Leila Nachawati

El Diario

 

21 de julio 2014.- Los ataques israelíes a Gaza en 2009, que causaron la muerte de alrededor de 1.400 palestinos (además de diez israelíes en la respuesta con cohetes), fueron el primer caso de conflicto mediado por las redes sociales. Plataformas como Facebook, Twitter y Youtube fueron utilizadas por miembros de Hamás y por civiles de dentro y fuera de la franja para narrar, documentar o condenar los ataques, pero fueron las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) quienes hicieron el uso más intensivo y coordinado de estas herramientas.

Cinco años después, las escenas de destrucción se repiten en Gaza, y la propaganda israelí se recrudece, con un eco menor que en otras épocas. De Plomo Fundido a Margen Protector

Las operaciones militares israelíes vienen siempre acompañadas de un enorme despliegue mediático que busca justificarlas o mitigar sus efectos en la opinión pública internacional. Empezando por su propio nombre, que ha pasado del sensorial Plomo Fundido en 2009 al autoexplicativo Margen Protector en 2014. En hebreo se denomina “hasbara” a este despliegue propagandístico orientado a mostrar al resto del mundo el lado más amable de Israel, un despliegue que incluye diversos frentes.

A finales de 2008, al inicio de los ataques a Gaza, la Administración israelí decidió sustituir las tradicionales ruedas de prensa habituales en épocas de guerra por una amplia gama de iniciativas en las que predominaba el uso de redes sociales. Recibían directrices de Yarden Vatikai, exoficial del ejército, del Ministerio de Defensa y de la Agencia Judía.

Entre esas iniciativas destacaba la impartición a oficiales del Ejército de talleres intensivos sobre los nuevos medios de comunicación en el Centro Interdisciplinar de Herzliya.

“En términos de comunicar nuestro mensaje, el futuro está en los nuevos medios de comunicación”, afirmó entonces el portavoz del Ejército israelí. “La IDF se ha mudado a internet para ganar los corazones y las mentes”.

Uno de los principales frentes de esa campaña destinada a conquistar corazones y mentes fue Youtube. Un canal del Ejército israelí publicaba un flujo constante de vídeos actualizados de los ataques, descritos como parte de la «Operación del ejército israelí para detener el terrorismo de Gaza». Fue el primer Ejército nacional que contó con su propio canal en Youtube, controlando así directamente las imágenes de la guerra contra palestinos que llegaban al público.

Uno de estos vídeos muestra a ocho milicianos palestinos cargando cohetes en el interior de un camión, que aparece a los pocos segundos incinerado tras el estallido de un misil. El vídeo fue denunciado poco después por la asociación israelí de derechos humanos B´Tselem, que aseguró que los cohetes eran en realidad recipientes de gas transportados por civiles, después de que su taller fuese bombardeado por aviones israelíes.

El canal incluía también un videoblog diario en el que portavoces del Ejército se referían a los ataques como “acciones humanitarias de autodefensa”.

Otro de los frentes implicaba el contacto directo con periodistas de todo el mundo, trasladándoles documentación y mensajes con el fin de que estos se hiciesen eco de su contenido. Mensajes de texto eran enviados regularmente a miles de periodistas, diplomáticos y blogueros influyentes, en los que el Ejército ofrecía su visión a través de conferencias, notas de prensa, sesiones informativas y visitas a las comunidades israelíes del Negev, fronterizas a la Franja de Gaza.

El experto israelí en redes sociales Niv Calderon fue en los días previos a la invasión de Gaza contratado por el Ministerio de Exteriores para un esfuerzo sin precedentes de creación de una “sala de guerra” que promoviese la propaganda israelí internacionalmente. “Hay una guerra mediática, y cada ciudadano, cada usuario de internet, es un tipo de soldado”, aseguraba el propio Calderon.

Haneen Zoubi, directora del Centro de Medios para Palestinos Árabes de Israel, calificó en enero de 2009 de “burla a la libertad de prensa” el modo en que se transmitía en Israel lo ocurrido en Gaza. Ya en 2006, durante la invasión de Líbano, denunciaba que “la prensa israelí ha abandonado su papel periodístico, incapaces de realizar su papel por ponerse al servicio del patriotismo”.

La directora de Prensa Internacional del Ejército Avital Leibovich afirmaba, en cambio, sentirse “gratamente sorprendida” por la cobertura internacional del conflicto, incluso en medios que no suelen considerarse proisraelíes. “Por fin la comunidad internacional entiende que Hamas es el agresor”, añadía. La propaganda trasciende al Ejército

Cinco años después, la implicación del ejército en la documentación y difusión de propaganda ha ido en aumento. Proliferan los vídeos seleccionados y difundidos por las Fuerzas Armadas y las correspondientes cuentas oficiales y extraoficiales en plataformas como Facebook y Twitter, con una actividad constante.

Destacan en la estrategia mediática actual las decenas de infografías y visualizaciones que buscan mostrar de un modo gráfico y sencillo las razones de Israel, y que recuerdan a las del proyecto Visualizing Palestine, que muestra los efectos de la ocupación en las vidas de los palestinos. Una de las visualizaciones más virales es la que explica cómo se convierte una casa de Gaza en un objetivo.

Según Ramzi Jaber, cofundador de Visualizing Palestine, cada vez resulta más difícil para Israel lavar su imagen ante las críticas. “La comunidad occidental es hoy mucho más crítica que en 2009”, asegura, en conversación con eldiario.es. “Por eso cada vez se esfuerzan más en tácticas de deshumanización de la población palestina mediante la retórica del terrorismo. El hecho de lanzar los ataques durante la celebración de la Copa del Mundo también es muy revelador de la estrategia de distraer la atención de sus operaciones militares”.

Pero la guerra mediática no se limita a las fuentes oficiales, sino que tiene en su punto de mira en sectores cada vez más amplios de la sociedad.

Las universidades son uno de los objetivos. El diario Haaretz publicaba en 2011 que la oficina del primer ministro planeaba formar unidades encubiertas en siete universidades israelíes para difundir propaganda proisraelí. Según el diario, “se formará un grupo diplomático en cada universidad, estructurado en modo semimilitar”. A cargo de la iniciativa se colocó a Daniel Seaman, antiguo director de la Oficina de Prensa del Gobierno y denunciado por publicar material violento, racista e islamófobo en su propia página de Facebook.

En 2014, la Universidad de Haifa anunció un curso de ciberguerra para combatir la deslegitimización de Israel en internet. Otras universidades que coordinan con el gobierno o lobbies iniciativas de propaganda son Bar-Ilan, la Universidad Hebrea y la Universidad Ben Gurion.

Desde 2001, Israel ofrece también a universitarios estadounidenses becas Hasbara destinadas “a ofrecer educación proisraelí para que puedan combatir la propaganda antiisraelí en los campus estadounidenses”, unos programas cada vez más concurridos y exitosos, según su propia página web.

Los enormes esfuerzos invertidos por mitigar la condena a Israel y hacer que el mundo entienda sus razones, chocan con las imágenes de los ataques, que han causado un 77 por ciento de víctimas civiles, y que el 11 de julio se cebaban con un centro de asistencia para discapacitados. Un goteo al que el historiador palestino Ilán Pappé se ha referido como un “genocidio escalonado”.

La propaganda choca también con imágenes como las del grupo de israelíes que comen palomitas mientras celebran los bombardeos en la frontera, con los mensajes de quienes jalean como una victoria cada víctima de las bombas y con vídeos como este, que también forma parte de los esfuerzos propagandísticos militares, dirigidos a los más pequeños.