Ollantay Itzamná
Son las 18:00 horas, y la batalla cósmica entre el día y la noche ingresa a su etapa final. Dña. Margarita, Dña. Angelina y Dña. Cristina, guías espirituales mayas q’echis, se preparan para dirigir una ancestral ceremonia espiritual maya, en el recinto sagrado familiar de Dña. Margarita, en el Municipio de Lanquín, a 270 kilómetros al noreste de la ciudad de Guatemala.
No es una ceremonia ritual pública, ni folclórica. Es una ofrenda espiritual comunitaria que algunos dirigentes q’echis organizados en la resistencia social por la nacionalización de la energía eléctrica celebran para “purificar y desenredar las energías negativas que influyen en las decisiones de los jueces y magistrados que encarcelaron a su dirigentes nacionales”.
Don Carlos, uno de los líderes indígenas organizadores de la ceremonia, dice: “Es la segunda vez que estamos realizando esta nuestra ceremonia sagrada. Aquí venimos sólo quienes creemos que nuestros ajaus (divinidades formadores y protectores) nos hablan mediante el sagrado Fuego. Nos duele mucho que las empresas extranjeras nos ataquen encarcelando a nuestros dirigentes sólo por defender derechos”.
Y efectivamente, cuando la noche se impuso, indígenas q’echis, provenientes de diferentes municipios de la zona, se fueron congregando en el lugar, trayendo consigo copal, incienso, candelas, bolas, cigarros, alcohol, romero, etc. para la ofrenda que alimentará al sagrado Fuego hasta las tres de la madrugada del día siguiente.
Antes de iniciar la ceremonia ritual, compartimos tamales envueltos en hojas de plantas. Mientras, las tres guías espirituales mayas, revestidas con sus ornamentos rituales, limpian y preparan el altar redondo de bajo relieve.
Los judeo cristianos asumen que la Biblia es la palabra de su Dios. Los quechuas y aymaras asumimos a la Mama Coca como el vehículo sagrado por el cual nuestras divinidades nos hablan. A los pueblos mayas sus ajaus les hablan mediante el Fuego. Ellos leen el lenguaje del Fuego.
Y así fue. Con el permiso de los ajaus, el sagrado juego comenzó a elevarse y a danzar al ritmo de los pasos de los presentes que giraban en sentido del reloj, alrededor de las llamas. Un intenso humo con aroma a incienso y copal impregnó el lugar durante todo el acto ritual.
Las y los presentes, en el idioma q’echí, al unísono, y en tonos diferentes, imploran sollozando a sus ajaus. Mientras las guías espirituales van mencionando los nombres de las autoridades políticas y judiciales responsables de la persecución y encarcelamiento de defensores de derechos de la organización, un ambiente mágico y casi de éxtasis se apodera del ambiente. Por momentos los participantes giran y giran alrededor del Fuego hasta hacer que las llamas se eleven y bailen al ritmo de las y los q’echís. Cuanto más responde el sagrado Fuego, más danzan los presentes alrededor de Él.
Jamás había experimentado una ceremonia espiritual tan mágica y trascendente entre los pueblos mayas, con un sentido social y política claro y definido.
En ese ritmo liminal nos encontró la media noche, y concluimos el acto ritual a las 3 de la madrugada del día siguiente, con intercambio de abrazos con buenos deseos, y seguido con un baile ritual al ritmo del son.
Estas ceremonias espirituales forman parte esencial y clandestina de los procesos de resistencia social que irrumpe en diferentes puntos geográficos y culturales del país ante los anti sujetos neoliberales del despojo. Los pueblos mayas saben y sienten que el Estado y las empresas hace rato les declararon una guerra absolutamente desigual para apropiarse de sus derechos y de sus vidas.
Muchos de ellos saben por experiencia que el Dios de los blancos es insensible ante sus sufrimientos. Es más, muchos de ellos saben que si no era con el cuento del Dios de los barbudos jamás los hubiesen dominado y despojado.
Por eso, ahora, como ayer, recurren a sus milenarias ceremonias espirituales para perseverar y afianzar la resistencia social aunque sus historias y el panorama inmediato sólo les muestren rosarios de derrotas. Ellos y ellas saben que el camino de su liberación integral es muy escabroso. Pero también saben y creen que no están solos. El inmenso ejército de sus abuelos y mártires los acompañan y afianzan en la mística de la resistencia. Una muestra de ello es que ni la cruz, ni la espada, ni la bota militar pudieron aniquilar por completo el lenguaje del sagrado Fuego.