¿QUE VA A PASAR DESPUÉS DE OCTUBRE EN BRASIL Y EL CONO SUR?
William Yohai
9 de setiembre de 2014
Un trabajo de Marcelo Falak publicado en “Ámbito Financiero” nos alerta
sobre las posibilidades que un triunfo de la “ecologista” Marina Silva abre
para el gigante a nuestro norte y, sin duda, también para nosotros.
La muerte accidental del candidato del partido “socialista” (las comillas
van por lo alejado que está la realidad de dicha organización de cualquier
ideario con ese nombre) Eduardo Campos dejó a Silva a un paso de la
presidencia de Brasil.
Lo que parecía un triunfo fácil para Dilma Rousseff se ha tornado en un
disputado final en que las encuestas la dan posible perdedora. Y esto ha
cambiado radicalmente las perspectivas no sólo para Brasil sino para todo el
continente.
Como dice Falak:
“La política internacional ha figurado poco en los debates de los candidatos
presidenciales, pero quienes siguen esos temas advierten que si el PT
pierde, Brasil podría volver a alinearse con las posturas librecambistas de
Washington.
El texto es mucho más que una mera formalidad, ya que recoge el interés del gran
empresariado brasileño, cuyo apoyo será ineludible si Marina Silva llega al
poder, dada la debilidad política y legislativa que inevitablemente tendría
la alianza que la sostiene. Asimismo, fue ratificado en público por la
propia candidata.
No hay que confundirse con ella; la suya no es una voz improvisada o
idealista, ajena a los contactos con el gran empresariado. La coordinadora
de su programa económico es Maria Alice Setúbal, nada menos que una de las
accionistas y heredera del principal banco privado de Brasil, el Itaú.
«Neca» Setúbal es desde hace tiempo uno de los principales apoyos
empresariales de la ambientalista. Según la prensa brasileña, donó el año
pasado un millón de reales al instituto de Marina, lo que da cuenta del 83%
de los recursos de éste.
Más que actuar como mera portavoz, la banquera inspiró en la candidata un
pensamiento económico con el que el sector financiero podría sentirse muy
cómodo. No por nada, tras alguna duda y zozobra inicial, cada encuesta que
registra un avance de Marina es saludado con fuertes subas en la Bolsa de
San Pablo.
Un reciente informe del Citi señaló que el plan económico ortodoxo de Silva
beneficiaría a los bancos privados y a empresas contratistas de proyectos de
infraestructura, mientras que podría impactar negativamente en algunos
segmentos industriales.
La gran industria, sobre todo la paulista, se siente en condiciones de
competir en las grandes ligas mundiales. Por eso abandona su viejo reflejo
proteccionista y aboga por una amplia apertura comercial. Para ella, el rol
de la Argentina, el Mercosur y Sudamérica como mercados protegidos para la
consolidación de sus exportaciones ya está cumplido.”
No cabe duda que Dilma Rousseff, tal como antes lo hizo Lula Da Silva, no ha
sido otra cosa que una representante de la burguesía brasileña. Que llevó
adelante una política destinada a suavizar las contradicciones de clase que,
como cualquiera sabe, cuando se tensan demasiado ponen en riesgo la
existencia misma del sistema. Dentro de éste panorama se inscriben, sin
duda, los sucesos que con algunas diferencias pero con mucho mayores
coincidencias han ocurrido en Uruguay. Repartir algo del excedente con los
más pobres para que todo el mundo coma es la esencia de dichas políticas a
la interna. En el plano internacional Brasil mostró siempre, dentro de un
sometimiento general a las políticas imperialistas, un cierto margen de
independencia. Márgenes que se acentuaron durante los gobiernos
Lula-Rousseff.
La cita que reproducimos más arriba pone de manifiesto la posibilidad cierta
de que una victoria de Silva cambie radicalmente el panorama. Para Uruguay,
cualquiera de las dos salidas posibles del proceso electoral (Tabaré Vázquez
o Luis Lacalle) implican más o menos lo mismo. Una profundización del camino
esencialmente neoliberal de la política económica (mediante el abandono de
ciertos pujos neo desarrollistas que anidan en sectores del Frente Amplio)
y, sobre todo, el abandono definitivo del MERCOSUR como proyecto político.
Para los trabajadores de ambos países las implicancias de estos cambios no
pueden ser más sombríos. Porque, además, se dan en un contexto económico
regional y mundial esencialmente desfavorable. Tanto Argentina como Brasil
están en recesión “técnica”. Expresión que más bien tiende a suavizar un
poco la brutalidad del concepto. Recesión implica economías que no crecen,
sino por el contrario, se reducen. A nivel mundial la economía europea está,
también, en recesión o muy cerca de ella. China se desacelera, lejos aún del
decrecimiento económico, pero Japón está también muy cerca de la recesión.
