Percy Francisco Alvarado Godoy

 

Es difícil para un político escapar del escrutinio público, más cuando de sus acciones dependen muchos asuntos que agobian a sus conciudadanos y la paz mundial. George Bernard Shaw decía: «Las personas le echan la culpa a las circunstancias. No crean en las circunstancias. Las personas que avanzan buscan las circunstancias y si no las encuentran las crean».

 

El problema para un líder, por tanto, es enfrentarse a los hechos y tratar de resolverlos con inteligencia, audacia y compromiso, sin detenerse a solazarse con nimiedades o gozos personales que le roban el precioso tiempo de actuar con consecuencia con la realidad.

 

Séneca decía algo que parece habérsele olvidado a Barack Obama, cuestionado por varios periodistas norteamericanos –según reseña Ria Novosti, basándose en Novie Izvestia-, por desperdiciar su tiempo como presidente de EE UU. Y es que un líder no debe perderse ni desatender sus obligaciones ya que, como señaló dicho sabio: «Cuando un hombre no sabe hacia dónde navega, ningún viento le es favorable»

 

Los trapos sucios sobre el compromiso de Obama hacia sus tareas aparecen a diario. Esta vez se le critica por pasar gran parte de su jornada laboral haciendo cosas que poco tienen que ver con sus obligaciones profesionales, como jugar al golf o dar recepciones, así como otros devaneos insulsos.

 

Tal es así que The New York Post ha calculado que durante los 628 días que siguieron a su reelección, Obama jugó al golf en 81 ocasiones, las mismas que durante todo el periodo de su primer mandato. A ello se suma su afición por codearse con celebridades en recepciones y su apego por los restaurantes de moda en Washington.

 

Lo más sorprendente es que cuando ocurrió el derribo del MH17 de Malasya Airlines en Ucrania, Obama se desatendió del asunto y continuó con su agenda de recolección de fondos en Manhattan.

 

Obama no tiene un pelo de tonto y prepara las condiciones más favorables para él cuando culmine su mandato. Parte de su tiempo lo dedica para “el después” y no para “el ahora”. De esta forma, se le ha visto enfrascado en buscarse una mansión en Rancho Mirage, California, valuada en 4,3 millones de USD.

 

Lo cierto que Obama no ha sido el presidente que esperaba su propia nación, incumpliendo sus promesas electorales. Unas veces se ha conformado con las trabas que le han puesto los republicanos sin echar la pelea que se esperaba. Otras veces, solo se ha sumido en discursos y palabras vacías, dejándose llevar por los halcones del pentágono para solucionar las crisis internacionales.

 

Sabedor de que su popularidad decae días tras día, Obama se desentiende de sus compromisos y espera resignado su funeral político.

 

«No es tarea fácil dirigir a hombres; empujarlos, en cambio, es muy sencillo»,ha dicho alguien ilustre, pero ¿puede cumplir esa misión un vago sin seriedad y compromiso?