La candidatura de Fernando Lugo está de nuevo en la agenda del liberalismo y de la izquierda. La razón es sencilla: la izquierda no tiene candidatos y el partido liberal no tiene credibilidad. Además, el ex obispo sigue manteniendo cierto nivel de popularidad, porque la gente humilde no olvida el programa social de su gobierno, que no fue trascendente, pero comparado con el actual puede considerarse una revolución social.
Para los liberales Lugo es lo más parecido a un liberal y para la izquierda es lo más parecido a un socialista. Lugo no es ni lo uno ni lo otro, pero tiene el don de poder abrazar a Dios sin fastidiar al diablo. En público levanta el puño izquierdo como si fuera un militante de las brigadas rojas para entusiasmar a las “masas”, pero firma la ley antiterrorista que ni los colorados consiguieron promulgar. Claro, el puño en alto es un gesto, mientras que la ley puede costar la cárcel. Lo primero es un símbolo, lo segundo es la realidad.
Lugo para la oligarquía fue un excelente presidente, bajo su administración se dispararon las exportaciones de carne y soja, y desaparecieron las ocupaciones de tierra. Pero el ex obispo es un poco díscolo, no por sus affaires bajo sabana sino por sus coqueteos con el chavismo. Lo último fue imperdonable, por algo el golpe del 2012.
El partido colorado prepara las modificaciones en sus estatutos para acordar alianzas electorales, así como ya las modificó para candidatar a Cartes. En el 2008 la ANR llegó a las elecciones dividida, lo que desembocó en su derrota. Pero para el 2018 ya tiene el bálsamo reparador: aliarse con otros sectores si su división interna es irremediable. La ANR unida siempre gana, y si no logra la unidad partidaria, el problema será parchado en una alianza con sectores no colorados. El zorro sabe más por viejo que por zorro.
¿Con quién puede aliarse la ANR?
Cartes es un pragmático, y si las cosas se complican en su partido recurrirá a sectores no colorados como los franquistas u otro sector liberal, también muy pragmáticos cuando se trata de llegar a acuerdos con un tipo que les puede garantizar cinco años más de impunidad.
Los políticos saben que Cartes usa la chequera muy generosamente a la hora de conseguir propósitos, y Cartes sabe que cuanto más grande es la chequera más dóciles son éstos. En estas circunstancias la alianza no va a ser una dificultosa negociación política sino un mero trámite administrativo.
¿Puede ganar Lugo en el 2018?
Es muy probable que los colorados arriben divididos a las elecciones del 2018, pero es muy probable también que se alíen con sectores fuera del partido, lo que hará difícil un nuevo triunfo luguista. Cartes prepara la ingeniería que le permita apuntalar su proyecto del nuevo rumbo e impedir un triunfo opositor. Muchos liberales saben que ya no ganarán elecciones y sin ellos Lugo tampoco puede ganar. Peor aún, los liberales a estas alturas ya no quieren el fútil juego de ser paladines de la democracia y aspiran a cosas más mundanas. Con el cambio de los estatutos partidarios los colorados se preparan para ganar bajo la figura de una alianza en el 2018. Los vientos soplan a su favor: tienen el poder, el camino allanado para la alianza y una enorme billetera para domesticar a opositores muy radicales.