Ollantay Itzamná
Hoy, como ayer, el ingrato y suicida Estado de Guatemala continúa lapidando y encarcelando a sus profetas y defensores de derechos, obediente a los intereses foráneos y efímeros. En estos tiempos neoliberales, donde la deficitaria institucionalidad estatal ha sido diluida por completo por la corrupción-narcotráfico-crimen organizado, a las empresas extranjeras, les es más barato comprarse diputados o jueces que comprarse una mascota de raza en sus países de casa matriz. Para ENERGUATE-ACTIS, comprarse jueces y magistrados guatemaltecos es mucho más barato que pagar una visita a un burdel en Londres.
Muchos guatemaltecos/as ingenuamente piensan que el nefasto destino de Guatemala, como un país de la vergüenza, es designio de alguna maldición divina o de la incapacidad atávica del pueblo en general. Esto es completamente falso.
Guatemala es lo que es porque sus gobernantes, con el silencio complaciente de sectores populares, medias y alta, empedraron las historias inconclusas de sus pueblos con lápidas de sus defensores de derechos y crucifijos de sus profetas asesinados. Hasta los ángeles del cielo lloran de indignación ante tanto dolor infringido a Guatemala. Este país es lo que es porque las grandes mayorías son ignorantes de sus derechos humanos, incluso quienes dicen ser profesionales.
En las últimas semanas nos enteramos la vergonzosa noticia del secuestro del legendario e inquebrantable defensor de derechos Don Mauro Vay, junto a otros dos defensores, nada menos que por agentes de la empresa ENERGUATE (filial de la corporación británica ACTIS). Este defensor de derechos de 60 años, jamás escatimó energía, ni tiempo, para organizar y formar en derechos a las grandes mayorías del país.
Pero, lo más insólito fue, que el aparente Estado, ausente en grandes bolsones territoriales y sociales del país, lejos de perseguir y enjuiciar a los criminales, detiene y encarcela arbitrariamente a la víctima. Al grado que el secuestrador criminal (ENERGUATE-ACTIS) terminó acusando al profeta y defensor de derechos por delitos que jamás cometió, y exigiendo un millón de quetzales como fianza económica a cambio de su libertad condicional. ¿Habrase visto semejante irracionalidad brutal?
La Policía Nacional Civil, el Ministerio Público, los jueces y magistrados del tribunal de la ciudad de Huehuetenango, en este caso, al igual que en otros, no sólo se convirtieron en cómplices de esta vergonzosa injusticia, sino que se convirtieron en peones-sirvientes de ENERGUATE-ACTIS. ¡No hay razón jurídica para encarcelar a estos defensores de derechos! Los jueces, lo único que hicieron con sus resoluciones fue y es legalizar el secuestro planificado, y humillar aún más a este humillado país.
Don Mauro Vay fue y es un ser humano ejemplar para las presentes y futuras generaciones del país por su hidalguía y su compromiso perseverante en la defensa de la dignidad y la soberanía de Guatemala. No hubo dinero, ni privilegio, ni oportunismo que pudieran quebrantar su integridad moral y su fidelidad a la justicia restaurativa.
Nació en el empobrecimiento y la exclusión. Gastó toda su juventud y energía por dar a conocer los derechos a mayas y campesinos. La tercera edad lo alcanzo en esa lucha. Sin que haya amasado patrimonio material. Su delito fue y es educar en derechos a las grandes mayorías de Guatemala ignorantes de sus derechos.
ENERGUATE-ACTIS tienen que entender que la bravuconada e injusticia que está cometiendo no tiene nombre, ni perdón. Con este acto criminal el repudio social contra ENERGUATE-ACTIS se acelera aún más en todo el país, y más temprano que tarde le pasará factura y saldrá huyendo del país, luego de haber activado una revuelta popular al estilo boliviano.
El Gobierno y las autoridades judiciales tienen que entender que es mejor enmendar un error, y devolver las monedas de judas, que empujar al país a la convulsión social generalizada a cambio de unos centavos. Cuando reviente la revuelta social en Guatemala no será como la guerra de guerrillas. Será de las grandes mayorías excluidas y expulsadas en contra de las minorías abusivas y privilegiadas. Entonces, no habrá ni Ley, ni militares que contengan al gigante despierto.