Ángel Guerra Cabrera
 

Los fondos buitre compran bonos devaluados de países en quiebra o con problemas financieros para luego cobrarlos a precios exorbitantes usando recursos inconfesables.

Paul Elliot Singer y los hermanos Charles y David Koch son personajes importantes de esta historia. El primero, calificado por el canciller argentino Héctor Timmerman como “el inventor de los fondos buitre dirige Elliot Managemet Corporation, que en no disimulada complicidad con el juez de Nueva York Thomas Griesa intenta cobrar una millonada a Argentina por bonos chatarra comprados después de la crisis de 2001.

Singer y los Koch son multimillonarios y “filántropos”, sustanciales contribuyentes a los candidatos de extrema derecha del Partido Republicano, especialmente a los del Partido del Té, y camaradas de armas en la lucha por la libertad absoluta de los mercados, contra la educación y la salud públicas, los impuestos y la redistribución de la riqueza.

Los Koch aportan generosamente a las campañas negacionistas del cambio climático, a las fundaciones más reaccionarias del país y a las universidades que propagan su agenda ultraliberal. Su compañía Koch Industries es la segunda más grande de Estados Unidos(petróleo, gas, energía, finanzas y un largo etcétera). Gozan de gran influencia en la Suprema Corte, la misma que se negó a considerar siquiera la demanda argentina contra los fallos del juez Griesa y de un tribunal de apelaciones a favor de la buitre Elliot Managemet Corporation. Y aquí entra la contrarrevolución cubana (http://www.cubadebate.cu/opinion/2014/07/01/quien-le-disparo-a-argentina/).

Acuso otra vez a Estados Unidos por su guerra contra los gobiernos independientes de América Latina y el Caribe, los que no aceptan los dictados del consenso de Washington y conducen una política soberana. Una guerra con varios teatros de operaciones: financieros, económicos, culturales, políticos pero que incluyen el uso de la violencia pues allí están los golpes de Estado, fallidos o exitosos, contra Venezuela (2002), Bolivia (2008), Honduras (2009), Ecuador (2010), Paraguay (2012) y la sangrienta incursión yanqui-uribista en Ecuador (2008).

Procesos de desestabilización terrorismo mediante como en Venezuela desde febrero de este año, o de terrorismo mediático y guerra financiera contra Argentina, o la permanente política de subversión contra Cuba en todos los terrenos. En este tipo de nuevas guerras las armas utilizadas en muchos casos y fases del proceso no son las comunes en las guerras convencionales. Aunque en etapas ulteriores se empleen armas de destrucción masiva, como en Afganistán e Irak, las apoya un barraje de fuego permanente disparado desde el oligopólico complejo de medios de difusión imperialistas.

Nada de esto es nuevo en la guerra pero desde que se inició la eufemísticamente llamada guerra contra el terrorismo Estados Unidos hace más énfasis en los recursos aparentemente no militares para disimular las intenciones de desestabilización y conquista. Y cuando lo cree posible, lanza ataques directos de sus fuerzas militares o de sus compinches.

Es incalculable el daño que ocasionaría al país austral, el cumplimiento del diabólico fallo del juez Griesa. Aunque se ha dicho mucho conviene repetirlo, implicaría que Buenos Aires tendría que entregar en cuestión de semanas 15 mil millones de dólares a los buitres que rehusaron entrar en la reestructuración promovida por los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner para cancelar la deuda resultante de la debacle financiera de 2001. Cantidad equivalente a la mitad de las reservas internacionales de Argentina y que tendería a aumentar exponencialmente pues el 93 por ciento de los bonistas que aceptaron las condiciones de Argentina en la reestructuración demandaría el mismo trato que exige Griesa para los buitres. El objetivo es arrasar con el país y la obra de redistribución de la riqueza y solidaridad latino-caribeña realizada por los gobiernos Kirchner, postrarlo por hambre y desesperación, devolverlo al entreguismo de los gobiernos anteriores.

Argentina ha contado con creciente solidaridad del Alba, Unasur, la Celac, el G77 más China, el Movimiento de los No Alineados y seguramente recibirá el apoyo de todos los cancilleres latino-caribeños en la OEA. Ni a Washington le conviene que Griesa siente un precedente que puede desacreditar más aún al putrefacto sistema financiero internacional. Argentina ganará esta pelea porque su gobierno es digno y no se va a arrodillar.