Pablo Heraklio
Esta obsesión por el dinero a la que se acabo uniendo el materialismo histórico promulgado por Marx y Engels no deja de ser un producto de la propaganda capitalista ya sea en su versión socialdemócrata o «comunista».
Otra de las causas de la obsesión por el capital podría ser la seguridad que proporciona la acumulación de bienes, pero esto no deja de ser un contrasentido ya que tampoco aseguraría en última instancia la supervivencia del individuo hasta una cierta edad.
En mi opinión habría que adentrarse en los motivos psicológicos y sociológicos que inducen y acaban conformando la conducta y el pensamiento del individuo y de las sociedades, como la voluntad de poder, el aumento del super-Ego, es decir, una serie de motivaciones que aparte de lo dinerario provocaran este tipo de conducta y pensamiento aberrante y nocivo.
Si la seguridad – en forma de acumulación de capital- es el concepto que rige la voluntad y el pensamiento de la inmensa mayoría de los hombres es debido entre otras causas a la desconfianza mutua que existe entre ellos, que no deja de ser una forma de temor al prójimo e inseguridad en uno mismo. Estos dos conceptos serían claves para el desarrollo y funcionamiento de una sociedad capitalista. «Leviatán» de Hobbes marca un hito en la historia de la humanidad y formula un nuevo entendimiento sobre el modelo de vida dentro de la sociedad.
A esto también habría que añadirse factores sociológicos, culturales, religiosos, filosóficos, lo que en última instancia no deja de ser propaganda ejercida desde el poder para condicionar a las masas.
Esta propaganda se basa en la psicología para provocar deseos que suelen derivar en dependencias, de esta forma se tiene al hombre atado a una serie de circunstancias que le son ajenas.
Las emociones y sentimientos como el placer, el miedo, la alegría, el sufrimiento, el aburrimiento son las claves de la propaganda para alterar la conducta humana, éstas por ejemplo, son utilizadas por la autoridad, psiquiatras, psicólogos, sociólogos para modificar estados de ánimo con ayuda de los psicofármacos.
La publicidad comercial las utiliza también para provocar deseos en base al placer que se obtiene cuando se compra un tipo de mercancía.
Los Estados también las utilizan cuando desean provocar, alterar u omitir algún acontecimiento que repercuta en las sociedades. A esto hay que añadir la influencia histórica heredara culturalmente por la humanidad a lo largo de los siglos.
El objetivo de la élite del capitalismo en el poder es tener el monopolio de la propaganda para de esta forma conformar los pensamientos y con ellos las emociones y los sentimientos de las masas.