Pasados los días de luto por la trágica muerte del exgobernador de Pernambuco y presidenciable Eduardo Campos, Brasil vuelve a la campaña electoral. Con la novedad de la entrada de Marina da Silva en escena, la ex ministra de Lula para el Medio Ambiente, que recibió 20 millones de votos en 2010, lo que, definitivamente, equilibra la disputa por el Palacio de Planalto. «Para un electorado difuso, los analistas la están presentando como la candidata que mejor expresa las Jornadas de Junio (de 2013), el clamor de las calles. Es una verdad parcial, porque si bien Marina consigue atraer a un electorado difuso, ella también es una líder política integrada al sistema, con contradicciones, principalmente en torno al modelo económico y de desarrollo», dice el cientista político Jose Correa Leite, en entrevista a Correio da Cidadania.

-Correio da Cidadania: Marina es la gran «novedad» de la elección. ¿Qué piensas del hecho en sí, de ser electa para sustituir a Campos como candidata presidencial del PSB, luego de no poder ser la candidata de su partido, la Rede?

José Correa Leite: Precisamos analizar el impacto que Marina provoca en la coyuntura y analizar tres elementos. El primer elemento importante, que marca la coyuntura política ya hace cierto tiempo, es la pérdida de legitimidad de Dilma (por lo menos es lo que muestran los grandes medios de prensa, aunque no sea así para las masas populares), y la dificultad de la economía brasilera. Brasil creció en el boom de los commodities durante el gobierno Lula, pero, con la coyuntura internacional desfavorable después de 2008, el impacto sobre la economía ya es muy fuerte. La economía brasilera depende mucho de China y el precio de los commodities no ha crecido como antes.

El segundo elemento de la coyuntura, que considero fuerte desde el punto de vista político, es la propia entrada en escena de Marina. Para tener un parámetro: en esta semana salió una nota diciendo que el banco de inversión BBH (Brown Brothers Harriman) evalúa que la chance de victoria de Marina en la elección es de más de 50%. Obviamente, después de 20 años entre tucanos (en alusión al PSDB de Fernando Henrique Cardoso) petistas en el gobierno, ella tiene un impacto considerable.

El tercer elemento en la coyuntura y el telón de fondo del proceso electoral: el descontento con el sistema político, que vimos claramente expresado en la manifestaciones de junio del año pasado. La población percibe una polarización PT-PSDB y una pérdida de legitimidad de los poderes legislativos, con aquella idea de que todo parlamentario es un ladrón. Por tanto, tales elementos de desgaste del sistema político están asociados a la función parlamentaria y a la polarización PT-PSDB. Allí es que se explica porque Marina entra con tanta fuerza en la disputa electoral. La encuesta de Datafolha la coloca por arriba de Dilma en una segunda vuelta, con 47% a 43% en la intenciones de voto. Marina atrae un electorado difuso, que estaba alienado del proceso electoral. Eran los votos en blanco, nulos e indecisos. En relación a lo que tenía Campos, un 8%, ella pasó al 21%. A ese electorado difuso, los analistas lo están presentando como el que mejor expresa las Jornadas de Junio (de 2013), como el clamor de las calles. Parece ser verdad solo parcialmente, porque si bien Marina atrae a ese electorado difuso, ella también es una dirigente política integrada al sistema, con contradicciones eso sí, principalmente en cuanto al modelo económico y de desarrollo.

-Correio da Cidadania: ¿Ese potencial de Marina, será impulsado de manera relevante por el elemento emocional causado por la muerte de Campos?

José Correa Leite: Marina tuvo el 20% de los votos en la última elección. La conmoción por la muerte de Eduardo Campos tiene dos elementos. De un lado, permitió que Marina fuese candidata; de otro lado, le dio a ella un partido político en condición de potenciar la candidatura. Pero eso no explica el índice electoral de Marina.

Lo que explica su chance electoral es que ella tiene, en la población, una imagen de liderazgo fuerte, carismático. Con conflictos y contradicciones con el sistema político. Diría más: si ella hubiese sido candidata desde el inicio – suponiendo que hubiera contado con el apoyo del PSB- podría tener los índices de votación que tiene ahora. Si ella no hubiera contado con ese apoyo, los índices electorales irían del 12% al 15%, y tal vez al 20%. Pero no se trata simplemente de un efecto emocional.

-Correio da Cidadania: ¿Existe alguna forma de proyecto político y de gobierno de Marina, que no solamente se remita a su área de mayor actuación, la ambiental, sino también a las vertientes económica, social y política? ¿Cuál es su proyecto?

