Según los últimos pronósticos de los Centers for Disease Control and Prevention de Estados Unidos (CDC), si la pandemia del Ébola continúa progresando al ritmo actual, de aquí a enero de 2015, podría afectar a 1,4 millones de personas en Liberia y Sierra Leona. Esto provocaría la muerte de 700.000 de ellas al cabo de un año y haría del Ébola la tercera causa, tras el sida y las afecciones por vías respiratorias, de muertes provocadas por enfermedades infecciosas en África. Si también se tienen en cuenta los efectos inducidos de semejante catástrofe sobre la alimentación y la salud global de la población afectada, los dos países más afectados podrían asistir en un año a la desaparición de casi el 10% de su población. De ahí que sea urgente comprender sus causas para tratar de evitar lo peor y prevenir tragedias parecidas en otras regiones del Sur.

Señalemos, en primer lugar, que la progresión de la enfermedad parece estar bajo control en Nigeria y en el Senegal y que se ha ralentizado un poco en Guinea. En República Democrática del Congo (RDC), donde a finales de agosto hizo acto de presencia una epidemia semejante, parece que está bajo control. Habría que señalar que este país acumula experiencia en el tratamiento de esta enfermedad desde 1976. Por consiguiente, ¿cómo explicar la excepcional gravedad de la pandemia en Liberia, que concentra la mayoría absoluta de los nuevos casos declarados desde mediados de agosto, seguido en segunda posición por Sierra Leona? Aparentemente, si Guinea sale mejor parada, es porque la epidemia empezó en los distritos forestales del sur, bastante aislada de una economía basada esencialmente en la explotación de la bauxita en el norte del país (1ª reserva mundial). En realidad el sur de Guinea país tiene más relación con Liberia y Sierra Leona que, además, le ofrecen las salidas más próximas al mar.

Así pues, para comprender la gravedad de la situación en Liberia, Sierra Leona y el sur de Guinea, hay que mirar de más cerca las particularidades de esta sub-región. Citaré cuatro elementos que, en conjunto, constituyen un coctel explosivo:

1. Desde finales de los años 1980, Liberia, Sierra Leona y el sur de Guinea se encuentran en el corazón de conflictos armados para al control de recursos naturales.

2. En la primera mitad de los años 2000, tras el restablecimiento de una paz relativa, el ascenso fulgurante de las inversiones extranjeras para acaparar tierras y en el sector minero dio continuidad a la expropiación del pequeño campesinado, ya bastante fragilizado por la guerra.

3. La destrucción acelerada del bosque pone en peligro las especies animales y empuja a sus microbios contaminantes a buscar nuevos nichos al margen de su ecosistema tradicional.

4. El desmantelamiento de las instituciones Estatales surgidas tras la independencia, transfirió sus funciones básicas a agentes privados exteriores, a ONGs e, incluso, a las grandes potencias occidentales.

Es el cúmulo de estos cuatro elementos lo que hace de estos países un terreno propicio para la difusión del virus del Ébola.

La guerra por el control de los recursos naturales

Las guerras civiles que ensangrentaron Liberia y Sierra Leona desde finales de los años 1980 fueron provocadas en gran parte por grupos -se encontraran en el poder o rebeldes- que rivalizaban, con la complicidad de las grandes transnacionales, por el control de los recursos naturales. En concreto, por el control de los diamantes (blood diamants) y de la madera. Estos conflictos causaron la muerte de cerca de 200.000 personas, sin hablar de los centenares de miles de personas heridas, mutiladas, de mujeres violadas, de huérfanos y de desplazados y refugiados. La extensa zona forestal que abarca la frontera común de Liberia, Sierra Leona y el sur de Guinea, fue particularmente arrasada por los combates que oponían al ejército guineano y a las fuerzas armadas de Liberia que apoyaban a los rebeldes de Sierra Leona/1. Por añadidura, esta zona alejada de las capitales de los tres países continúa siendo, paracticamente hasta la actualidad, el teatro de violencias recurrentes, tanto en el distrito de Kolahun (condado de Lofa) en Liberia/2, como en el de Gueckedou, en Guinea. Es en éste último en el se declaró la epidemia del Ébola en diciembre de 2013.

