Erasmo Magoulas
Rebelión

 

 

“Rucci y sus discípulos son prisioneros por sus

compromisos con los detentadores del poder, presos

de la custodia que les presta el aparato policial; presos

de una cárcel de la que jamás podrán salir: la de la

claudicación, la indignidad y el participacionismo”

Agustín Tosco

 

 

Dos proyectos de ley presentados por el Frente para la Victoria, ambos, de vital importancia para el país, fueron aprobados hace un par de días, ya son ley. Una de ellas, tiene el propósito de proteger el poder adquisitivo de los crecientes sectores sociales emergentes. La otra incerta a la Argentina en el contexto internacional, como abanderada de los países con vocación soberana. La nueva Ley de Abastecimiento (o De Relaciones de Producción y Consumo), y la Ley de Pago de Deuda Soberana, fueron aprobadas en la Cámara alta (Senadores), y en la Cámara de Diputados. Pocos días antes, la burocracia sindical llamaba al paro “general y nacional”, pero no popular. Los muchachos del PO (Partido Obrero), y del PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas) hicieron de fuerzas piqueteras y de choque de sus aliados “tácticos”, la burocracia sindical. Pero quién sabe, en cuestión de alianzas todo es posible dentro del mapa político de la oposición argentina, y tal vez se terminen convirtiendo en alianzas estratégicas. Hay devaneos similares de estos partidos autoproclamados izquierdistas en otros países del continente. Uno de esos casos es el de Bandera Roja, de Venezuela, (línea “dura-durísima” Hoxha-Stalin) en los 70’s y 80’s, para terminar como fuerza terrorista de la derecha de Leopoldo López y María Corina Machado (la cara visible de la plutocracia-fascista venezolana y asalariados de la Embajada y de ONGs, como la USAID). Pero la cuestión aquí, no son los actores de reparto, sino los protagónicos.

El llamado a paro “nacional y general”, la presencia continua, casi en cadena nacional no oficial desde los medios corporativos, de los agentes destituyentes, cuasi golpistas, prediciendo catástrofes económicas, políticas, financieras, sociales; y aconsejando la necesidad de un giro restaurador hacia aquel “orden” de los 90’s, que solapadamente lo presentan como modélico, moderno, dinámico, transformador y por sobre todo democrático, nos lleva a pensar en una gran y peligrosa trama de mecanismos buscando “atajos”.

¿Tendrá algo que ver, en toda esta movida restauradora, la Embajada ubicada en la Avenida Colombia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires?

Buena parte de esos agentes por la destitución del actual Gobierno, y la vuelta a políticas serviles a los organismos financieros internacionales y a sus socios vernáculos, vienen del campo sindical. El descrédito que se ganaron, a pulso, los políticos argentinos, sus partidos, agrupaciones y alianzas alineados con el Consenso de Washington, fue de tal magnitud, que tuvieron que ser reemplazados por los organos de adoctrinamiento ideológico. Los medios corporativos siguen siendo el “partido político opositor” y el que disciplina, adoctrina, confunde, transculturiza, apolitiza, atomiza a buena parte de la sociedad argentina, mientras mediocremente van surgiendo los nuevos adláteres, en el campo político-partidario, de las relaciones carnales con las usinas neoliberales, y de la sumisión al poder financiero internacional y sus medidas “modernizadoras” de la economía de “libre mercado”. Así fueron surgiendo figurillas mediáticas con ínfulas de dirigentes políticos: Mauricio Macri, Sergio Massa, Martín Insaurralde, Francisco de Narváez, Gerardo Morales, Elisa Carrió, Hermes Binner, Julio Cobos. Son parte de la troupe (grupo de bailarines, bufones y comediantes), junto a una bandita de “músicos” desafinados, que se autoproclaman defensores de la clase trabajadora, Hugo Moyano, Luis Barrionuevo, Pablo Micheli, y el inefable Gerónimo “Momo” Venegas. Más abajo daré una breve reseña del pasado de estos “defensores” de los trabajadores, y sus alianzas “políticas” durante la era del terror de los Escuadrones de la muerte lopezreguistas desde 1973 a 1976, y el reciclaje de algunos de ellos en agentes civiles de los batallones de inteligencia de las FF.AA., a partir del 24 de marzo de 1976.

El actual Gobierno del Frente para la Victoria, liderado por Cristina Fernández, como también el período presidencial de Néstor Kirchner, de mayo del 2003 a diciembre del 2007, llevaron las demandas de los organismos de DD.HH., de reparación histórica, juicio y castigo a los culpables, y Memoria, Verdad y Justicia, a una política de Estado. Se dejó de mirar para otro lado, se dejó de ser “imparcial”, que era ser parcial en favor de los genocidas, se destronó la falsa teoría de los dos demonios, y la de la Guerra interna. Se abolieron las infames Leyes de Obediencia Debida y la del Punto Final. Es verdad que esto fue el logro no solo de un gobierno, o de tres períodos presidenciales, o de un partido o frente, sino que del esfuerzo, el tesón y la lucha de todo un pueblo abanderado por organizaciones emblemáticas, como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Pero también es cierto, que sin la voluntad política de un colectivo orgánico trabajando por la verdad y la justicia, que hiciera del poder político la herramienta para llegar a ellas, poco se hubiera logrado. Y esa voluntad política se hizo presente desde el 25 de mayo de 2003, con el triunfo electoral del Frente para la Victoria. La resolución, mediante el modelo argentino, de las abominables violaciones de los DD. HH. del periodo de 1974 a 1983, es emblemática y paradigmática, me atrevería a decir, para cualquier pueblo del mundo que haya sufrido el terrorismo de Estado. No porque ofrezca un manual ni una fórmula para su resolución, sino por la valentía política de un gobierno, la determinación de las organizaciones de base, y lo mejor de una sociedad, su pueblo, que es la sociedad en permanente estado de conciencia. La actitud consecuente, de nunca estar dispuestos a borrar su historia y a olvidar a sus héroes y mártires. Vemos gobiernos y sociedades en Europa, en América Latina, en Africa y en Asia que habiendo pasado por situaciones similares de crímenes de lesa humanidad, le escapan al tema, gobiernos y sociedades que especulan construir sobre las bases del olvido y la impunidad más flagrantes. Miope mirada hacia el futuro.

