¿El Estado Bobo o Quién produce los saqueos?

 

Miguel E. Canosa

 

 

Cuando los gobiernos de países capitalistas dependientes atenazados por el capitalismo financiero-salvaje NO son  contundentes ideológicamente para enfrentar a los monopolios y oligopolios que manejan la importación, producción, distribución y venta de bienes y servicios, sucede lo que sucede en el mercado argentino: se intenta tarde y mal querer controlarlos cuando no se tienen instrumentos legales pertinentes, ni  poder político suficiente.

 

Esto acontece con el equipo económico de la presidenta Cristina Kirchner, liderado por el Lic. En Economía, Axel Kicillof,  descubridor de los “formadores de precios”: eufemismo de voraces transnacionales extranjeras o nacionales que aumentan los precios sin poder ser regulados por el Estado nacional, a los que nunca se frenó, pero ahora supuestamente quiere hacerse, 11 años después de gobernar.

 

Según Kicillof «muy pocos productores manejan el mercado y fijan precios no en base a costos y una rentabilidad razonable, sino a movimientos de acaparamiento, movimientos especulativos, al llamado `agio`», destinados a «conseguir renta extraordinaria sobre las costillas de los consumidores».
    
Durante una  entrevista, Kicillof también se refirió al programa Precios Cuidados e indicó que  el plan «formó parte de los blancos de los ataques mediáticos y los economistas opositores y ortodoxos y representantes de sectores concentrados. Lo han atacado pero no han conseguido que fracase y menos todavía que la gente se sienta decepcionada».

 

El ministro instó a los empresarios a que en lugar de especular se dediquen a la inversión. Y afirmó que «con este gobierno, los salarios han aumentado más que los precios». Y subordinó el crecimiento de la industria y el país a que haya excelentes remuneraciones.

 

Pero veamos: actualmente, las seis principales cadenas de supermercados e hipermercados manejan el 89% de las ventas de los productos alimenticios, siendo este un  fenomenal proceso de concentración de los “formadores de precio” si se tiene en cuenta que a fines de la década del ’80 tenían su participación era del 50%.

 

Incluso los propios datos del Indec conocidos por los funcionarios económicos de los gobiernos de Néstor y Cristina son contundentes: la francesa Carrefour posee el 29% del mercado; le sigue el grupo chileno Cencosud (Jumbo) con el 21%; en tercer lugar figura Coto con el 20%; cuarto aparece la francesa Casino (supermercado Libertad) con el 7%; lo mismo que La Anónima y sexta se ubica la estadounidense Wal Mart con el 5% de participación en el mercado.

 

Sobre la producción de aceite, entre Molinos Río de la Plata y Aceitera Deheza se quedan con el 80% de la producción.

 

En el rubro lechero, las empresas La Serenísima y San Cor concentran el 75% y Ledesma monopoliza el 75% de la producción total del azúcar.

 

En el caso delcemento, tres empresas concentran el 96 por ciento de la producción: Loma Negra, Minetti y Avellaneda.

 

Una empresa acapara la comercialización del 77 por ciento de los fertilizantes: Profertil.

 

Otra vende el 79 por ciento de los agroquímicos: Aventis.

 

En alimentos, una compañía tiene el 62 por ciento del pan industrial: Bimbo. Dos, el 73 por ciento de las galletitas dulces: Arcor y Danone, quienes además concentran el 77 por ciento de las galletitas saladas.

 

Estos ejemplos del verdadero poder económico de las transnacionales muestran el grado de sumisión al que se sometió el kirchnerismo en materia costos y precios de productos que forman parte de la elaboración de bienes esenciales para la vida cotidiana de los argentinos.

 

11 años después de gobernar y con 7 años de inflación galopante se sanciona -recien ahora- una ley de abastecimiento y defensa de la competencia, que NO castiga con pena de cárcel a los empresarios saqueadores que le roban al pueblo, y que como todas las leyes de este gobierno, llegan tarde y mal, intentando demagógicamente detener lo indetenible en un gobierno entregado a las transnacionales de los alimentos, el petróleo y la minería (entre otras) que ponen a los usuarios a merced de los monopolios y oligopolios amparados por un Estado Bobo que nunca podrá ser mejor que aquellos que lo dirigen.