Laila Tajeldine
Resulta inaceptable lo que ocurre en el mundo. Ancianos, mujeres y niños palestinos son asesinados a sangre fría; estudiantes mexicanos son desaparecidos; afroamericanos estadounidenses son discriminados y ultimados en las calles; españoles son desahuciados y sufren maltratos policiales; la represión contra el pueblo saharaui no cesa; mercenarios son financiados para realizar ejecuciones en Siria; los indígenas, los gitanos, los kurdos, los tuareg y los mapuches siguen siendo disminuidos en sus derechos naturales; los indígenas ven arrebatados sus territorios a causa del “progreso”; y millones de personas en este mundo sufren la pobreza y mueren a causa del capitalismo salvaje.
Ahora bien, cuando observamos el comportamiento de la comunidad internacional frente a estos eventos que violan los inalienables derechos del hombre, nos encontramos con una total ignorancia, ya que los intereses económicos y políticos determinan la irrelevancia de estos temas.
Así mismo sucede con la llamada sociedad civil, de donde se desprenden las ONGs, estas organizaciones, las relevantes, omiten verdaderas violaciones de derechos humanos, y se constituyen como disfraz del neoliberalismo para perseguir fines políticos y partidistas. El caso más especifico, las ONGs, a pesar de constituirse como una entidad independiente de cualquier gobierno y sin ánimo lucrativo, son financiadas y mandatadas por gobiernos extranjeros (EE.UU-NED-USAID) y empresas trasnacionales, a fin de responder a sus intereses políticos.
La protección de los derechos humanos si responde a una ideología política, que lucha por la igualdad de derechos entre los hombres; donde la salud, educación, vida y trabajo estén garantizados; donde el crecimiento sea en función del desarrollo del hombre; y donde se preserve el planeta; esa ideología es socialista, lo demás es hipocresía y atajos propios del capitalismo.