No todo está resuelto en Argentina respecto a la consagración de los DD.HH. Mucho falta por hacer. Mucho con respecto a los derechos sociales, económicos, políticos, culturales, ambientales y también sobre los DD.HH. más elementales como el de la vida y la integridad física. Pero se han dado y se siguen dando pasos extraordinarios. Las más de las veces con muchísimo esfuerzo, contra un Poder Judicial minado por magistrados de la época del Proceso de Reorganización Nacional, contra corporaciones policiales, (como la Policía Federal Argentina y la Policía Bonaerense), que les queda mucho resto genético de los años del terror de los Escuadrones de la muerte y de los Grupos de tareas, de los Centros clandestinos de detención y tortura, que funcionaban en muchas comisarías. Comportamientos criminales que aún hoy no han desaparecido completamente, y se materializan en ese giro ideomático del “gatillo fácil”, y el de la limpieza social, “por portación de cara”.

El Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, no inauguró la violencia política en la Argentina, ni el terrorismo de Estado. Sí podemos decir con certeza que incrementó su accionar en forma exponencial y lo convirtió en una política de exterminio. Ahora bien, aunque por mucho tiempo se lo denominara golpe militrar, la verdad es que otros sectores de la vida argentina incitaron, asesoraron, planificaron, fueron cómplices y partícipes sin haber vestido el uniforme militar. Por eso desde hace relativamente poco tiempo, se lo rebautizó como golpe cívico-militar, para ser más precisos con los hechos históricos.

La Embajada, brazo del Departamento de Estado, siempre jugó su papel detrás de bambalinas, y en ese caso no fue una exepción, bajo la administación del magnate automotriz Gerald Ford (1974-1977), y su Secretario de Estado Henry Kissinger.

Dentro del bando cívico podemos identificar a tres grandes grupos: el nucleo duro empresarial y de los grandes propietarios, vinculados sinérgicamente con el conglomerado mediático y de propaganda; un importante sector de la cúpula de la jerarquía ecclesial; y el sector del sindicalismo colaboracionista, el llamado facho-sindicalismo.

Me abocaré a describir el accionar de este último sector durante los años que van de 1973 a 1976, y a partir del golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 su reciclaje en el aparato represivo y de inteligencia de las FF.AA., como de las fuerzas del orden interno, policiales y de Gendarmería Nacional. Y cómo algunas figuras del sindicalismo argentino de la actualidad tienen mucho que explicar sobre esos años siniestros, en los que fueron detenidos-desaparecidos miles de genuinos líderes obreros y sindicales. Uno de los casos más emblemáticos es el del sindicalista Gerardo Martínez “capo” de la UOCRA (Unión Obrera de la Construción de la República Argentina). Martínez fue denunciado por varias organizaciones de DD.HH., (AEDD Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, la Liga por los Derechos del Hombre, CORREPI Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional), como presunto Personal Civil de Inteligencia (PCI) del Batallón 601, el cual estuvo al mando del genocida Guillermo Suárez Mason, durante la última dictadura cívico-militar. Martínez es actualmente la máxima figura de su sindicato y Secretario de Relaciones Internacionales de la CGT. La denuncia presentada contra Martínez no se limita a su supuesta actuación como personal de inteligencia, sino que también lo vincula a los “grupos de tareas” (eufemismo para designar a los Escuadrones de la muerte). El facho-sindicalismo aún hoy goza de muy buena salud, tanto es asi que Martínez, representante en la actualidad del sindicalismo alineado al oficialismo kirchnerista, ha tenido hace pocas horas una reunión con Hugo Moyano, (actual representante sindical de la fracción opositora), con el propósito según Martínez, de lograr la unidad sindical para los primeros meses del año entrante.

El “Momo”

Gerónimo Venegas es un septuagenario líder sindical, que encabeza la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores, desde aproximadamente el Pleistoceno superior. Hay que remarcar que el sindicato del Momo, como se lo llama cariñosamente, es el que ostenta el mayor número de trabajadores no regularizados, los trabajadores en negro (75% del total, muy por encima de la media de otros sindicatos, que ronda el 35%). Desde hace algunos años (no más de tres), se comenzó a conocer sobre las condiciones de trabajo rural que sufren muchos trabajadores de ese ámbito laboral en provincias como la de Buenos Aires, Misiones, Santa Fe, Salta, Córdoba (aunque no son las únicas). Las condiciones de estos trabajadores eran las de la semi-esclavitud. Grandes y medianos propietarios rurales, y compañias transnacionales como Pioneer de Dupont y Nidera, otra transnacional líder en semillas oleaginosas como la soja y el girasol, sometían a sus trabajadores rurales a verdaderas condiciones de campos de trabajo forzado, sin agua, sin corriente eléctrica, sin condiciones sanitarias mínimas, acinados en verdaderas perreras, o bajo trozos de nylon como vivienda. Podríamos pensar que su representante, el Momo, se le pasó por alto este “detalle”, ocupado en problemáticas más complejas de sus afiliados. Pero, lamentablemente, el Momo conocía muy bien de esta situación de trabajo esclavo, y la conocía muy bien porque él era parte del engranaje mafioso y negrero.

