El título propuesto podría inducir a considerar que solamente en la praxis de la política de “reforma y apertura” en la República Popular China se llega al desarrollo de políticas socialistas en una sociedad referida, en este caso concreto, en la realidad de la sociedad china. Es de toda lógica que para poder alcanzar algún conocimiento referido a la tesis propuesta deberíamos tratar de conocer, claro, superficialmente, como se estructuraba en aquellas realidades la sociedad china desde las primeras aplicaciones de las políticas referidas en aquellos momentos álgidos post-Revolución Cultural.

Para poder referirnos con cierta objetividad nos sustentaremos en aquellas realidades que pudimos conocer en aquellos momentos de responsabilidad diplomática cuando el señor Embajador Roy Chaderton Matos nos instruyó sobre el ámbito a desarrollar cual fuera la celebración del “Bicentenario del Natalicio de El Libertador”, don Simón Bolívar, en el amplio espectro nacional de la República Popular China. Ello nos permitió bajo la experimentada guía del señor Embajador don Régulo Burelli Rivas gracias a su conocimiento por sus ocho (8) años de experiencia diplomática en la URSS, entrar en interesantes conversas con la intelectualidad china quienes, fundamentalmente, se habían visto perseguidas durante aquellos años de “caos y anarquía” como consecuencia de la revolución referida más arriba.

Nos parecía que la sociedad china estaba perfectamente delimitada en dos sub-conjuntos sociológicos: el urbano y el campesino justo previo al desarrollo a la praxis ante-propuesta de “reforma y apertura”. Comentamos que estaba “perfectamente delimitada” la sociología china porque las situaciones objetivas de los sectores obreros y obreras fabriles se encontraban en un istmo de indefiniciones producto de las realidades que se vivían a lo interno de las diferentes industrias y fábricas chinas a nivel nacional gracias al “desorden laboral y la alienación seudo-ideológico-estalinista” de quienes sustentaban sus criterios en slogans vacíos y sin contenido en sus siquis de real progreso nacional socio-económico progresista mucho menos socialista y seudo-internacionalista. Es decir, lo fundamental para aquel sector laboral era la “expresión de una política revolucionaria vacía” y mantener sólido la realidad del “bowl de hierro”, es decir, cobrar, comer, no trabajar y seudo-paro-huelguístico-permanente en una demostración de “soberbia y egoísmo de mentalidad pequeño-burguesa”. Aquella realidad objetiva se conjugaba como complemento real de la sociedad urbana en vestida “gris y azul” en perfecta demostración de la “alienación al socialismo real”: la igualdad absoluta; es decir, la igualdad social de clases por la vestimenta, es decir, lo absurdo de una seudo-ideología que trataba de alcanzar “la igualdad sociológica” sustentándose en un seudo-materialismo-dialéctico mal elaborado para así evitar la lógica realidad en perfectibilidad de una sociedad post-moderna en “lucha de clases”. Es decir, todos con la misma casaca, todos somos iguales ¿y alienados?.

Aquello significaba que las políticas que diseñara el PCCh deberían tener en consideración aquella objetividad en expresión social, tendrían que convencer a aquella sociedad urbana que debía incorporarse a las nuevas realidades significativas de la praxis del “nuevo plan nacional de desarrollo equilibrado”. Para poder alcanzar aquel convencimiento era necesario objetivar las realidades que expresaban las contradicciones entre la “oferta y la demanda”; es decir, entre las reiteradas líneas políticas que significaron el triunfo de la Revolución China y las realidades consecuenciales de “caos y anarquía” que se habían desarrollado en objetividad durante todo el proceso de la “Revolución Cultural”.

Como una primera medida, el PCCh permitiría un desarrollo lento pero constante y significativo de la oferta en las necesidades cotidianas de “la mesa de la familia china” con lo cual tendría que enfrentar las realidades anquilosadas que se expresaban en las diferentes comunas nacionales. Es decir, de aquella larga fila de los más de 40 asnos cargados de comida provenientes de la Comuna de Beijing ya mencionada en texto anterior, se le permitiría al campesinado ofrecer sus productos agrícolas directamente en pequeños mercados populares auto-regidos por los propios campesinos. Nuestra experiencia de visita a estos mercados citadinos nos permitió percibir el impacto real de la adaptación del sector campesino al mercadeo directo de sus productos provenientes de sus laburos personales. Al tiempo, en visita personal a la Comuna de Beijing conocimos el inmediato impacto en la “nueva gerencia” de la comunidad comunera cuando, en comité de decisión, decidieron re-distribuir la tierra para la producción familiar con las consecuencias correspondientes de manejar y controlar las propias ventas y ganancias de la producción colocada en aquellos pequeños mercados populares urbanos con lo cual, en progresión lógica, las familias campesinas comenzaron a “acumular” con las correspondientes consecuencias en las demandas de bienes familiares que impactarían en la necesaria restructuración de las industrias y fábricas y sus objetivos y gerencia. Es decir, una simple pero importante decisión del PCCh ocasionó una espiral de decisiones que impactaron positivamente no solo en la economía sino en la siquis tanto social-urbana como social-campesina sin necesidad de impactar en la propiedad comunal.

Durante nuestra primera misión diplomática (1981-1984) como lo expusimos más arriba nos avocamos a la celebración del “Bicentenario del Natalicio de El Libertador, don Simón Bolívar” pero ello no fue frontera para no poder sostener algunas conversas con la intelectualidad china en aquello búsqueda del “alma china” y su relación con el proceso revolucionario socialista en curso. Así como el intelectual, ex-guerrillero y dirigente estudiantil en la UCV, don Victor Ochoa, durante el periodo de la “Revolución Cultural”, participara en aquella famosa frase: “pensamiento Mao Zedong” en contraposición de la propuesta del fundador del MOIR (Colombia) quien propusiera como traducción el concepto: “pensamiento de Mao Zedong”, con significativa e importante diferencia conceptual para los escasos sinólogos de lengua hispana, durante el proceso de “reforma y apertura” Deng Xiaoping expuso un nuevo concepto en el marco del pensamiento revolucionario socialista: “socialismo con características chinas”.

No es de intención en este texto desglosar nuestros pensares sobre ese concepto pero una pequeña referencia nos tendría que llevar a la correspondiente reflexión sobre los significados contenidos-conceptuales en esa propuesta de Deng Xiaoping. En nuestro modesto pensar dicho concepto se contraviene con el concepto: “socialismo real” porque impacta, directamente, los paradigmas significativos de la “alienación cominterano-estalinista” y sustenta la revolución socialista en las realidades nacionales y sus contradicciones con las realidades internacionales. Al tiempo que ello obliga, inevitablemente, a tener que alcanzar un diseño de la estructura económica nacional en términos marxista sustentado en la Historia y en su conocimiento objetivo que va más allá de la Historia Heroica Nacional china. Para su mejor comprensión.

Mao Zedong basó la praxis revolucionaria de “La Larga Marcha” en los reales significados de la “Rebelión de los Taiping” y las bases fundacionales de la “Revolución Cultural” en el ataque frontal al “pensamiento de Kung Fuxi” (Confucio) y los impactos históricos de ese pensamiento tradicional-histórico impreso en el “alma china”. Es decir, de aquellos escritos juveniles sobre aquella propuesta de un “gobierno republicano” sustentado en el modelo estadounidense, Mao se confrontó con su propia contradicción objetiva que significaba la realidad histórica de toda China pero sin alcanzar las profundidades de los significados del “modo de producción asiático” y sus desarrollos históricos “aguas abajo” de la sociedad rural china.

Nos permitimos “hacer un alto en el camino” para proseguir en algún tiempo posterior.