AVN
2 de junio de 2014.- La subida de fuerzas fascistas y antieuropeas, la posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE) y la sospecha de un millonario fraude electoral ponen en cuestión la continuación de la UE tal y como la conocemos hoy en día.
Por un lado, está el auge de partidos fascistas y ultraderechistas que quieren acabar con esta organización internacional. En las elecciones europeas lograron el 19% de los votos a nivel europeo. Llamó la atención el 25% de los votos que recibió el neofascista Frente Nacional en Francia, y el 27% que obtuvo el derechista Partido para la Independencia del Reino Unido (UKIP por sus siglas en inglés) en Gran Bretaña. Aunque estas organizaciones están aún lejos de aunar fuerzas en el Parlamento Europeo, su triunfo sí presiona a los gobiernos de sus respectivos países.
Por otro, planea la amenaza de la desintegración sobre la UE. No sólo son los escoceses, catalanes y vascos los que quieren independizarse de los Estados británico y español, respectivamente, sino nadie menos que el primer ministro británico David Cameron amenaza con que el Reino Unido pudiese salir de la Unión europea en el caso de que se vote al luxemburgués Jean-Claude Juncker a ser el futuro presidente de la Comisión Europea. No le gusta el político cristiano demócrata porque éste quiere unificar un tanto más la UE transfiriendo más competencias de los estados miembro hacía Bruselas. La jefa de Gobierno alemán, Angela Merkel, ha mostrado una posición ambigua hacia Juncker.
La Comisión Europea ejerce de gobierno de la UE. Para ser elegido, su presidente necesita el beneplácito del Parlamento Europeo y de los gobiernos nacionales de los 28 estados miembro de la Unión Europea. Aunque a Cameron no le guste Juncker, este último es el ganador de las elecciones europeas porque el Partido Popular Europeo suma la mayoría de escaños en el nuevo Parlamento.
Pero puede ser que los comicios del 25 de mayo hayan sido fraudulentos y por lo tanto su resultado sería ilegal. El semanario alemán Der Spiegel acaba de descubrir que al rededor de 8 millones de ciudadanos europeos, residentes en otro estado miembro de la UE, podrían haber votado tanto en en su país de origen como también en el país donde han fijado su residencia. Sin embargo, según la ley electoral sólo pueden emitir un voto y no dos. No obstante, el sistema de control entre los estados miembro no funciona. Si este extremo se confirmara, el Tribunal Constitucional alemán podría anular las elecciones europeas.
La crisis de la UE le impide formar un sólido polo político en un mundo multipolar. Su debilidad beneficia a Estados Unidos que siempre ha visto amenazada su posición de primera potencia occidental por una cohesionada Unión Europea.