En el campo argentino tres de cada cuatro trabajadores rurales trabajan en negro, siendo vulnerados sus derechos de aportes sociales y seguro laboral. Según la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), el margen de informalidad de los trabajadores rurales ronda los 900 mil.

Detrás de esta maquinaria de esclavitud está la patronal agropecuaria: las cuatro entidades del agro argentino (CONINAGRO, la Sociedad Rural Argentina, la Federación Agraria Argentina, y la Confederación Agraria Argentina), grandes empresas agro-exportadoras, empresas de “recursos humanos”, sindicatos traidores como el que dirige el Momo, y sectores políticos de la oposición, encabezados por el ex presidente Eduardo Duhalde. Cómo funcionaba la maquinaria esclavista, entre las asociaciones de patrones rurales, multinacionales semilleras, Eduardo Duhalde y el Momo Venegas, para llevar adelante su próspero negocio de la esclavitud argentina del siglo XXI. El eslabón de enlace fue el RENATRE (Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores), organismo cuya función debería haber sido fiscalizar y hacer cumplir la ley. Pues bien, la cosa no es tan sencilla, pues quien presidía el RENATRE era el Momo, y los demás cargos de la mesa directiva del organismo estaban ocupados por los representantes de las cámaras patronales. La fórmula ideal para cuidar las gallinas poniendo varios zorros dentro del gallinero. Ahora bien, quién fiscalizaba. El Momo privatizó la operación de fiscalización incorporando a su amigo ex presidente de la República, y actual acérrimo opositor al gobierno de Cristina Fernández, Eduardo Duhalde y a su empresa Gregard, que dirige junto a su esposa, Hilda “Chiche” González de Duhalde, para realizar las inspecciones. Cualquiera se puede imaginar el carácter de las fiscalizaciones llevadas a cabo por la empresa de Duhalde. Qué ímpetus le puso a las inspecciones para que no se cometiera ningún atropello a los trabajadores del campo, salvo el de la esclavitud.

El Momo comenzó su vida laboral como peón rural, allá por los comienzos de la década del 60, y pasados cincuenta años es un multimillonario en dólares. Aún así, los escépticos a las bondades del “libre mercado”, dicen que en el capitalismo la gente de trabajo no sale adelante. Pamplinas, debe decir el Momo. Venegas hoy es dueño de establecimientos agropecuarios en las mejores tierras de la Pampa húmeda, preside la Obra Social del Personal Rural y Estibadores de la R.A., con más de un millón y medio de afiliados. El dinero que pasa por sus manos es varias veces millonario en dólares, y en sus pagos de Necochea (Pcia. de Buenos Aires) construyó un “resort”, “Médano Blanco”, con un costo de más de 20 millones de dólares.

Como todo empresario, que se precie, el Momo diversificó sus emprendimientos hacia otros rubos, en el caso del sindicalista de marras, fue el de los medicamentos. Venegas supuestamente era parte de una red de adulteración de medicamentos, con los extraordinarios beneficios que esto conlleva. Por tal motivo estuvo detenido tan solo 24 horas, gracias a la aparición de una suma de 500 mil pesos (50 mil dólares), -colaboración de sus incondicionales amigos que fueron juntando moneditas con mucho sacrificio- que le sirvieron como fianza. El Momo se refirió al caso como el de un complot del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para amedrentarlo, y se consideró un perseguido político del kirchnerismo.

Entre sus amigos, el Momo cuenta con la solidaridad de Alejandro Biondini, un desquiciado que dirige una pandilla de lúmpenes neonazis, cuyos integrantes, vestidos de negro y simbología ad hoc, muestran claros signos de limitaciones intelectuales, al no poder expresar mediante el lenguaje, dos medias ideas coherentes, una detrás de la otra.

El guardaespaldas del Momo es un femicida, Carlos Farnos, quien asesinó a una prostituta en un bar de alterne de Necochea en el año 1978. El pato lo pagó un pobre marinero yugoslasvo, Milivoje Pesic, quien se comió cinco años en cárceles bonaerenses, sin haber matado a nadie. Prófugo en España, Farnos continuó con su vida lumpenil y criminal, dedicándose al robo a mano armada, tráfico de estupefacientes, tráfico de personas, y estafa. Vuelto al país, consiguió trabajo junto a Venegas, como “personal de seguridad”.

Otros amigos de Venegas son gente vinculada al terrorismo de Estado durante la dictadura del 76 al 83, y de los grupos vinculados a la Triple A del 73 al 76, como por ejemplo el Coronel retirado Rodolfo Solís, los operativos de los Grupos de Tareas Alberto José Jaime, Ezequiel Causada, y Ciro James. El General retirado Ernesto Bossi, la apologeta del terrorismo de Estado Cecilia Pando, y los Generales procesistas Daniel Reimúndez y Jorge Tereso, son parte también de su círculo de camaradas de causa. Otro de los amigos de Venegas es Jorge Rampoldi vice Ministro de Trabajo durante la era lopezreguista de la Triple A, y miembro activo de la CNU (Concentracion Nacional Universitaria). Rampoldi fue denunciado como uno de los responsables de las desapariciones de obreros navales de las compañías ASTARSA y Mestrina, en el norte del Gran Buenos Aires.

En el campo politico-partidario el Momo fundó su propio partido “Fe”, del cual dice el investigador histórico Carlos Petroni, encubre parte del viejo aparataje y membresía que conformaran las organizaciones de ultra derecha como la Concentracion Nacional Universitaria (CNU), la Juventud Sindical Peronista (JSP), el Comando de Organización (CdeO), y la Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA), todas estructuras de superficie y proveedoras de personal operativo de los Escuadrones de la muerte de la Alianza Anticomunista Argentina (La Triple A).

