno que gerencia sus intereses, aunque para ello intente disfrazarse de progresista, hecho que marca lo fraudulento de la oferta política que representa el kirchnerismo como proyecto «nacional y popular».
Los pagos seriales de la deuda externa soberana como bandera de cumplimiento con los «compromisos internacionales» asumidos por el Estado en su continuidad jurídica, deuda generada desde la última dictadura militar e incrementada durante los gobiernos de Alfonsín, Menem y De La Rua, nos han llevado a una nueva «crisis» de la deuda por sobrepago, pues se han erogado 193.000 millones de dólares durante los gobiernos de Néstor, pero sobretodo de Cristina, la más formidable gerenta de los capitales extranjeros de la American Chamber (AmCham) y el American Council, una liga de empresas norteamericanas de fuerte presencia en la Argentina.
Los pagos al FMI, las empresas estadounidenses por la vía de los juicios del CIADI, el arreglo con el «Club de París» y la indemnización a REPSOL terminó de fundir las arcas del banco central que se desangró financiando a estas empresas para importar sus bienes desde sus casas matrices o proveedores en el extranjero, quienes mediante sobrefacturación e importaciones fraudulentas, contrabandearon cifras mil millonarias de manera legal o ilegal, mostrando la impericia y la complicidad de un gobierno que comienza a desestructurarse entrando en su último año de mandato.
La deslusión de quienes apoyaron a este proyecto político comenza a vislumbrarse, y el sentimiento de decepción y rechazo, se hace ahora visible en sectores poblacionales que acompañaron con su voto al cristinismo, pero que ven en el gobierno de Cristina serias fallas y actutudes lindantes con el fraude político y claudicación ética, dos factores que se mantenían hasta hace poco tiempo como centrales en la política gubernamental.
La creación de grupos dentro de la estructura del Estado provocó el aumento de las capas burocráticas y una disminución en la eficiencia de los servicios como no se veían desde los años del 2001. A su vez, la deficitaria gerencia en la administarción de la economía de la mano del ministro Kicillof, pone en alerta a las fuerzas de seguridad federal en el mes de diciembre porque la falta de dinero en manos de la población se hace más evidente en finales de 2014 que en años anteriores.
El gobierno en manos de un pequeño números de personas que no han sido elegidas por el pueblo pone en riesgo la estabilidad social, rememorando en este caso, situaciones similares vividas por el ex presidente De la Rua y sus dos hijos, quienes formaban parte de las decisiones de gobierno, detrás del trono, llevando al país a una de sus mayores debacles de la historia, que parece repetirse cual Sisifo empujando la roca hacia arriba por la montaña, hasta que la roca volvía a caer, pero esta vez sobre el pueblo argentino.