Mientras Liberia y Sierra Leona conocieron una estabilidad relativa con el establecimiento de una pseudo-democracia representativa (a partir de 2005 en Liberia y de 2005-2007 en Sierra Leona), con el apoyo diplomático y de las fuerzas especiales británicas y estadounidenses, que prolongaron las misiones de paz de la ONU, la economía se fue recuperando. El índice internacional de «libertad económica» (Heritage fondation y Wall Street Journal) muestra una mejora continua de la «libertad» comercial, monetaria, fiscal y para las inversiones en ambos países, en la que sólo retrocedieron los derechos de los trabajadores y trabajadoras y el gasto público. No hay duda: en el contexto de una nueva carrera para el reparto de África, la competencia internacional para el control y la explotación de los recursos naturales marcha viento en popa sin necesidad de utilizar las costosas bandas armadas. Según el Banco Mundial, durante los últimos 5 años (2009 a 2013), el PIB de Liberia creció una media del 11,1% anual, en tanto que el de Sierra Leona lo hizo al 10,0% y Guinea -muy rezagada- a un 2,4%, aún cuando esta última no ha sufrido ningún conflicto tan destructor en la mayor parte del país.

Expropiación de las comunidades rurales

En Liberia y Sierra Leona, las comunidades rurales han sido las primeras víctimas de la guerra y de la explotación salvaje de recursos naturales por parte de las partes en conflicto: los desplazamientos internos de poblaciones han alcanzado a casi la mitad de sus habitantes, suscitando un flujo de refugiados hacia los Estados vecinos y desarraigando a centenares de miles de pequeños agricultores. Es en este contexto en el que se han desarrollado las importantes operaciones mineras y el acaparamiento de tierras (land grabbing) a lo largo de estos últimos años, que han contado con el apoyo febril de las autoridades internas. El año 2012, los beneficios fiscales concedidos a seis grandes sociedades representaron el 59% del presupuesto de Sierra Leona (The Guardian,15/04/2014).

En Liberia, el acaparamiento de tierras agrícolas por los inversores internacionales se ha disparado; sobre todo, en lo que tiene que ver con las plantaciones del árbol del caucho (Hevea), palmeras para el aceite y agrocarburantes; para terminar, la extracción del mineral de hierro ha sido objeto de nuevas concesiones. Hoy en día, este país detenta el record mundial del ratio en inversiones extranjeras en relación al PIB. En paralelo, el 85% de sus habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza y el 80% no tiene empleo alguno. Sierra Leona presenta un cuadro parecido. En noviembre de 2011, la compañía suiza Addax Bioenergy, propiedad del multimillonario del cantón de Vaud (capital Lausana), Jean Claude Gandur, inauguró una gran unidad productiva dedicada a la explotación de 20.000 hectáreas de caña de azúcar, una refinería de etanol orientada a la exportación y una central eléctrica. Sólo en este país, las sociedades internacionales acaparan actualmente alrededor de 500.000 hectáreas entre todas ellas/3. De ese modo, estos inversores privan a la agricultura de subsistencia de la tierra y del agua necesaria. De ahí que el pasado 24 de junio,, haciéndose eco de numerosas protestas populares, 180 personalidades apoyaron la Declaración de Freetown contra el acaparamiento de tierras/4.

Destrucción de los ecosistemas forestales

Las zonas boscosas de los tres países son objeto de una explotación creciente en función de la presión demográfica agravada por el aflujo de centenares de miles de refugiados que huyen de los conflictos armados. Al mismo tiempo se ha cedido el sector de la madera a concesionarios internacionales que construyen pistas forestales y emplean ejércitos de leñadores. Las actividades mineras artesanales y la explotación intensiva de la flora y la fauna también inciden, si bien la población que vive de estas actividades depende cada vez más para su alimentación de los animales salvajes de la sábana que son cazados a gran escala y se utilizan para el consumo humano en los mercados regionales.