La Triple A tiene en su haber el asesinato de entre 1500 y 2000 luchadores del campo popular entre 1973 y 1976, intervenciones parapoliciales y paramilitares en las provincias de Córdoba, Buenos Aires, Mendoza, Salta, y Santa Cruz, con el derrocamiento de los gobernadores, elegidos por el voto popular, cercanos al peronismo revolucionario, reemplazados por cuadros filofascistas de las agrupaciones peronistas de ultra-derecha.

Dice Petroni: “Automotores Orletti, la Escuelita de Famaillá y otros centros de detención ilegales fueron inaugurados bajo esos gobiernos peronistas. Operaciones masivas donde se usó combinadamente la acción de las fuerzas de seguridad y las bandas agrupadas en la Triple A se llevaron a cabo contra ciudades obreras y núcleos disidentes del sindicalismo mafioso, como la Operación “Serpíente Roja” que terminó con decenas de muertos, dirigentes obreros presos y desaparecidos, y la ciudad de Villa Constitución (Prov. de Santa Fe) invadida y ocupada policialmente.”

No se sabe, hasta el momento, el grado de participacion del Momo Venegas en el accionar operativo o de inteligencia de los Escuadrones de la muerte de la Triple A, durante los años que van de 1973 a 1976. Pero por su filiación ideológica con la JSP (Juventud Sindical Peronista) de la Costa Atlántica, es más que probable que haya estado vinculado con personajes como el abogado Ernesto Piantoni, asesor jurídico de la CGT marplatense de la época, e ideólogo de la CNU (Concentración Nacional Universitaria), que era el aparataje político e ideológico de superficie, pero también de grupos operativos y de recursos humanos de la Triple A.

El “líder” de los trabajadores del campo dijo alguna vez que a él le interesa la política “para representar a la gente sin voz”, pero a continuación fue más preciso y aclaró que no tenía diferencias con los patrones rurales, y que en la Sociedad Rural Argentina ya no hay oligarcas. Los “sin voz” para Venegas, son los propietarios de la tierra.

El equipo de trabajo de Venegas está integrado por Alieto Guadagni, secretario de Energía e Industria del dictador Reynaldo Bignone, Aldo Pignanelli, presidente del Banco Central durante el gobierno de Eduardo Duhalde y hombre proveniente de la ultra-derecha peronista, y Jorge Todesca, que fue viceministro de Economía de Duhalde y también funcionario menemista.

El “camionero” Hugo Moyano

Hugo Moyano es otro sindicalista que ronda los 70 años de edad. A comienzos de la década del 70, Moyano era ya un dirigente importante de la Regional Mar del Plata de la JSP (Juventud Sindical Peronista). En los comienzos de esa década, nunca antes el movimiento obrero organizado estuvo tan cerca de librarse del cancer de la burocracia sindical. El sindicalismo clasista ganaba fabricas, seccionales y hasta sindicatos enteros. Es justamente por este avance de los sectores más radicalizados y honestos del sindicalismo argentino, que la ultra-derecha sindical conformará agrupaciones como la JSP, la JPRA, la CNU, el CdeO, para frenar este avance. En Mar del Plata la fuerza operativa de las organizaiones de la derecha peronista eran singularmente fuertes, y su accionar dejó cientos de asesinados, entre delegados obreros, estudiantes, intelectuales, y luchadores del campo popular. La JSP estaba comandada por José Ignacio Rucci, un “camisa parda” de cuidado, y un cuadro sindical de la ultra-derecha, mimado por Perón. Rucci era también Secretario General de la CGT, y uno de los principales ideólogos y autores intelectuales de la masacre de Ezeiza, el 20 de junio de 1973, junto a otras figuras de la extrema derecha peronista como Lorenzo Miguel, Norma Kennedy, Brito Lima, el Cnel. Jorge Osinde, el Teniente Ciro Ahumada, Felipe Romeo, Julio Yessi, el por entonces Ministro de Defensa Adolfo Savino, el Canciller Alberto Vignes, el rector de la Universidad de Bs. As. Alberto Ottalagano, Jorge Conti, José López Rega, Ricardo Otero, Victorio Calabró, y jerarcas de la policía asesina como los comisarios Albero Villar y Luis Margaride.

La massacre de Ezeiza es el gran acto inaugural de la Triple A, dirigida por el secretario personal de Perón y futuro Ministro de Bienestar Social José López Rega. Hugo Moyano, aliado estrechamente al ideario “sindical” de José Ignacio Rucci, estuvo en la escena del crimen, junto con otros sindicalistas fascistas, autoproclamados peronistas, como Gerónimo Venegas, Luis Barrionuevo, José Rodríguez, Ricardo Pignanelli, Héctor Daer, Oscar Plaini, y otros traidores a la clase que ellos dicen representar. Hoy, muchos de estos sindicalistas o sus representantes con idéntico ideario ideológico son candidatos en las listas de Sergio Massa, de Mauricio Macri, del Frente Renovador, del partido Fe de Venegas, y hasta en las listas del Frente para la Victoria.

