rubén ramos
En un reciente informe, Edward Snowden, el ex-especialista de la Agencia de Seguridad Norteamericana (NSA), ha confirmado lo que era una verdad evidente: los servicios de inteligencia de EE.UU (CIA), Reino Unido (SIS) e Israel (Mosad), fueron los creadores del Ejército Islámico de Irak y el Levante (EIIL). Éste ha proclamado la existencia del Estado Islámico en la zona ocupada desde la ciudad de Alepo en Siria, hasta las ciudades de Faluya, Mosul y Tal Afar en Irak, y reinstaurado el régimen del califato para los musulmanes de todo el mundo.
Los servicios de inteligencia de la triple alianza sionista crearon un sistema de reclutamiento de mercenarios de todo el mundo a través de la estrategia llamada “el nido del avispón”, según Snowden.
Siguiendo la pauta de anteriores “creaciones” orientadas a generar el rechazo público local e internacional hacia los auténticos movimientos de resistencia que operan en todo Oriente Medio contra la invasión sionista anglo-norteamericana-israelita, el EIIL actúa como una organización extremista de al-Qaeda. De esta manera quedan ocultos los verdaderos creadores del terrorismo que pretende reconfigurar el mapa de Oriente Medio para la apropiación de sus riquezas energéticas y mineras, cercar a Rusia y aislar a China. En este sentido, tanto la limpieza étnica de palestinos y la apropiación de lo que resta de su territorio (la Franja de Gaza y Cisjordania), como la guerra sucia de las fuerzas mercenarias contra los estados independientes en el Oriente de Ucrania coinciden en el mismo propósito.
La historia se repite
La estrategia de generar organizaciones y cooptar líderes que sirvan a los intereses sionistas siempre ha sido la misma. Una vez utilizados, líderes y organizaciones, se busca reemplazarlos. Primero a los líderes poniéndole precio a sus cabezas y luego “reconstruyendo” la organización. Las revoluciones de colores, la primavera árabe, las manos blancas, en los últimos años, son movimientos que ilustran muy bien cómo se arman organizaciones y se “crean” líderes.
En el caso de Irak, resulta ejemplificador lo ocurrido desde el 2000 con “al-Qaeda” y su supuesto líder Abu Musab al Zarqaui cuyo verdadero nombre era Ahmed Fadel al Jalaylah.Fue cooptado para hacerse cargo de las acciones terroristas en Irak antes, durante y después de la invasión norteamericana en el 2003 y del magnicidio contra Sadam Hussein.Lugarteniente de Osama Bin Laden (a quien la triple alianza sionista utilizó en Afganistán y Kosovo y luego persiguió y “mató”), al Zarqaui estuvo vinculado a la matanza de Tall’Afar, identificado como bastión de al-Qaeda y desde donde esta organización habría extendido su acción hacia Siria.
De origen jordano, al-Zarqaui fue un mercenario “tipo”. Con un prontuario de atentados no sólo en Medio Oriente sino también en Londres y en el propio EEUU, incluyendo el del 11 de septiembre del 2001, fue finalmente muerto en un ataque aéreo estadounidense, en Baquba el 12 de junio del 2006. Se empezaba a poner “peligroso” y Bush-hijo decidió que era preciso “cazarlo”. Para este efecto montó la farsa de la “recompensa”. Tratándose del segundo después de Bin Laden, la suma alcanzó un monto similar: 25 millones de dólares.
Una vez muerto al-Zarqaui, el gobierno de EEUU puso la organización de “al Qaeda” en Irak, constituido por mercenarios, en manos de Abu Ayyub al-Masri o Abu Hamza Al Mohayer a quien después de utilizar mandaron matar en abril del 2010, también previa recompensa.
La muerte de los dos mercenarios fue celebrada por Maliki el actual títere de la alianza sionista en Irak elegido en elecciones fraudulentas y al que también quieren sacar del gobierno porque ahora EEUU viene negociando el gobierno “de unidad” en Irak, con la antigua guardia nacional de Sadam Hussein.
Actualmente, en el caso del EIIL, al que prensa servil identifica como un brazo extremista de al-Qaeda, la cabeza de su líder Abu Bakr al Baghdadi ya tiene precio: 10 millones de dólares USA. La triple alianza sionista con el apoyo financiero de Arabia Saudita y de Jordania, lo utilizó para destruir Irak y hacer que las grandes petroleras norteamericanas vuelvan a apoderarse de sus riquezas energéticas y mineras y para presentar al movimiento de resistencia irakí, contra la ocupación estadounidense, como terrorista. Cumplidos estos propósitos, ahora ya no les sirve.
Por todo esto, sólo cabría afirmar que “al-Qaeda” en Irak siempre fue un movimiento de mercenarios montado por los servicios de inteligencia de la alianza sionista con el propósito de desmembrar los Estados constituidos en Oriente Medio, debilitar la unidad musulmana, alentar los enfrentamientos tribales y entre las poblaciones suni, shií y kurda, tal cual se comprueba actualmente, desprestigiar los auténticos movimientos de resistencia contra la invasión norteamericana y de sus socios sionistas, abrir paso a gobiernos narco-terroristas como los establecidos en los Balcanes que aseguren, a la par, el control de las riquezas naturales en manos de las élites oligárquicas de EEUU y occidente, y garanticen el flujo de drogas hacia ese país y la Unión Europea.