En toda esta sub-región, la tala de árboles con fines comerciales ha provocado la destrucción irreversible de los bosques que ya no representan más que el 4%, en Sierra Leona, mientras que en Liberia y el sur de Guinea, donde aún cubre una fracción importante del territorio, su extensión retrocede. Esta erosión conduce a la destrucción acelerada de la fauna y al incremento de sus enfermedades. Sin embargo, ello no impide su creciente consumo por la gente. Sin duda, esta es también la razón por la que los murciélagos que se alimentan de frutos (furgivoros) abarcan perímetros cada vez mas amplios a fin de encontrar alimentos. A partir de ahí, es posible que sean estos murciélagos quienes hayan llevado la cepa del virus del Ébola del África central al África occidental. Por otra parte, , cada vez colonizan más los árboles frutales de las áreas de población limítrofes de los bosques (Washington Post, 14/8/2014).

Privatización y externalización de los servicios públicos

En 1991, Sierra Leona fue sometida a un programa de ajuste estructural brutal (redujo el gasto público en un 40%) que favoreció el estallido de la guerra civil. Desde entonces, el Estado ha multiplicado la implicación de empresas privadas extranjeras para garantizar los servicios públicos a cambio de una parte de la renta de los diamantes. Así, el país dispone de tropas privadas, de aduanas privadas, de un Banco Central privado y de pesquerías privadas… que suscitan una complicidad creciente entre los señores de la guerra africanos y las grandes compañías internacionales/5. Liberia tomó el mismo camino, lo que ha llevado a la casi-desaparición de sus ya mínimas infraestructuras sanitarias. Hoy en día, cuenta con 1,4 médicos y 27,4 enfermeros/as por cada 100.000 habitantes, contra, respectivamente, 2,2 y 16,6 en Sierra Leona. La media de la OCDE es de 320 y 890 (Vox, 2/10/014).

Con el advenimiento de la paz en los años 2000, han continuado existiendo procesos análogos a este. A partir de esa fecha, han sido los poderes «democráticamente elegidos» e internacionalmente reconocidos quienes han vendido los recursos naturales de esos países a inversores extranjeros. Inversores que no están obligados a aceptar una participación nacional, aunque sea ultra-minoritaria, en el capital de las compañías. Éstas, están autorizadas a repatriar todos sus beneficios, tienen garantía de que cualquier modificación eventual de la legislación que no les resulte favorable no podrá serles aplicada y están exoneradas de impuestos. También disponen de una mano de obra del país que desafía cualquier competencia. ¡Es obligado señalar que la presidente de Liberia estudió economía en EEUU y que trabajó para la Banca MundiaL, para Citibank y para HSBC! Lo poco de Estado «nacional» que queda en ese país sólo sirve para reprimir a la población que osa protestar contra los representantes del poder y sus decisiones. Contra el Ébola, las autoridades de los países afectados pusieron énfasis en el bloqueo militar de rutas, la imposición de la cuarentena a centenares de miles de personas y la persecución de las familias que no declaraban a sus enfermos para garantizar que no se los llevaran sin aportarles ningún cuidado.

El mismo panorama se da en el sur de Guinea, en el que las miserables instituciones del distrito de Guéckédou no pudieron responder, en el curso de estos 20 últimos años, al crecimiento exponencial de su población que pasó de menos de 80.000 habitantes a cerca de 350.000 en la actualidad. Allí, las infraestructuras son hasta tal punto inexistentes que cuando, en marzo de 2014, Médicos sin Fronteras (MSF) desplazo sus primeros equipos, la ONG tuvo que arreglárselas para elaborar un plano de la ciudad. En una jornada, a partir de imágenes de satélite, 200 voluntarios del mundo entero participaron en el emplazamiento de 100 000 viviendas sobre un plano que no indicaba más que dos rutas y algunas grandes perímetros habitados (New Scientist, nº 2964, 11/04/2014). Una hazaña que no es más que el reflejo del abandono total de los servicios públicos.

AFRICOM no es el Ejército de Salvación

El papel desempeñado sobre el terreno por MSF también es expresión emblemática del abandono de organismos de Naciones Unidas como la OMS. Sin duda, desde la primavera pasada, MSF, con un presupuesto anual de 400 millones de dólares financiados a través de donaciones privadas y 35.000 voluntarios y voluntarias, ha sido, el principal actor sobre el terreno en la lucha contra la epidemia en África occidental. Desbordada por la dimensión del problema, no dudó en lanzar un llamamiento a la masiva solidaridad, civil y militar, internacional (Foreing Policy, 22/09/2014). A excepción de Cuba, que anunció el envío de 400 médicos y enfermeras, y que ya ha desplegado sobre el terreno a la mitad de ellos, fundamentalmente, han sido los países más comprometidos en el reparto de África quienes han respondido al llamamiento. China transformó un hospital, que había construido hace algún tiempo en Freetown, en un centro de cuidados y envió el personal médico necesario. Las antiguas potencias coloniales han realizado pequeños gestos: Francia prometió un centro para el tratamiento y un laboratorio en Guinea y el Reino Unido hospitales de campaña en las cuatro zonas urbanas de Sierra Leona (New York Times,1/10/2014).