Moyano, en su feudo sindical de Mar del Plata, tenía un contacto directo y diario con el abogado Ernesto Piantoni, ya que éste, como dije anteriormente, era el asesor legar de la CGT seccional (el término franquicia sería más apropiado) Mar del Platra, de la cual Moyano era uno de sus dirigentes más importantes, por debajo del vandorista Nelson Rizzo, por entonces Secretario General de esa filial. Pero Piantoni no era solamente asesor jurídico de la entidad syndical, sino también el ideólogo de la CNU, una de las más feroces organizaciones de ultraderecha del peronismo y brazo armado como Escuadrón de la muerte, responsable de cientos de asesinatos, tan solo en una ciudad balnearia de la Pcia. de Buenos Aires. Es muy difícil de imaginar que Moyano no tuviera información de las actividades “políticas” de su asesor legal, durante los primeros años del terror en Mar del Plata.

El Dr. Ernesto Piantoni fue ajusticiado en 1975 por un comando de la guerrilla urbana peronista. Inmediatamente después del ajusticiamiento de Piantoni comenzó una cacería, que en las 24 horas siguientes, asesinó a casi una decena de militantes populares (todos los miembros varones de una familia : Jorge Enrique Videla y sus hijos Guillermo de 22 años y Jorge Lisandro de 16, al médico Bernardo Goldenberg, y el referente de la JUP Enrique Elizagaray), secuestrándolos totalmente desarmados y ejecutándolos única y exclusivamente por su militancia política en barrios, escuelas secundarias y universidades. La venganza por el ajusticiamiento del líder fascista Dr. Ernesto Piantoni, la llevaron a cabo escuadroneros de la CNU como Gustavo Demarchi, Piero Assaro, Raúl Viglizzo, Raúl Moleón, Ernesto Ullúa, Fernando Delgado, Ricardo Cagliolo, los hermanos Luis y Eduardo Raya, Oscar Corrés, Patricio Augusto Fernández Rivero, Juan Carlos Gómez, muchos de los cuales eran sindicalistas o parte del aparato sindical de Rucci, Rizzo, y Moyano. Las recientes detenciones de muchos de estos asesinos, que hoy están en manos de la justicia, como Gustavo Demarchi, Daniel Ullúa, Mario Durquet, Marcelo Arenaza, Piero Assaro, Raúl Moleón, José Luis Granel, Luis Roberto Coronel, Juan Carlos Assaro, Oscar Corrés, Fernando Otero, podrán esclarecer en un futuro cercano, sino impera el pacto de silencio propio de estos delincuentes, las vinculaciones de muchos actuales “líderes” sindicales con cientos y hasta miles de asesinatos de luchadores populares entre los años de 1973 y 1976, que podrían pesar sobre sus espaldas, al menos como cómplices y encubridores. El pacto de silencio en estos casos se ejerce no tanto por una lealtad ideológica, sino por el temor a las duras represalias por parte del poder sindical aún vigente, tenebroso e implacable, cuyos tentáculos llegan al sistema penitenciario argentino. Los miembros de la CNU saben perfectamente que una cosa es el resto de sus vidas en la cárcel y otra es la muerte lenta y dolorosa, detrás de las rejas, por una mano “misteriosa”.

El Dr. Ernesto Piantoni no solo era el representante legal de la CGT seccional Mar del Plata, jefe ideológico de los escuadroneros de la CNU local, sino que también fungió como representante legal de sus propios pupilos, cuando estos caían en desgracia. El abogado Piantoni fue defensor de los asesinos de la estudiante de arquitectura Silvia Filler de 18 años de edad, entre los que se encontraban Fernando Delgado, Gustavo Demarchi, Ernesto Ullúa y Oscar Corrés entre otros. Hecho sucedido durante un plenario estudiantil en la Facultad de Arquitectura de la entonces Universidad Provincial de Mar del Plata, en el año 1971. Otro de los casos judiciales en los que intervino el Dr. Piantoni fue en la defensa de los fascistas y asesinos Alejandro Giovenco y Julio Yessi, a posteriori de la masacre de Ezeiza.

Las relaciones de Hugo Moyano, actual Secretario Gral. de la CGT, con el entorno del Dr. Ernesto Piantoni, no terminaron con la muerte de éste. En el año 2006, Moyano compró por 900 mil dólares, una propiedad de la familia Piantoni en Mar del Plata.

Las conecciones y el trabajo conjunto de la Triple A con el resto de sus subsidiarias, fue tan estrecho que no se puede decir que eran organizaciones estancas, sino que por el contrario había un constante flujo de información e inteligencia, como de elementos operativos entre ellas, y a su vez con el poder político, el poder económico, las FF.AA. y las corporaciones policiales de todo el país. Es más válido hablar de CNU-AAA, JSP-AAA, CdeO-AAA, JPRA-AAA etc. que de organizaciones terroristas de Estado con autonomía.

Esto último quedó evidenciado cuando en 1984 la Comisión Nacional de la Desaparición de Personas (CONADEP), cita a declarar como testigo a un antiguo integrante de la CNU, Orestes Vaello, quien en 1973 se incorpora al Batallón de Inteligencia 601 de la Capital Federal. Vaello declaró que la cobertura operativa de la CNU hasta 1975, había sido el Ministerio de Bienestar Social a través de la Triple A. El ministro de Bienestar Social era José López Rega, hombre fuerte luego de la muerte de Perón el 1 de Julio de 1974. En 1975 el Ejército argentino encomendó al agente Vaello realizar gestiones para que la CNU se incorporara operativamente al Batallón de Inteligencia 601. Con este propósito Vaello se entrevista con José Miguel Tarquini (ideólogo del fascismo criollo), y uno de los lugartenientes de Aníbal Gordon (jefe de operaciones de la Triple A), ambos funcionarios del Ministerio de Bienestar Social.

A partir de 1975 el Ejército arregló directamente con Tarquini y Fernández Rivero, jefe nacional de CNU, la operatividad militar de la organización (CNU), bajo supervisión de Inteligencia del Ejército.

