Generalizando como antitéticas al pensamiento revolucionario, las acciones y planteamientos de la oposición política de derecha en el país, hasta ahora he centrado mis artículos en la crítica interna al llamado proceso revolucionario bolivariano, ya que este en lo personal al ser compatible con mi trayectoria ideológica es fuente de mi interés y mi preocupación, preocupación esta que se manifiesta ante la presencia de elementos deformantes y contrarrevolucionarios que conviviendo dentro del proceso han sido la causa de un palpable retroceso dentro de la aceptación popular al mismo. Estas deformaciones que más que errores podríamos catalogarlas como faltas graves, podríamos resumirlas bajo los términos de: corrupción, incompetencia, compadrazgo, y repartición de las cuotas de poder a favor de intereses grupales de todo tipo. Todo ello sinónimo de graves fallas ideológicas en su dirigencia, o lo que es peor, dentro de ese maremágnum de aberraciones antes nombradas, la existencia de dirigentes teóricamente bien formados que han sucumbido a la praxis aberrante de mantenerse en el poder por el poder mismo, disfrutando material, espiritualmente, o ambas cosas a la vez de las mieles del poder. Hoy sin embargo quiero hacer hincapié en la guerra económica que la oposición política en representación del Imperio Norteamericano nos tiene declarada, y algunas medidas de importancia que creo nuestro gobierno debería tomar.
El presidente Maduro a pesar de estar prácticamente cercado por el contexto interno aberrante antes descrito, ha emprendido (creo que de buena fe, no hay nada que indique lo contrario), una lucha contra la corrupción, la especulación, y el contrabando de extracción, con la ventaja para hacerlo, de poseer poderes extraordinarios conferidos por la Asamblea Nacional, y la desventaja de tener que pelear en dos frentes, por una parte el frente interno gubernamental, y por la otra con una oposición dispuesta a tomar el poder por la vía que fuere, oposición esta con dos caras de la misma moneda, por un lado el ensayo violento y por el otro la guerra económica, es decir y no es una exageración, el Imperialismo Norteamericano se está empleando a fondo en esta guerra de cuarta generación, adaptando sus métodos de intervención en un área geográfica en la cual (gracias en mayor parte a Chávez), sería difícil su intervención directa de tipo militar, sin obtener una respuesta unánime de repulsa (como mínimo), no solo en Latinoamérica y el Caribe si no en el resto de los países del tercer mundo. Es decir para el Imperialismo, la intervención militar sigue siendo un plan B, cuya variable imperial deseable, sería la intervención foránea a nuestra patria por países vecinos del área, para andar sin eufemismos por Colombia en particular; todas las pruebas lo demuestran, tales como la disposición de todos los Aeropuertos Colombianos para él uso de las Fuerzas Aéreas Norteamericanas, y el haber sido aceptado el Estado Colombiano como socio cooperante en la OTAN lo que confirma el dicho de “que para muestra basta un botón”, en este caso serían “dos botones”. Lo cual me obliga a pensar en que el desarme de la guerrilla colombiana, a lo cual el gobierno Bolivariano a contribuido, no sea a la larga perjudicial para nuestra patria, ya que de esto lograrse, se le dejarían las manos libres a la oligarquía colombiana, para así poder emplear esa ingente masa de tropas bien entrenadas en contra nuestra y con apoyo o como agente no solo de los E.E.U.U. si no de la mayoría de las Naciones que conforman la Unidad Europea. Por los momentos el presidente Santos se muestra como amigo, pero hay que estar alerta, dada la doble faz que desde la independencia ha demostrado la clase dirigente del país vecino, con la cual hemos perdido más de 100.000 Km cuadrados de territorio, es decir, nada menos que el Arauca y la Guajira.