Obama dio un paso espectacular: decidió enviar 3.000 militares a los países más afectados para contribuir a garantizar la distribución de la ayuda en coordinación con Senegal y con las ONG que actúan sobre el terreno y, también, establecer 17 centros médicos con 100 literas cada uno. El cuartel general de esta operación se encuentra en Monrovia (Liberia) bajo la dirección de un general de AFRICOM. Tras su intervención en Nigeria contra Boko Haram, el ejército de EEUU tiene una nueva oportunidad para limpiar su imagen en el continente, al mismo tiempo que colabora con 49 Estados africanos sin conseguir establecer por el momento una base del AFRICOM en el continente. Poco más de un mes antes, el presidente de EEUU se reunió con 51 delegaciones de los países africanos en Washington en una cumbre económica sin precedentes: Como señalaba Forein Policy in Focus el 6 de agosto pasado, «Si dejamos caer la máscara de las relaciones públicas y las palabras bonitas, lo que queda al descubierto es la carrera por el petróleo, los minerales y los mercados para los productos de EEUU».

Si el diablo hubiera concebido la publicidad para vender el capitalismo a la humanidad, habría optado por presentarlo como la Suiza y sus montañas… de chocolate, mientras que quien lo comprara, recibiría a cambio países como Liberia, Sierra Leona y el Ébola. Efectivamente, la epidemia actual es un concentrado de las consecuencias mortíferas de un orden mundial que se alimenta del crecimiento abismal de las desigualdades: la explotación sin límites de las personas y de los recursos naturales, la destrucción del medio ambiente, un crecimiento de dos dígitos (¿hasta cuando?) que no beneficia mas que a los inversores extranjeros y a algunos potentados locales, de Estados en rebajas para las multinacionales que no saben más que reprimir el descontento de sus ciudadanos y ciudadanas, de servicios públicos totalmente privatizados, suplidos por ONG caritativas y, en caso de crisis aguda, por ejércitos extranjeros cuyo objetivo es garantizar la pervivencia de ese sistema. Los «teóricos del complot», que imaginan que el Ébola surgió del cerebro de un científico perverso contratado para la investigación militar del imperialismo, son incapaces de ver que los verdaderos agentes de la muerte son los reducidos sectores sociales que se benefician del actual orden mundial y que no podrán ser destronados más que por la acción masiva de los pueblo en lucha.

Por tanto, para contribuir a salir de esta barbarie es necesario denunciar desde ahora la mistificación de quienes no cesan de anunciar el despegue de África, disfrazan a las multinacionales como agencias de desarrollo, hacen pasar a MSF como la OMS y confunden AFRICOM con el Ejército de Salvación. Al mismo tiempo, nuestra solidaridad tiene que estar dirigida, ante todo, hacia los movimientos sociales africanos que luchan contra el pillaje de los recursos naturales, la expropiación del campesinado, la super explotación de la gente asalariada, la ruina de los servicios públicos y la represión de las libertades democráticas.

7/10/2014

Jean Batou

Traducción: VIENTO SUR

Notas:

1/ Fue del sur de Guinea de donde partieron los «liberiens unidos para la reconciliación y la democracia» (LURD), con el apoyo de EEUU, para desalojar de Monrovia a Charles Taylor en 2003.

2/ Dowd, Caitriona et Raleigh, Clionadh, « Mapping Conflict across Liberia and Sierra Leone », Accord, n° 23, 2012, pp. 14-18.

3/ The Oakland Institute, Understanding Land Investment Deals in Africa. Country Report : Sierra Leone, 2012.

4/ http://climateandcapitalism.com/201…

5/ William Reno, Corruption and State Politics in Sierra Leone, Cambridge University Press, 2008
 


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