En la actualidad han habido diferencias entre estos sindicalistas, como las hubieron también en el pasado. Pero no nos podemos confundir entre las diferencias de principios, aquellas que hacen al corazón ideologico de la lucha política, y las diferencias cosméticas que hacen al entramado de la rosca política, al de las prevendas y privilegios de la política bastardeada, de la politiquería. Eso sería como igualar las diferencias que tuvo el Che con Carlos Rafael Rodríguez con respecto al modelo económico de la sociedad socialista cubana, y las diferencias entre “Al” Capone y “Lucky” Luciano.

Las diferencias entre Moyano y Venegas se relacionan con una lucha de poder territorial, de acomodar la maquinaria en los diferentes estamentos del poder político, en mover sus piezas (representantes) en los diferentes partidos de oposición, Massa, De Narváez, Duhalde y el Peronismo Renovador, FE: el partido de Venegas. En ganar alianzas con los “Barones” del Conurbano (verdaderos feudos municipales) dirigidos por intendentes que gobiernan sus distritos apelando a lo peor de la política: la intimidación, el abuso, la violencia, la prevenda, el negociado. Territorios bajo una crónica situación de ingobernabilidad o “gobernabilidad mafiosa”, gracias a la acción delincuencial de estos “Barones”, como: el tráfico de estupefacientes, el tráfico de personas, la red de casinos ilegales, la red de clubes de alterne, las corporaciones policiales funcionales para los “negocios”, el apriete a los movimientos barriales y populares, el soborno, etc. Negocios son negocios.

Los negocios de la familia de Hugo Moyano (un sindicalista) son de dimensiones tales que si el Poder Judicial argentino no fuera tan corrupto, tan venal, tan lento con “algunos”, no estuviera tan infiltrado por los peores elementos de las peores épocas de latrocinio, injusticia y opresión que ha sufrido el pueblo argentino, personajes como Hugo Moyano hubieran conocido la cárcel por corruptos y ladrones, desde hace mucho tiempo.

La hermana de Hugo, María Eva Moyano (que se hace llamar Irma Eva) es la titular del Sindicato de Camioneros de la filial (franquicia) Mar del Plata. María Eva nunca manejó un camión en su vida, pero es la representante de los trabajadores del volante en la “Ciudad feliz”.

OSCHOCA (Obra Social de los Choferes de Camiones), la mutual de los camioneros, es gerenciada por Conducir Salud S.A., conocida también por Iarai S.A., una compañía cuya propietaria es Liliana Zulet, la actual esposa de Hugo Moyano. El complejo empresarial alrededor del camionero no solo consta de droguerías, sino que se diversifica hacia rubros como el de las aseguradoras (Juncal S.A.), empresas de la construcción, fábricas de carpintería metálica, y fábricas textiles. Algunos de estos negocios están en manos de los hijos de Moyano, Pablo y Paola. Estamos hablando de negocios que podrían producir beneficios de miles de millones de dólares. Por ejemplo, la aseguradora Juncal S.A. tiene en su directorio a los integrantes de la cúpula del sindicato de choferes de camiones. Dicha aseguradora tiene el permiso por parte de la Superintendencia de Seguros de la Nación para asegurar camiones, emitir pólizas de vida, y en la intervención en seguros patrimoniales de todo tipo. No es necesario tener la imaginación de Ray Bradbury para darse cuenta de las siderales cifras de dinero, que una aseguradora de este tipo, puede recaudar en un país donde aún hoy el 90% del transporte de carga se realiza mediante camiones. El hijo de Hugo Moyano, Pablo, se hizo cargo del sindicato a nivel nacional, para que su padre pudiera manejar más celosamente la CGT. Facundo, otro de los hijos de Hugo, maneja el sindicato de empleados de las concesionarias de peajes. Karina Beatriz, otra de sus hijas, trabaja a su lado en la CGT. Y ahora Paola se suma a los negocios de la familia. El apellido Moyano, aparece también asociado a empresas recolectoras de residuos. El dirigente sindical también está vinculado al negocio del fútbol. Pero como Hugo Moyano es un hombre de familia, y amante del deporte y el aire libre, hace partícipes de la sabiduría latina de “mens sana in corpore sano” a sus hijos. Facundo, uno de ellos, además de Diputado Nacional y jefe de la Juventud Sindical, es el presidente del Club Atlético Alvarado de Mar del Plata. Bajo la férula del Pater sindicalista también están, el Club Comunicaciones, el Barracas Central presidido por su yerno Claudio Tapia, y el Club Atlético, Social y Deportivo Camioneros, que preside su hijo Pablo. Hugo Moyano, es Presidente del Club Atlético Independiente de Avellaneda, uno de los cuatro más importantes clubes de fútbol de todo el país. En el fútbol argentino todo es ganacias para los directivos, desde la televisación, las franquicias, las entradas y el resto. Los clubes como institución pueden terminar quebrados financieramente, pero nunca se vio un directivo terminar en la pobreza. Pero el fútbol no es solo un gran negocio, sino también plataforma política, control territorial, zonas liberadas para el narcotráfico, movilización de gente, mayor capacidad para la compra de voluntades, fuerza de choque, de agitación y hasta de conmoción interna (las famosas y temibles barras bravas).

Luis Barrionuevo, “El Canciller”, hombre de las amenazas para diciembre…

y de armas tomar, siempre contra el pueblo trabajador. Barrionuevo anunció una situación de conmoción interna que ocurriría en diciembre. Crónica de una conspiración anunciada. La ultra derecha argentina y los poderes económicos y financieros transnacionales, la Embajada, el Departamento de Estado, la señora Madelaine Albright, Secretaria de Estado durante la administración de William Clinton, y su enviado Carlos Gutiérrez C.E.O. de Kellogg y ex Subsecretario de Comercio durante la administarción de George W. Bush, están alineados contra el actual Gobierno argentino. Por eso Barrionuevo amenaza que diciembre se va a poner caliente y no solo por cuestiones meteorológicas relacionadas al fenómeno del calentamiento global.

