Agencias

 

8 de octubre 2014.- Los estadounidenses Eric Betzig y William E. Moerner y el alemán Stefan W. Hell se consagraron con el premio Nobel de Química de este año por desarrollar la microscopía fluorescente de alta resolución, anunció hoy la Real Academia de las Ciencias Sueca.

 

El jurado quiso así reconocer el trabajo de los tres galardonados en el desarrollo de microscopios de «alta resolución» que emplean «moléculas fluorescentes», una técnica también denominada «nanoscopía».

Esto permite estudiar «moléculas individuales dentro de células vivas», algo hasta entonces imposible con las técnicas de los microscopios ópticos tradicionales.

Este avance ha contribuido al estudio de enfermedades como el alzheimer y el parkinson, así como en el análisis de procesos cognitivos en las neuronas del cerebro, explicó el jurado.

El estadounidense Eric Betzig, nacido en 1960, es doctor por la Universidad Cornell de Ithaca, de Nueva York, y trabaja actualmente en el Instituto Médico Howard Hughes, de Ashburn, también en Estados Unidos.

El alemán Stefan W. Hell, nacido en Rumanía en 1962, se doctoró en la Universidad de Heidelberg y dirige hoy el Instituto Max Planck de Química Biofísica, en Gotinga (Alemania), y el Centro Alemán de Investigación contra el Cáncer de Heildelberg.

El tercer premiado, el estadounidense William E. Moerner, nació en 1953 y, tras doctorarse como Betzig en la Universidad Cornell, trabaja en la Universidad de Stanford.

Los galardonados dividirán a partes iguales los 8 millones de coronas suecas (1,1 millones de dólares) con que está dotado el premio.

En año pasado, la Real Academia de Ciencias Sueca premió con el Nobel de Química a tres investigadores por elaborar sistemas informáticos universales que han revolucionado el estudio de la química y con aplicaciones en múltiples campos, desde la medicina a la mecánica.

Los galardonados fueron el austríaco Martin Karplus, el británico Michael Levitt y el israelí Arieh Warshel, que habían desarrollado modelos multiescala para sistemas químicos complejos permitiendo unir dos campos antes enfrentados, la química clásica y la química cuántica, según destacó la Academia.