Estén alerta. La escases de gasolina no es nada ante lo que traerá este mundo consumidor. Esto pueden saberlo muy pocos y lo más seguro es que los dueños del planeta aún no lo digan, pero, según los silentes expertos y la comunidad de la inteligencia no tan secreta, el globo no está cambiando, están maquillándolo. Sorpréndanse, este es un mundo diferente, sitiado por sus recursos, inventariado a un nivel no experimentado nunca antes por ningún imperio desde los antiguos a estos modernos, mantenido a punta de amenazas, fotoshop y mentiras palaciegas con TV edulcoradas.

Estamos ante dos obras de teatro. La primera una congoja: insuficiencia de recursos naturales y no porque no existan, es que estamos a un nivel de extracción nulo, la guerra es la máxima inversión. El segundo punto el más trillado, el cual desde ya está cobrando como un espíritu en penas y es el cambio climático. Provocando un tsunami de sacudidas, terrorismo, guerras religiosas: el mundo ha traspasado el cenit de las beligerancias.

Entender esto en medio de tanto Botox y CNN todavía no es nada fácil. Como imaginarse este mega desastre con tan alto volumen en los digitales aparatos de sonido y redes sociales que a pesar de aumentar los menajes aún no colapsa.

Pero las guerras ya comenzaron por agua —Palestina y Libia— navegabilidad de estrechos atlánticos —Ormuz, Cuerno de África y Canal de Suez—, paso por océanos y hasta ríos —Amazonia y y el Indico—. Alimentación —Somalia y Túnez— subidas en sus precios y escases, migraciones masivas de refugiados —Europa inundada—. Presenciamos la ruptura del orden social y colapso de muchos Estados. Y ese caos es una pesadilla en los países que los provocaron: los ultra desarrollados.

¿Y cómo ha comenzado esto o mejor dicho como va a terminar? Con un falso Califato Islámico el cual ha hecho perder un cuarto del valor del precio internacional del barril petrolero solo en el mes de octubre del 2014.

Los causantes: 200.000 terroristas financiados estratégicamente sobre un pedazo geográfico entre Siria e Irak. Es muy sencillo lo que vendrá: escasez de recursos naturales vitales, incluyendo energía, agua, territorio, alimentos y minerales básicos. Todo esto, en sí mismo, ya está garantizando la suficiente agitación social, fricciones geopolíticas y guerras.

Para que se haya producido este escenario deben buscarse entre los irresponsables a las petromonarquías del Golfo Pérsico y a otro más: Israel junto a la OTAN. Pero dada la oleada tras el derrocamiento de una veintena de gobiernos tras la “Cancillería Mac Cain”. Toda la cancillería Carter iniciada tras el convulsionado 1979 quedó en pañales.

Ni todos los juntos árboles con sus animales o peces serán tan abundantes ni menos los 42 años ya insuficientes que ya comienzan a restarle al planeta de petróleo. Muy pronto este mundo trasformado en velocidad todos sus recursos le desaparecerán. Los materiales claves para esto que muchos se han encargado de refritar como “la civilización moderna” están llegando a su infeliz término. Petróleo, uranio y cobre sencillamente son cada vez más insuficientes y costosos de adquirir, produciéndose con esto “avíos de pescuezos” con bordes de botellas filosas.

Y en todo esto está el petróleo. El producto más importante de esta economía global. La demanda crecerá, para que poner a dudarlo. Lo que sí es seguro es que no alcanzará para todos. El World Energy Outlook del 2011 —Agencia Internacional de Energía— afirmaba que en el 2035 iba a satisfacerse una prevista demanda global de petróleo de 104 millones de barriles al día. Se equivocaron sólo en la cifra, ahora será de 135 millones de toneles diarios.

Esto, sugería el informe, podría conseguirse gracias, en una gran parte, a los nuevos suministros de “petróleo no tradicional” (las arenas bituminosas, las pizarras bituminosas, así como 55 millones de barriles de petróleo nuevo de campos “aún por encontrar” y “aún por desarrollar”. Pero quien está dispuesto a invertir en un planeta quebrado no menos de 10 billones de dólares para conseguir estos sueños. ¿Ahora, valen los sueños en este mundo factico?

Sin embargo, muchos analistas se burlan de tan “optimista valoración, postulando que los crecientes costes de producción de la energía (cuya extracción será cada vez más difícil y más costosa), la oposición-reacción del medio ambiente, las guerras, la corrupción y otros impedimentos harán extremadamente difícil conseguir incrementos de esa magnitud. Es decir, incluso aunque se consiga incrementar la producción durante un tiempo desde el nivel de 90 millones de barriles al día de 2010, el objetivo de 135 millones de barriles no nos va a alcanzar el tiempo, mientras los principales consumidores se enfrentarán en una virtual, cuando no absoluta, escasez.