Lo de Barrionuevo, “capo” del Sindicato de Gastronómicos, Diputado Nacional por su provincia, Catamarca, y ex Senador nacional, es un replay de los otros dos. Con diferencias cosméticas, la carrera sindical-empresarial del gastronómico Barrionuevo, apodado “El Canciller” (no se sabe si alguna vez fue mozo, cocinero de restaurant, lavaplatos, barman) es muy similar a las de Venegas y Moyano. Si no fuera por la historia siniestra de muertes, desapariciones, y ejecuciones de tantos verdaderos líderes populares y de los trabajadores, durante las décadas de los 70’s y los 80’s, las historias de vida de estos tres personajes, podrían encuadrarse en lo que se define en la picaresca nacional como: “el vividor”. Vivir del trabajo, el esfuerzo y el sacrificio de los demás. Más o menos lo que hacieron los Sultanes del Imperio Otomano desde el 1300 hasta la segunda década del siglo XX, y llevando estilos de vida bastante similares. En definitive, Barrionuevo no inventó nada.

La vida sindical de Barrionuevo se inicia con la intimidación a dueños de bares y restaurantes en el distrito de San Martín, en el Gran Buenos Aires. Barrionuevo siempre entendió la lucha sindical al estilo del Chicago de los años veinte. A comienzos de la década del 70 conoció al vandoirista y ladero de Lorenzo Miguel, Casildo Herreras, último Secretario General de la CGT, hasta el 23 de marzo de 1976, día en el que huyó al Uruguay, y luego a España via México, a pocas horas del golpe cívico-militar. Herreras, ante el advenimiento del golpe, dejó para la posteridad la heroica frase, “Yo me borro”.

Durante los primeros años del Gobierno de Carlos S. Menem, el Sec. Gral. de la CGT Saúl Ubaldini, ante el avance de las medidas neoliberales del pintoresco riojano, y el consecuente deterioro económico de la clase trabajadora, le hizo un paro. Barrionuevo, aliado incondicional de Menem, resolvió el problema a su manera. Para esa época el gastronómico dirigía en las sombras el Club Chacarita Juniors, poco después sería su presidente (dueño) de 1993 al 2005, desde donde había organizado una fuerza de choque importante, con el fin de dirimir diferencias políticas e ideológicas contra potenciales adversarios. La barra brava de Chacarita confrontó a los huelguistas de Ubaldini, “apaciguó” los ánimos clasistas de estos y nombró a otro Secretario General de la CGT: Guerino Andreoni. Democracia sindical, pura y dura. Barrionuevo sigue manejando a la barra brava de Chacarita Juniors, a pesar de no estar actualmente vinculado al club en forma oficial. El año pasado, gente vinculada a Barrionuevo, como Arturo y Patricio Ginés, amenazaron de muerte a un alto directivo del club, José Ripoli, opuesto a la antigua gestión del sindicalista Luis Barrionuevo. Los líderes de la barra brava de Chacarita, gente de Luis Barrionuevo, como los nombrados Arturo y Patricio Ginés y Oscar “el Monito” Bitz detentan importantes cargos políticos a nivel provincial. Por ejemplo, Oscar “el Monito” Bitz es Sub-Secretario de Políticas Municipales de la Provincia de Bs. As., practicamente un vice Ministro del actual Gobernador de la Provincia Daniel Scioli. El fútbol paga bien, y es una plataforma importante para crear poder político mafioso, eso lo sabe Barrionuevo desde hace mucho tiempo. Barrionuevo también, como los anteriores, fue dirigente de la JSP durante el primer quinquenio de los 70’s, preámbulo del genocidio. Sus estrechas vinculaciones con dirigentes de la extrema derecha del peronismo como Eduardo Duhalde, Jorge Triaca, Herminio Iglesias, Hugo Moyano, Lorenzo Miguel, entre otros; y su designación por la dictadura de Videla como Secretario del gremio gastronómico, hacen suponer al menos, de su participación en la inteligencia y tal vez operatividad durante la represión a la clase trabajadora por parte de la Tripe A, desde 1973 hasta 1976, y posteriormente de los grupos de tareas de las FF.AA., a partir del 24 de marzo de 1976. Llegada la democracia, Barrionuevo, como buen hombre de la política, encabeza las listas (tercero) del (PJ) Partido Justicialista, junto con dos figuras entrañables, la crema y nata del fascio peronista de comienzos de los 80’s y prominentes discípulos de López Rega y José Ignacio Rucci, en los 70’s: Herminio Iglesias y Jorge Triaca.

Durante la presidencia de Eduardo Duhalde, Barrionuevo fue Senador Nacional por su provincia, Catamarca, en la región más empobrecida por la gestión de Menem, con índices de mortalidad infantil que casi duplicaban la mortalidad media del país. Catamarca: 33 por cada 1000 nacidos vivos, con respecto a CABA, Pcia. de Bs As, provincias patagónicas con 17 por cada 1000 nacidos vivos. Su mujer, Graciela Camaño, durante el mandato de Duhalde, fue ministra de Trabajo, y en la actualidad Diputada Nacional por el Frente Renovador. Barrionuevo fue uno de los principales donantes para la campaña presidencial de Calos S. Menem. Según él mismo lo confirmó, la donación fue de un millón de dólares. Menem lo supo recompensar poniéndolo al frente del Instituto Nacional de Obras Sociales, que comenzó a llamarse Administración Nacional de Seguros de Salud. Barrionuevo ya tenía experiencia en la administración de las obras sociales, fue el hombre fuerte del Programa de Atención Médica Integral (PAMI), y como tal por quien pasaban las licitaciones y negociados con las empresas de medicamentos. El botín de esos “contratos” es jugosísimo, y Barrionuevo nunca perdió oportunidades de ese tipo, y esa no sería la primera. Para que nos demos cuenta de la dimensión del negocio del PAMI, estamos hablando de un movimiento de 1000 millones de dólares al año.

