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21-11-14.-Pese a los acuerdos internacionales que regulan las actividades de investigación biológica, no se sabe a ciencia cierta dónde y qué tipo de investigación llevan a cabo los militares norteamericanos.

Desde los atentados del 11-S, el número de laboratorios estadounidenses que, según la versión oficial, están desarrollando maneras de protegerse contra el bioterrorismo, ha aumentado de 20 a 400. Han aparecido centros biológicos cerrados en África y América Latina. De la misma manera, han aparecido laboratorios biológicos de objetivo desconocido en Ucrania y Georgia. Para el 2015 está prevista la inauguración del centro biológico en Kazajstán, según un análisis del Fondo de Cultura Estratégica.

Ucrania representa para EE.UU. un interés particular en términos de investigación biológica, destaca el portal. Inmediatamente después de la victoria de la primera revolución de color, en 2004, el Ministerio de Salud ucraniano y el Ministerio de Defensa estadounidense firmaron un acuerdo sobre el reequipamiento de los objetos biológicos en

 

Ucrania. En 2008 apareció un plan para proporcionar ayuda estadounidense al Ministerio de Salud de Ucrania y en octubre de 2009 fue presentado el concepto de desarrollo del ‘Proyecto de reducción de amenaza biológica’.

El primer centro biológico en Ucrania fue inaugurado con el apoyo de Washington el 15 de junio de 2010 sobre la base de Instituto de Investigación contra la peste I.I. Méchnikov Odessa en presencia del embajador estadounidense, John Tefft. El centro recibió un estatus que le permite trabajar con las cepas que se utilizan para crear armas biológicas.

En Ucrania se lleva a cabo el almacenamiento descentralizado de patógenos peligrosos. «¿Podría haber alguna conexión entre el trabajo realizado en este centro y el asesinato en masa de personas en la casa de Sindicatos en Odessa el pasado 2 de mayo?», se pregunta en este contexto el Fondo de Cultura Estratégica. Activistas locales y medios de comunicación señalaron que aquel día fue utilizada una sustancia desconocida con fines destructivos.

Tan solo en 2013 en Ucrania fueron inaugurados con el apoyo de Estados Unidos laboratorios biológicos en Ternopil, Uzhgorod, Kiev, Dnepropetrovsk, Simferópol, Jerson, Lvov (en esta ciudad hay tres) y Lugansk, entre otros.

Hoy en día los laboratorios biológicos del Pentágono rodean Rusia en forma de semicírculo. En 2012, con el apoyo de Estados Unidos se completó la modernización de un laboratorio biológico en Azerbaiyán. EE.UU. tiene previsto establecer centros similares en Uzbekistán y Kirguistán. Hay información de que el centro biológico en Kazajistán será encabezado por Kanatzhán Alibékov, exmicrobiólogo militar soviético, ahora ciudadano norteamericano, que emigró a Estados Unidos en la década de 1990  y entregó a los estadounidenses información secreta sobre el programa biológico militar de la URSS.

En esta guerra biológica encubierta, que todavía no ha pasado de los laboratorios, participan no solo el Pentágono y departamentos especiales, sino también las empresas que forman parte de la alianza para la seguridad de la biotecnología. Este grupo de empresas incluye Bavarian Nordic, Cangene Corporation, DOR BioPharma, Inc., DynPort Vacuna Company LLC, Elusys Therapeutics, Inc., Emergent BioSolutions, Hematech, Inc., Human Genome Sciences, Inc., NanoViricides, Inc., Pfizer Inc ., PharmAthene, SIGA Technologies, Inc., Unither Virología LLC. Todos ellos constituyen la llamada ‘Farmacia Grande’ (‘Big Pharma’), que representa la estructura ramificada en la que se entrelazan los intereses de congresistas estadounidenses con los de la industria farmacéutica y militar de EE.UU