Miguel E. Canosa

 

La irrupción de la tendencia kirchnerista dentro del peronismo ha desatado una disputa dentro del amplio marco del «campo popular». Así, quienes en un momento se sintieron identificados por las políticas impulsadas por Néstor Kirchner durante su presidencia y hasta su lamentable desaparición física, ven con recelo y hasta rechazo la conducción llevada a cabo por Cristina Fernández, quien no es reconocida como conductora de un proyecto nacional y popular, aunque si aceptada como presidenta.

En este escenario de divisionismo del peronismo, aparecen nuevos actores políticos que representan una buena parte del imaginario peronista y que ven en la figura de Sergio Massa a un posible sucesor del proyecto histórico iniciado por Hipólito Yrigoyen, Juan Perón, Ménem, Kirchner y Duhalde como actores reales del peronismo en esta nueva etapa que se abre hacia el recambio presidencial del 2015.

La disgregación política del campo nacional y popular y su acefalía de liderazgo real ha sido el principal factor de la nueva crisis que atraviesa la nación de San Martín y el origen de los reacomodamientos de intereses económicos interburgueses que marcan el capitalismo argentino de estos días sometido a un impresionante giro de divisas por pagos de la deuda externa en más de 200.000 millones de dólares en los 11 años de kirchnerismo, los pagos al FMI, países del Club de Paris, empresas estatizadas en CIADI y remesas de ganancas o fuga de capitales, que una década despues pretende controlarse cuando se ha desangrado la economía de los argentinos como nunca antes en el historia del país.

Así, el capitalismo salvaje tuvo en Cristina Fernández a una socia ideal para la transferencia de riquezas hacia las corporaciones y bancos extranjeros, y una gerenta esencial en el control social de la masa peronista en los comienzos del siglo XXI, con niveles de pobreza elevados, déficit educacional y sanitario estructural y niveles de conocimiento bajos para lo que ha sido históricamente la tierra de los 5 premios nóbeles.

 

El control comunicacional de las empresas privadas a pesar de la «ley de medios», pone a los intereses nacionales en peligro tras la defraudación kirchnerista y las amenazas de fuerzas del macrismo, sciolismo y massismo, que con sus aliados «radicales» y «socialistas» y ante la falta de una izquierda inteligente, pone a la Argentina al borde de una nueva crisis de representatividad provocada por el capitalismo y sus gerentes, presidentes y presidentas de un país rico con demasiados pobres.