Miguel E. Canosa
En todos estos años de observar el comportamiento de los grupos kirchneristas una característica común a todos y en los diferentes momentos de los gobiernos de Néstor y Cristina, fue sin dudas, el oportunismo.
La gran mayoría de quienes hoy forman parte de esta variada fauna (y flora) política, o no existían políticamente o si existían, no votaron ni apoyaron a Néstor en su elección, aunque rápidamente se sumaron a las huestes K al oler el poder todavía incipiente que garantizaba planes sociales y algunos cargos en el gobierno.
Pero no fue hasta el primer mandato de Cristina y la batalla de la 125 contra los agroganaderos que estos grupos tuvieron alguna utilidad política al enfrentar a los gurkas del campo en la Plaza de Mayo y frenar lo que pudo ser la caída del gobierno en manos de la derechas y sus corporaciones.
Sin embargo estos grupos no configuraban la “propia tropa” que era necesaria construir para garantizar la continuidad del proyecto y nepotismo mediante, Néstor entronó como líder en las sombras a su hijo Máximo, quien hasta el día de hoy es un enigma político pocas veces visto: alguien que sin un cargo toma decisiones de gobierno, o al menos influye sobre ellas, ante la ausencia física del líder irremplazable.
Hoy, el gobierno cristinista se convirtió en un grupete de poco conocedores estudiantes universitarios bastante alejados de la gran masa peronista que más se parecen a una burguesía conservadora que al verdadero pueblo, con necesidades y esperanzas como si las tuvieron los argentinos en épocas de Juan Perón y Eva Perón, verdaderos militantes y cuadros políticos revolucionarios de la historia nacional y popular.
Marx, al inicio de “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, plantea una de sus frases más célebres: La historia se repite dos veces. La primera como tragedia, la segunda como farsa[1]
Sabemos ahora de que farsa estamos hablando cuando hablamos de kirchnerismo
[1]Marx, K.: “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, Longseller, Bs.As, 2005, p. 17. La frase original de Marx, aparecida al comienzo del libro señala: “Hegel dice, en alguna parte, que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se repiten, para decirlo de alguna manera, dos veces. Pero se olvidó de agregar: la primera, como tragedia, y la segunda, como farsa”.