Camilo Rodríguez

 

El ex presidente Néstor Kirchner ideó en 2007 un espacio político juvenil al que le designó a dedo su líder familiar, Máximo Kirchner, primogénito de Néstor y Cristina, quien luego de varios años y tras la desaparición física del conductor del kirchnerismo, finalmente hizo su presentación en público y expresó sus ideas hace algunas semanas en el Estadio del Club de Fútbol, Argentinos Juniors, de la ciudad de Buenos Aires.

Se suponía que ante el pedido de las organizaciones sociales de crear una «fuerza propia» que apoyara al gobierno en sustentar políticamente y acompañar la gestión, se crearía un espacio político amplio y democrático, ideológicamente unido y organizativamente consolidado para enfrentar a un supuesto enemigo del proyecto nacional y popular, proyecto luego liderado por Cristina Fernández.

La precipitada muerte de Néstor, y el aluvión de jóvenes volcados a la política del kirchnerismo, transformó a «La Cámpora» en el reemplazo de las organizaciones sociales existentes y en la ocupación de cargos en la administración al estilo paracaidista, en la que hermanos, hermanas, primos, primas, amigos, amigas, esposos, esposas, novios, novias y amantes, ocupan lugares con muy pocos conocimientos de la gestión que concluirá indefectiblemente el 10 de diciembre de 2015.

En este devenir, las organizaciones que quedaron lideradas por «La Cámpora» en el espacio de encuentro «Unidos y Organizados»  son actores secundarios de las decisiones tomadas por designios verticalistas, de dudosa eficacia política, no solamente para las organizaciones cooptadas y «quebradas», sino fundamentalmente para la «fuerza propia» que ve pasar el tiempo realizando acciones nada relevantes para lo que se supone es un gobierno transformador, aunque más alineado a ideas políticas algo estatistas con centralidad en los negocios capitalistas con empresas extranjeras del petróleo, las semillas, la minería o las comunicaciones.

La propia fuerza se va disgregando por la base al apreciar cotidianamente y en sus propias familias que a pesar de los subsidios o contratos obtenidos en esta década, las condiciones de vida materiales no se han modificado y que el acceso a la educación y la salud continúan difíciles para los sectores populares a los que la «propia fuerza» venía a rescatar. Sucede que «La Cámpora», como toda fuerza burguesa de extracción rica en su cúpula, degeneró en una casta de personas alejadas de los intereses verdaderos del pueblo peronista y se encuentra fijado en lo que le resta de mandato para llevarse todo lo que se pueda y aguantar el temporal que se viene luego de 2015, con un supuesto liderazgo cosanguíneo, de casta y secta.

Así, la experiencia kirchnerista ingresa en su fase de último año primaveral con más tormenta que sol, a los banquinazos y aspirando lo que haya hasta donde dé.