Gerardo Szalkowicz
La declaración del Mercosur sobre la masacre en Gaza ratifica la vigencia del poder coercitivo del lobby sionista y cómo el TLC entre el bloque e Israel sigue operando en las sombras. Venezuela y Bolivia, únicas excepciones de dignidad en la región.
Escena 1: Montevideo, 18 de diciembre de 2007. Después de más de dos años de negociaciones, los países miembros del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, todavía no estaba Venezuela) suscriben el Tratado de Libre Comercio (TLC) con el Estado de Israel. Era el primer TLC que el organismo firmaba con un país fuera de América Latina desde su creación en 1991.
El acuerdo contemplaba la eliminación gradual de los aranceles aduaneros, la liberación inmediata de algunos productos y prometía duplicar el intercambio comercial entre las partes. ¿Cuál es el intercambio? De acá para allá van principalmente granos y cereales mientras que Israel nos provee agroquímicos, software y equipamiento bélico.
Escena 2: Caracas, 28 de julio de 2014. Tras 20 días de bombardeos del ejército israelí, ya con más de 1300 palestinas y palestinos asesinados -en su mayoría civiles-, los presidentes del Mercosur emiten el primer comunicado conjunto sobre el tema (1) en el marco de la XLVI Cumbre. A pesar de la firme postura que viene mostrando el Gobierno venezolano, gana en el comunicado la tibia y ambigua impronta del resto. El escueto texto, lleno de eufemismos y lugares comunes -y muy similar al emitido por la cancillería argentina (2) ocho días antes- arranca diciendo que los mandatarios “condenaron de manera enérgica el uso desproporcionado de la fuerza por parte del ejército israelí en la Franja de Gaza, que afecta mayormente a civiles, incluyendo niños y mujeres. Condenaron igualmente cualquier tipo de acciones violentas contra poblaciones civiles en Israel”.
Por lo demás, más allá de cierta retórica para la tribuna, no definieron ninguna acción concreta direccionada a interpelar al Gobierno de Israel; apenas un llamado –sigue la declaración- “a la Comunidad Internacional para ejercer la debida presión en favor de un cese al fuego duradero y a la pronta restauración del diálogo como única salida al conflicto”.
¿Cómo se explica que, a esta altura, se acompañe el transcurso de un genocidio con tanta indiferencia y se siga apelando a la teoría de los dos demonios? Quizá la escena 1 pueda aportar algunas pistas. Del TLC, al menos públicamente, no se dijo ni una palabra en la escena 2. Pese al reclamo que se le hizo llegar a los mandatarios desde la 16ª Cumbre Social del Mercosur realizada en la previa de la oficial (3), no está en duda su continuidad.
El caso de Brasil es sintomático. En los últimos días, Dilma Rousseff había condenado el “uso desproporcionado” de la fuerza de Israel y llamó a consulta a su embajador en Tel Aviv, lo que le valió el calificativo de “enano político” por parte de un vocero israelí. Por si acaso, Dilma aclaró que “las relaciones no sufrirán ruptura“.
Pero detrás de este cruce diplomático, se esconde la «verdá de la milanesa»: Brasil es el principal socio comercial de Israel en la región. Según un informe de la organización Stop The Wall, en los últimos 12 años el intercambio entre ambos países llegó al billón de dólares. El rubro principal, la maquinaria bélica. Con la compra de vehículos blindados, aviones de ataque A-1, satélites, sensores, aviones no tripulados, etc, Brasil se convirtió en el quinto mayor importador de armamento israelí.
Más que declaraciones, acciones
Al margen de discursos y comunicados, sólo los gobiernos de Venezuela y Bolivia vienen manteniendo una postura de solidaridad activa con el pueblo palestino. Este miércoles, Evo Morales declaró a Israel como «Estado terrorista» y anunció que se les comenzará a exigir visas a sus ciudadanos. “El gobierno de Israel no respeta los principios de la Carta de las Naciones Unidas, ni la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estos antecedentes se suman a la larga lista de abusos y crímenes que comete contra la humanidad”, argumentó Morales, quien viene calificando la acción israelí como un genocidio.
En Venezuela, este jueves el presidente Nicolás Maduro anunció la creación de una casa de abrigo para albergar a las niñas y niños de Gaza heridos y huérfanos. Envuelto con un pañuelo palestino, se preguntó: «¿La humanidad se va a quedar de brazos cruzados frente al exterminio del pueblo palestino?».
Un día antes, la cancillería de ese país abrió sus puertas como centro de acopio de ayuda humanitaria para el pueblo de Gaza. El canciller Elías Jaua explicó: “Quizás no aliviará la tragedia que están pasando pero es un gesto de un pueblo hermano para los miles de hombre y mujeres que están siendo masacrados por Israel”. Un cargamento de medicamentos, alimentos, frazadas, etc, será llevado la próxima semana por la Aviación Militar venezolana hacia Palestina.
Venezuela y Bolivia son los únicos países del continente que rompieron relaciones diplomáticas con Israel. Ambos en 2009, durante otra escalada guerrerista en Gaza.
Además de Brasil, también los gobiernos de Chile, Perú, Ecuador y El Salvador llamaron a consulta a sus embajadores en Israel. Pero nada de romper relaciones diplomáticas, ni mucho menos comerciales.
Mientras se multiplica la indignación y las movilizaciones populares en todo el mundo, el lobby sionista sigue mostrando su enorme poder de influencia en todas las esferas de poder, incluso en gobiernos que se autoproclaman progresistas. Por ahí pasa, también, parte de la inmunidad que envuelve a Israel para seguir avanzando en el exterminio del pueblo palestino.
entoncesque666@gmail.com
Notas:
(1): Ver comunicado completo del Mercosur
https://www.mrecic.gov.ar/
(2): Ver comunicado de la cancillería argentina
https://www.mrecic.gov.ar/
(3): Ver declaración de la 16a Cumbre Social del Mercosur