José Correa Leite: Marina es una candidata del sistema, tal como está establecido hoy. Ella fue senadora por dos períodos, o sea, 16 años. De los cuales cinco años, fue ministra de Medio Ambiente del gobierno Lula. Ella siempre enfatizó, incluso en el proceso de formación de Rede: «mi política económica es la conjunción de las políticas económicas de Fernando Henrique y de Lula».

El proyecto de ella no cuestiona al neoliberalismo. Es un proyecto que pone énfasis en el tema ambiental y allí marca una diferencia. Ella prioriza las cuestiones de sustentabilidad, pero de otro lado, lo hace con el respaldo de una fracción del empresariado -hasta progresista en relación a la fracción empresarial hegemónica-, pero que no deja de representar al gran capital. Son sectores del gran capital que buscan modernizar el capitalismo brasilero, como se ve en el CEBDS (Consejo Empresarial Brasilero para el Desarrollo Sustentable), donde están la Vale, la Fibria, que es la papelera…Todo el mundo que tiene que exportar hacia afuera está preocupado con la posibilidad del boicot, por cuenta de las cláusulas ambientales ligadas al bloqueo de las exportaciones brasileras.

Esa no es la base de sustentación electoral, es la base de sustentación política de la campaña de Marina, ya desde 2010. Ahora a situación se volvió mucho más complicada, porque a base de apoyo de Eduardo Campos envolvía a sectores del agronegocio. Su estrado, por más que quiera, estará junto a Alckmin en San Pablo, con Beto Richa en Paraná…Una candidata del sistema. Pienso que su candidatura es más viable que la de Eduardo Campos, con más chance electoral, como las encuestas ya lo demuestran. Puede ser que varíe en función de los ataques en la campaña. Pero ella es más viable como alternativa a Dilma, desde el punto vista electoral, de que Aécio Neves (PSDB). La cuestión ambiental entra como un factor no despreciable, pero no me parece el elemento central.

-Correio da Cidadania: ¿En cierto aspecto, hay alguna posibilidad de colocar el conjunto de ideas representadas por Marina como una tercera vía, o una alternativa a las fuerzas políticas dominantes en el cuadro actual?

José Correa Leite: Es una tercera vía dentro del sistema. Pero ella también es hegemónica, si consideramos que Eduardo Campos era gobernador de Pernambuco, que ella va a tener el apoyo de una fracción importante del agronegocio, del capital financiero, de la gran industria…

-Correio da Cidadania: Cómo ya se ha dicho aquí, Marina carga ambiguedades: dialoga con sectores progresistas y propone algunos temas ambientales, al mismo tiempo que transa con la vieja política y resbala en el mesianismo y fundamentalismo religioso. ¿Eso no puede perjudicar su campaña?

José Correa Leite: La base de apoyo de ella es el gran capital, con los esquemas más clásicos de la política brasilera, pero ahora con una fusión bastante peligrosa: la fusión de una fracción de la bancada ruralista con la bancada evangélica, el pastor Everaldo es un candidato de los sectores más radicales.

Hay una distinción entre su base de sustentación política y su base electoral. No se cuantificar, nadie lo sabe, pero hay una conjunción de gran parte del electorado evangélico, que es conservador, y una gran parte del electorado ambientalista urbano, más progresista. Por tanto, es una candidatura con un potencial muy amplio de atracción de votos. Y la base electoral progresista no es muy consciente del carácter conservador evangélico. Hay disonancia y escisión en la percepción de las dos cosas, muy bien operadas por Marina en la campaña de 2010, que ya tenía un electorado conservador y un electorado progresista. Ya el empresario, vota con dinero. No es numéricamente relevante. Es relevante políticamente, porque financia la candidatura.

-Correio da Cidadania: Quiere decir que esa red electoral contradictoria no apartaría un apoyo efusivo del gran capital…

José Correa Leite: De ninguna forma, especialmente del sector del capital que tiene reales preocupaciones ambientales. Ahora hay un conflicto, en la medida que ella se coloca como candidata del PSB, y tiene apoyo de sectores importantes del agronegocio, lo que dificulta la construcción de una imagen sustentable frente a otros sectores. Claro, ni Aécio ni Dilma van a atacarla por causa de eso, pero es una contradicción.

En verdad, la candidatura de ella tiene varias contradicciones para sintonizar con el movimiento difuso de junio de 2013. De un lado, ella es originaria del movimiento rural de Acre, no fue formada en las grandes ciudades y en el diálogo con las masas urbanas. En este punto ella es muy diferente a Lula, que se siente como en casa en esos ambientes. Marina no. De otro lado, tiene la contradicción de ser evangélica, de postura religiosa conservadora en relación a una serie de libertades, modos de vida, derechos. Ella tiene carisma, pero, de otro lado, mucha dificultad para trasladar se base de apoyo hacia un proyecto partidario. La dificultad para legalizar la Rede no se dio apenas por un problema de plazos. Estaba la dificultad de Marina, con un perfil de líder de carácter mesiánico, para lidiar con una estructura partidaria más tradicional.