Pero centrándonos en el tema de este artículo. A mi juicio es un hecho innegable la existencia de una conspiración de la derecha opositora que aparentemente no incursa directamente en hechos de violencia, con el fin de derrocar al actual gobierno presidido por Nicolás Maduro. Su vía de acción a favor del quiebre del gobierno de Maduro está planificada en pro de propulsar el deterioro económico del país, lo cual está logrando, y esto sin dejar de lado a la ineficacia que ha representado la implementación del SICAD II (entre otras medidas ineficaces de este gobierno) para quebrar al dólar paralelo (actualmente ronda por casi 100 Bs por dólar), lo cual no es más que un frente abierto en esta guerra imperialista de cuarta generación.
Así cuando un comerciante (posterior a la desaparición del mercado de un producto determinado por un lapso prolongado de tiempo), multiplica por varios cientos el precio de dicho producto, se puede estar casi seguro que eso se “cocinó” previamente en su Cámara de Comercio respectiva, no quizás en cuanto a ese producto en particular, si no como una línea de acción general. Colateralmente y como ejemplo a seguir. Las ganancias fabulosas de Supermercados y grandes tiendas a costa del bolsillo del venezolano, golpean más aun la economía familiar cuando desaparecen de los anaqueles los productos de consumo masivo (responsabilidad compartida entre el gobierno y el acaparamiento de estos grandes comerciantes, en el caso del gobierno porque el desfalco a la nación por al menos 70.000 millones de dólares, aun sin explicaciones convincentes al pueblo venezolano, a golpeado fuertemente la liquidez del tesoro nacional), lo cual obliga al publico a acudir a las ventas de los pequeños comerciantes, buhoneros y “bachaqueros” a precios superinflados, siendo el razonamiento de estos comerciantes revendedores “si los grandes pueden porque no yo”, y es que el castigo esporádicos a los que son pillados en actos de acaparamiento e inflación, es nimio con respecto a las ganancias obtenidas por estos inescrupulosos comerciantes en general.
A lo anterior hay que añadir la última modalidad aplicada por esa (sin excepciones) derecha opositora, y es lo referente a la implementación de una campaña de terror, abonada por los medios de comunicación nacionales e internacionales. Así un Presidente de un Colegio de Médicos de connotada militancia opositora, proclama la existencia de una epidemia ocasionada por un virus “raro”, basado en nueve muertes con cuadro febril, ocurridas en la emergencia de un hospital del país, sin tomar en cuenta la existencia en estos momentos en Venezuela (como en toda Latinoamérica y el Caribe), de ingentes números de casos de dengue y chikungunya, aparte de múltiples cuadros febriles de variadas etiologías, lo cual sería como decir durante una guerra: hay…X… número de muertos “por herida de arma de fuego”. A los pocos días de estas alarmantes declaraciones y cuando está en el punto más álgido la polémica al respecto, los empleados de las farmacias de LOCATEL por ejemplo, comienzan a atender a los clientes con “tapabocas”. (Eso no me lo contaron, eso lo vi en el Locatel de Plaza Mayor en Lechería, en justicia ignoro si fue una orden general para todos los Locateles del país). (Mi hija que ya tiene viviendo en Londres desde hace 23 años, es decir desde la época de la 4ª republica, me comenta alarmada, haber leído, de la llegada del Ebola a nuestro país). Dados los antecedentes en el comportamiento de esa oposición enloquecida, siempre abonada por las falsas noticias de circulación mediática, ¿será que es muy difícil suponer la existencia de un concatenamiento de hechos a favor de la finalidad evidente de salir de Maduro a como haya lugar? Hasta aquí describo una mínima parte de esta guerra sin cuartel por parte de los representantes del imperialismo en Venezuela, con el fin de derrocar no a un gobierno en particular, que sería un primer paso, para su objetivo final de destruir todo lo que representa el ideal socialista bolivariano, e imponer sin las restricciones actuales, las leyes del mercado como rectora de la vida de los venezolanos.

Quiero entrar ahora en lo que a mi criterio pudieran ser la solución inmediata a aplicar por la vía gubernamental en lo referente al encabezado de este artículo. En primer lugar reitero lo que de mi parte no ha sido una idea original, ya quien primero la propuso fue el PCV, lo cual me anima a plantearle al presidente la siguiente solución.

