Mariadela Villanueva
La organización y consolidación de un poder constituyente activo, responsable de la refundación de la República Bolivariana de Venezuela en condiciones muy difíciles requirió la transformación del MVR en un partido político de nuevo corte. En un partido capaz de hacer florecer y consolidar el Poder Popular, estando en conflicto permanente con el capitalismo mundializado, con la burguesía nacional negada a perder sus privilegios políticos y económicos y con distintos grupos de alienados resistentes al cambio.
Como es lógico, la consolidación de ese partido – el PSUV – no ha resultado nada fácil, no sólo por las tensiones externas sino por las internas producto de la inexperiencia, de la existencia de distintas visiones sobre el Socialismo de Siglo XXI, de notables diferencias en hábitos y grados de formación entre la militancia, de ambiciones personales, etc.
Criticado por sus adversarios, por sus partidarios acostumbrados a que “otros” y desde arriba lo hagan todo y por sus propias autoridades, el PSUV ya se ha reorganizado varias veces en su corta vida por lo que los cambios que se implementen entre 1914 y 1915, enmarcados en las Líneas Estratégicas de Acción Políticas legadas por el Comandante Chávez, debieran tender a su estabilización operativa para varios años más.
Pero, el éxito del PSUV depende de su gente, de que asumamos la responsabilidad de luchar seriamente por nuestro proyecto socialista de la mano de los amigos, pero sin temor al enemigo. Lo que está en juego no es cualquier cosa, es la posibilidad de sobrevivir y avanzar en la construcción de una sociedad de iguales, basada en relaciones de solidaridad, no de dominación. Lo que está en juego es la dignidad, soberanía e integridad de Venezuela y de Nuestra América.
Nuestra tarea va desde trabajar diaria y localmente en función de la atención a lo colectivo y la consolidación del poder popular, hasta trabajar regional y nacionalmente para lograr una mayoría abrumadora en las próximas elecciones para la Asamblea Nacional (AN). Mayoría indispensable tanto para marcar la irreversibilidad del proceso como para refundar la propia AN con miras a acelerar la eliminación de la cultura y la institucionalidad burguesa aun presentes en nosotros, en nuestro gobierno y en nuestra Constitución.