Prensa Latina
Nueva York, 10 de noviembre 2014. – Por quinta vez en menos de un mes, el diario The New York Times vuelve a publicar un extenso editorial sobre Cuba, esta vez reconociendo los incontables intentos desestabilizadores de Estados Unidos, diseñados para provocar el derrumbe del gobierno en La Habana.
Bajo el título In Cuba, Misadventures in Regime Change (En Cuba, desventuras al intentar derrocar un régimen), el Comité Editorial del influyente diario neoyorquino hizo un repaso este domingo, desde la aprobación de la Ley Helms-Burton, en 1996 y hasta fecha reciente, de los innumerables planes fraguados en Washington contra la estabilidad nacional en la isla.
El Times destaca que estos proyectos subversivos, solo sirvieron como fundamento para que el gobierno estadounidense gastara 264 millones de dólares durante los últimos 18 años, en un intento por instigar supuestas reformas democráticas en Cuba.
Reconoce que, lejos de haber logrado su objetivo, las iniciativas resultaron contraproducentes, pues estos fondos «se convirtieron en un imán para charlatanes y ladrones».
«Los sigilosos programas han agravado la hostilidad entre las dos naciones -resalta el The New York Times- y han bloqueado oportunidades de cooperar en áreas de interés mutuo», .
Señala además, a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) por sus misiones furtivas dentro de la isla, tratando de implementar proyectos ilegales en Cuba.
El editorial detalla como la inversión en iniciativas para derribar el gobierno cubano aumentó de unos cuantos millones anualmente, a más de 20 millones de dólares en 2004, durante los primeros años del gobierno de George W. Bush (2001-2009), cuando la mayoría de los contratos se otorgaron sin mayores controles a grupos de cubanoamericanos.
Comenta como uno de estos grupos invirtió el dinero recibido en una estrategia de lobby internacional, de cuestionable legalidad, para persuadir a gobiernos extranjeros a que apoyaran el impopular embargo (bloqueo) que Estados Unidos impone sobre la isla desde 1962.
Otro grupo -dice el Times-, envió montones de revistas de historietas cómicas a la misión diplomática estadounidense en Cuba, desconcertando a sus funcionarios.
El dinero proveniente de fondos federales, también se utilizó por los grupos cubanoamericanos de Miami para comprar ropa y comida, pero nunca fue posible verificar cuánto llegó a manos de la contrarrevolución interna, como se tenía previsto.
Según un informe publicado en noviembre de 2006 por la Oficina de Rendición de Cuentas (GAO), un contratista usó los fondos de programas para comprar una motosierra de gas, equipos electrónicos, entre ellos juegos de Nintendo y Play Stations, una bicicleta montañera, abrigos de cuero, latas de carne de cangrejo, y chocolates Godiva. Al momento de hacer una auditoría, los gastos no fueron justificados.
El editorial de The New York Times agrega que, a pesar de los resultados de la investigación de la GAO en 2006, el Congreso de Estados Unidos autorizó en 2008, 45 millones de dólares para los proyectos contra Cuba, una cifra récord.
En diciembre 2009, las autoridades cubanas arrestaron a Alan Gross, un subcontratista estadounidense que viajó a la isla cinco veces como parte de una iniciativa de USAID, fingiendo ser turista, para contrabandear equipo de comunicación que no es permitido en la isla, destaca el Times.
Después de esto -prosigue-, funcionarios de USAID y el Departamento de Estado argumentaron que era hora de suspender los programas encubiertos contra Cuba, mientras que legisladores cubanoamericanos se resistieron enérgicamente para asegurarse de que siguieran en marcha.
Después del arresto de Gross, la USAID no volvió a enviar contratistas estadounidenses a Cuba, pero permitió que las misiones las desempeñaran latinoamericanos, muchos de ellos detectados por el servicio de inteligencia cubano.
Recuerda que una reciente investigación de Associated Press (AP) reveló un controvertido programa de la compañía Creative Associates International, que desarrolló un sistema de mensajes de texto rudimentario, similar a Twitter, conocido como ZunZuneo para generar desestabilización social dentro de Cuba.
AP reveló en agosto -contnúa el Times-, que USAID estaba enviando a jóvenes latinoamericanos a la isla, a identificar personas que pudieran ser «agentes de cambio social», bajo el pretexto de organizar eventos, entre ellos un seminario sobre el virus VIH.
El editorial destaca que, en lugar de proyectos encubiertos para derrocar el gobierno cubano, los líderes estadounidenses deben encontrar mecanismos a través de una coordinación con el gobierno cubano.
«Washington tiene que reconocer que a lo único que puede aspirar, es a influir de manera positiva en la evolución de Cuba hacia una sociedad más abierta. Para eso, es más productivo lograr un acercamiento diplomático, que insistir en métodos artificiosos», concluye el editorial de The New York Times.