El caso se relaciona con la causa conocida como “mafia de los medicamentos”, en la cual también estuvo vinculado su colega Gerónimo “Momo” Venegas. La causa no solo tuvo rivetes fraudulentos contra enfermos cancerosos, afectados por el VIH/Sida, y pacientes hemofílicos; sino que también en este caso se dirimió con un triple crimen misterioso. Tres cadéveres fueron encontrados en General Rodríguez, Pcia. de Bs As. Los cadáveres pertenecían a dos empresarios del rubro farmacéutico, Sebastián Forza y Damián Ferrón, el tercero, Leopoldo Bina, era amigo de los anteriores. Los empresarios pasaron del honesto negocio de los medicamentos, al turbio de la adulteración de los mismos. Tal vez, y solo tal vez, pretendieron hacerle una jugarreta a alguien que estaba por encima de ellos, estafar al estafador. La jugada no funcionó.

Las declaraciones de cínica honestidad de Barrionuevo son memorables, una de ellas lo pinta de cuerpo entrero, “nadie hace guita trabajando”; y la otra, “dejemos de robar por dos años y el país sale adelante”. El sindicalista hizo hace unos años una declaración patrimonial donde figuraba unicamente un Fiat Regatta, “lo demás, me lo prestan buenos amigos”, dijo Barrionuevo. Lo demás son aviones, caballos de carrera, mansiones, yates, estancias, inversiones en pools sogeros, y hasta en la industria turística.

Conclusiones

Está, aún hoy, muy vigente en el imaginario político-social, diseñado por el postmodernismo ahistórico, que el poder político es el Poder, o que éste está poco coaccionado y amenazado por los poderes de facto, como el económico y el financiero, como el mediático y el de los grupos económicos lavadores del narcotráfico; el poder eclesial y de grupos religiosos, o el sindical. En realidad existe una dinámica muy fluida, a veces de negociación, a veces de confrontación, de concesiones, de asimilación, otras de demarcación de territorios, entre los poderes más visibles para una sociedad, como serían el poder político, y aquellos menos visibles como corporaciones, grupos que manejan el tráfico de influencias, propietarios y grandes accionistas de monopolios relacionados con la información y la industria del entretenimiento. En una sociedad que pretenda cierta cuota de democracia real, siempre existirá una puja entre los poderes elegidos por la ciudadanía y aquellos elegidos por un grupo de accionistas. Esa puja puede ser muy tímida por parte del poder político, para llegar solo a una democracia formal restringida, o muy confrontativa, cuando la correlación de fuerzas del campo popular (movimientos sociales y populares con verdadera representatividad) va ganando espacios significativos en favor del poder político inclusivo, participativo y protagónico. En esa puja, con sus diferentes grados de intensidad, hay un permanente fenómeno de infiltración, coptación, y de tráfico de influencias, escencialmente por parte de los poderes de facto sobre el poder político, y en menor medida desde el poder político hacia los poderes de facto.

Hoy, estas situaciones se ven cada vez con mayor claridad en el escenario político argentino. Ni la política, y mucho menos el poder político, se pueden manejar en base al puro voluntarismo, a la pura manifestación de anhelos. Por que ni el voluntarismo, ni los anhelos y deseos per se son utopías. Las utopías son escencialmente las construcciones de poder político al servicio de causas justas, las causas de la solidaridad y la igualdad. El poder político se construye, y las más de la veces es una construcción lenta y penosa, porque no es una entelequia que se hereda luego de un proceso eleccionario, sino que se va construyendo en una sinergia entre los representantes de la decisión popular y los representados organizados. El actual gobierno argentino tiene un plan, tiene un modelo, muestra todos los días la hoja de ruta. Para algunos, no es suficientemente revolucionario, no es transformador, no ataca de raíz los males que aquejan a las mayorías populares, a los excluidos de sus derechos por generaciones; es desarrolista, es neo-desarrolista, es bonapartista, es ni-ni. Para otros en cambio, es castro-chavista, llevará a la Argentina hacia una economía colectivista, suprimirá todas las libertades.

Hay una puja

¿Qué dice el pueblo de todo esto? Cuando me refiereo a pueblo, ¿a quién me refiero? El pensador e intelectual argentino Jorge Alemán lo enmarca con precisión, y además con belleza, que nunca está de más. Dice Alemán: “Reservo el término pueblo para designar la emergencia histórica de una subjetividad política que no hace número, no es contabilizable y que, a diferencia de la masa, inventa y construye su discurso en relación con un legado histórico y emancipatorio. Pueblo es el sujeto que le da forma a lo que siempre está por venir: la igualdad y la justicia. Masa es lo que apoya lo que ya hay: opinión, medios, concenso mundial dominante. El pueblo es raro, surge cada tanto, es tan excepcional como el artista popular. En cambio, la masa es permanente como la producción del artista de masas, como la circulación de la mercancía. Se trata de una frontera frágil, sutil, que divide a cada uno, pero siempre posible de establecer. El pueblo transforma a la hstoria, la masa hace que vuelva lo de siempre”.