Presidente Maduro de un salto adelante y aplique lo que la lógica dicta, ante una situación tan especial como es la del consumo del venezolano. Nadie nos puede quitar por ejemplo, los hábitos de limpieza que como una necesidad básica tenemos la gran mayoría de los venezolanos sin diferencia de clase social, igual en referencia a el uso prescrito de medicamentos de última generación, y así en general en cuanto a alimentación variada, el consumo de harina de trigo desde la colonia y de aceite de oliva en tiempos más recientes, son ejemplos palpables de lo que aquí expreso, y en general el uso y consumo de muchos rubros que parecieran superfluos en otras naciones del tercer mundo, y que gracias a la renta petrolera nosotros importamos, es decir todo este consumo creador de necesidades superfluas que por costumbre de uso se han ido convirtiendo en necesidades básicas y que nos caracteriza como un país de población netamente consumista, lo cual no va a cambiar a corto plazo dada la ausencia de una ideologización a nivel poblacional, que nos enseñe que nuestro nivel de consumo debe ir de la mano de lo que producimos, tanto para nuestro uso como para con producción propia, obtener divisas por exportación, de origen distinto a las que obtenemos por la vía del petróleo.
Ante este panorama y hasta hoy en día, la solución por parte del gobierno ha sido el de venderle las divisas que nos ingresan por la exportación petrolera a los comerciantes y financistas, en el caso de los comerciantes que es lo que hoy quiero enfocar, el otorgamiento de las mismas esta direccionado a que con ellas adquieran los artículos de consumo en el exterior. No voy a reiterar sobre lo que todos sabemos sobre el uso que estos “empresarios” le dan a las divisas adquiridas del gobierno a precios preferenciales, lo que sí quiero puntualizar es lo que debería ser un primer paso a dar por el Gobierno Nacional, para así cortar esa hemorragia de dinero otorgado en divisas, paso este que no sería otro que el importar directamente los productos de consumo de toda índole que se venden en el mercado nacional, y vendérselo en bolívares a estos susodichos comerciantes, de paso ya marcados con el precio de consumo al público. Las ventajas a obtener serían en orden arbitrario:

1) de entrada el gobierno recaudaría los impuestos y costos de importación, transporte, y almacenamiento de dichos productos, eliminando al máximo posible los costos de intermediación, amén de calcular de una vez las ganancias del comerciante proveedor.

2) de esta manera desaparecería el malestar público actual ante la escases y costo inflado de los productos de consumo.

3) el gobierno ahorraría importantes sumas de dinero para la inversión en obras productivas que fuesen sustituyendo progresivamente la importación de muchos de estos productos importados.

4) Automáticamente se revalorizaría nuestra moneda nacional, y se reduciría al mínimo el mercado del dólar paralelo.

La implementación de este sistema cuenta con la experiencia ya desarrollada por las importaciones a gubernamentales para surtir los mercados populares. El escollo a vencer sería en primer lugar, la corrupción interna, que incluye los negociados de altos, medianos, y bajos funcionarios, con la empresa privada. Sin embargo si el Estado implementa un profundo sistema de vigilancia con ayuda del pueblo organizado, y profundiza niveles correctivos y de penalidad en el plano de la administración pública, creo este anteproyecto sería viable. Por otra parte, la no aceptación de la empresa privada de este modelo, facilitaría al Estado la incautación de empresas y comercios poniéndolo en manos de sus trabajadores bajo estrictas normas de cumplimiento laboral.

A mi entender dada la resistencia que dentro de este gobierno auto llamado socialista y revolucionario producirían otras medidas más radicales a tomar, quiero dejar hasta aquí este artículo, como constancia de esta proposición concreta cuya implementación sería circunstancialmente más fácil de aplicar, dado la experiencia acumulada por varios años, de adquisiciones directas masivas del gobierno Bolivariano, para surtir a los mercados populares en sus variantes MERCAL y PEDEVAL.