De las grandes economías mundiales sólo los EEUU se muestran con algún
vigor, con un crecimiento anualizado menor a 3%.
Por ahora no se avizora un aumento drástico de las tasas de interés que
pagan los bonos del tesoro de aquel país, el “metro” que determina el piso
de las tasas de ganancia a que aspira el capital a nivel mundial y que
determina, a su vez, los precios de los activos, la tierra rural, la urbana,
las instalaciones industriales, etc. O sea, el precio de cualquier activo
rentable está determinado por el flujo de dinero que éste está en
condiciones de suministrar a futuro. La tasa de interés-ganancia que dicho
activo rendirá (previsiblemente) se equipara con la que proveen los títulos
emitidos por el tesoro yanki.
El bajo nivel de aquellas tasas ha sido el motor del aumento de los precios
de los activos a nivel internacional. Incluidos, por supuesto los de nuestro
país-región.
Un aumento de estas tasas, que se producirá inevitablemente en algún momento
futuro, producirá una inversión drástica en el flujo de capitales
centro-periferia. En Uruguay país que, fruto de una política económica
extremadamente favorable al capital nacional y extranjero, experimentó un
extraordinario aflujo de capital durante la última década, ya comienzan a
verse síntomas de inversión de dicho movimiento. El cambio en la tendencia
de cotización del dólar, que se apreció un 20% entre los primeros meses de
2013 y mediados del presente año, parece indicar que el reflujo de capital
ha comenzado. Apuntamos algunos factores que a nuestro juicio están
influyendo: a) después de “entrar” el capital comienza a generar ganancias
que tienden a ser remitidas a las casas matrices de las empresas. b)
comienzan a agotarse las oportunidades de inversión en el país. El grueso de
las mismas durante los últimos años han estado dirigidas a sectores
vinculados a la producción de materias primas exportables; pasta de
celulosa, soja en bruto, arroz, carne y lácteos con bajo nivel de
procesamiento y al sector inmobiliario. En este último caso dirigidas a la
construcción de viviendas de lujo en la zona costera dentro y fuera de
Montevideo.
Durante el último año creció la inversión pública en el sector energético y
de comunicaciones, básicamente. En el mismo sentido la deuda pública
constituyó un lugar para colocar dineros sobrantes en el “centro”. Y todos
estos factores se están revirtiendo. En el caso de la inversión pública un
déficit fiscal del orden de 3,4% del pbi sugiere que, pasadas las elecciones
de octubre-noviembre, cualquier gobierno que venga llevará adelante alguna
forma de ajuste fiscal reduciendo, en consecuencia, aquella.
Prácticamente liquidado el proyecto “Aratirí” fruto de la caída del precio
del mineral de hierro, el presidente sale despavorido a buscar en Finlandia
la tercera planta de celulosa. Se necesita desesperadamente otro proyecto de
gran envergadura que genere empleo e ingreso de capital. El plan de
“vivienda de interés social” (viviendas que, por su precio elevado
difícilmente puedan calificarse de esa forma) ha tenido un éxito relativo.
Se encuentran en construcción unas 5.000 a la fecha. Su futuro depende de
variables vinculadas al resto de la economía, básicamente dos: 1) el nivel
de las tasas de interés. 2) la evolución de los salarios reales. Todo parece
indicar que no estará en condiciones de sustituir las fuentes de inversión
que se están “secando”.
Con este panorama económico poco proclive al optimismo el fondo de los
planteos que surgen de los discursos de campaña electoral, que tienden a
medidas favorables a “la clase media”, entendida como capital, se explica
por sí mismo.
Todo parece indicar que nos aproximamos a un fin de ciclo. El capitalismo
“bueno” al que algunos llaman social-liberalismo y otros neo desarrollismo
dejará, según las líneas que marca la “borra de café” lugar al capitalismo
“realmente existente”. No parece muy probable que las políticas sociales
desplegadas a partir de la crisis que marcó el principio de este siglo
puedan mantenerse en su totalidad. Y a esto se suman las restricciones que,
según todo parece indicar, impondrá la economía pura y dura.
Falak termina su trabajo con una frase perfectamente compartible: “Algo
fuerte y muy profundo puede cambiar para nuestro país. Es hora de prestar
atención.”
Vale para Argentina, pero tanto o más para nosotros.
1)Se refiere al programa del partido socialista brasileño