Miguel E. Canosa

 

Como toda experiencia política basada en prácticas capitalistas burguesas desconectadas de los sectores populares, aunque cooptándolos, el proyecto político denominado kirchnerismo muestra su verdadero rostro de centro derecha, pagando la totalidad de la deuda externa a los acreedores internacionales, los organismos internacionales FMI, Club de París y empresas extranjeras mediante arbitraje del CIADI (esperpento neoliberal para saquear las arcas de los Estados) no denunciado por el gobierno argentino.

 

Con la batuta nepotista de Máximo Kirchner se va perfilando el tipo de campaña dentro de las filas del Frente para la Victoria, construyendo un candidato que le haga frente a Daniel Scioli, pero solo a manera de sparring en un entrenamiento de boxeo, donde el ministro Randazzo o el gobernador entrerriano Uribarri, serían quienes recibirán los golpes de los votos en las urnas de las elecciones internas, abiertas y obligatorias PASO, que deben desarrollarse en agosto de 2015.

 

Scioli, de fluidos contactos con la embajada de los EE UU y el gobierno de Israel se prepara para ganarle al kirchnerismo puro de la mano de los principales medios de comunicación, incluídos el grupo Clarin y el diario La Nación, los dos agentes mediáticos que instalan la agenda de la realidad política en el país y que auxiliarán a Scioli para ganar las PASO, al mismo tiempo que lo harán con Sergio Massa por afuera del kirchnerismo, pero con el mismo objetivo: sentar en la poltrona presidencial a un candidato que responda a los intereses de las empresas transnacionales y sus socios locales.

 

La defección kirchnerista en la retirada obligada, lo lleva a dar un viraje hacia posiciones más cercanas al neoliberalismo duro y puro pactando con CHEVRON, Monsanto y Barrick Gold, tres empresas insignias del colonialismo y el saqueo en principios del siglo XXI.

 

Cristina Fernández, agobiada tras la muerte de su esposo y luego de los primeros meses de negación de la realidad, cayó en un profundo abismo político que somatizó más allá de los imaginado y que, en la actual coyuntura, deja a su hijo Máximo en el poder detrás del trono, intentando negociar con el Partido Justicialista el reparto del poder, en el supuesto de un triunfo en primera o segunda vuelta electoral de las elecciones generales de octubre de 2015.

 

El «Caballo de Troya», Daniel Scioli, se prepara para el triunfo contra los demás candidatos y la eliminación política del kirchnerismo en los próximos 8 años de sciolismo.