Diría que esas contradicciones en la trayectoria personal de Marina ahora van a ganar relevancia y a ayudar a definir el carácter de la campaña tanto como el de un eventual gobierno suyo. Pero destaco que Marina percibe el problema de la sustentabilidad (ambiental) separado del modelo de desarrollo. Marina no tiene otro modelo de desarrollo. Se tragó sapos en la separación del IBAMA y de otras instituciones, como la fundación Chico Mendes, pero no estuvo en contra de Belo Monte. Ella estuvo en contra de algunos aspectos de las compensaciones ambientales y sociales. Esa era la crítica a Belo Monte.

En la cabeza de ella, no hay proyecto alternativo de nación, ni otro modelo de desarrollo. Y vemos que algunos países incorporan temas ecológicos y sustentables, desarrollando proyectos nacionales con otros rumbos. Incluso dentro de los marcos neoliberales. Alemania está abandonando la generación de energía de combustibles fósiles, nucleares, para apostar en la energía renovable, eólica y solar. China, a pesar de su enorme inversión en termelétricas a carbón, es el lugar donde más crece la energía solar y eólica. Tenemos la posibilidad, incluso dentro del sistema, de acelerar la ruptura con un modelo de desarrollo que podríamos llamar de «fosilista». Nada de esto está en la reflexiones de Marina.

Brasil tiene su economía, principalmente, en conexión con el mercado mundial, atada en la producción y venta de soja, caña, ganado, eucalipto, mineral de hierro, petróleo. El único sector económico-industrial que todavía tiene pujanza en el país, por ejemplo, la industria automotriz, también es insustentable. Se precisaría otro modelo de desarrollo para confrontar el agronegocio, la industria extractiva (Vale, Petrobrás) y la industria automotriz, que son los pilares de la economía. Eso para pensar en otro modelos de ciudad, en una agricultura sustentable, en otro tipo de generación de energía…

Marina va a tensionar un poquito, pero no va a establecer cambios sustanciales en relación al agronegocio, a los exportadores, a la industria petrolífera, ni a las montadoras de automóviles. Y sin mover la matriz de transportes no para mejorar las condiciones de vida en las grandes ciudades. La cabeza de Marina no vislumbra un modelo de desarrollo más allá del actual. Principalmente, porque implicaría confrontaciones que ella ve como imposibles de ganar. Por tanto, ella representa una reforma dentro del modelo.

-Correio da Cidadania: Para finalizar, ante todo eso acabas de describir y con el escenario electoral que se reconfigura ¿cómo piensas que partidos políticos y fuerzas populares más progresistas podrían o deberían actuar?

José Correa Leite: Es el mismo problema que se le coloca a Marina. Para ir más allá de galvanizar el descontento a través de una iniciativa electoral, es necesario tener un proyecto de país. No me parece haya una ruptura clara con el modelo de desarrollo de parte, por ejemplo, del PSTU y del PCB.

La candidatura de Luciana Genro, del PSOL, tiene más apertura, pero también se mueve con dificultad en la cuestión del desarrollo. De un lado, tiene mucho diálogo con la lucha por derechos, pro libertades, elemento que le permite dialogar con las cuestiones de la agenda de junio del año pasado. Pero, para galvanizar un proyecto de nación con horizonte de futuro en Brasil, es necesaria una propuesta de reestructuración de la economía y de la sociedad, de cambio en la matriz de energía, cambio en la matriz de transportes, reorientación de las prioridades de diferentes sectores económicos, reposicionamiento de la agricultura, cambio de énfasis en el agronegocio por la agricultura orgánica y familiar…Todo precisaría de mucha iniciativa de gobierno. La elección es la posibilidad de construir eso. Es preciso tener proyectos de energía, de reforma urbana, de otra matriz económica.

La izquierda todavía está prisionera de un viejo desarrollismo. Incluso el PSOL, donde hay muchos elementos positivos, tiene bastante dificultad de transitar hacia un imaginario que rompa con el actual desarrollismo, rumbo a una sociedad sustentable, autogestionada y estructurada en otro modo de vida.

 

*Jose Correa Leite es miembro del PSOL (Partido Socialismo e Liberdade) de Brasil, y activista del Foro Social Mundial

Traducción de Ernesto Herrera para Correspondencia de Prensa