Gustavo Mancini

 

Una de los falsos conceptos que percorren el ideario de los gobiernos burgueses es que a partir de la ocupación de cargos en la administración del Estado, el gobierno puede desarrollar los planes, programas y proyectos propuestos desde lo más alto del poder ejecutivo. Así ocurre con el gobierno de Cristina Fernández.

Sin embargo, la ineficiencia del gobierno para llevar adelante las políticas públicas planteadas han sido el factor principal de la última derrota electoral sufrida el 27 de octubre de 2013 y que marcó el inicio del momento más complicado del gobierno de Cristina a partir de gruesos errores políticos y económicos producidos por su administración.

La caprichosa selección del empresario Amado Boudou como segundo vicepresidente «extrapartidario», la selección a dedo de los candidtos a cargos legislativos para las elecciones, la política de márketing de la ciencia y tecnología, el desastre del transporte público, los gruesos errores económicos de sus ministro de economía Axel Kicillf que permitieron fugas de capital, pérdida de reservas, aumentos de impuestos a las compras en el exterior y el turismo, desastrosa política energética, mantenimiento del impuesto a la ganancia de los salarios medios de los trabajadores, baja remuneración a gran parte de los jubilados, mantenimiento del IVA en 21%, pagos seriales de intereses y capital de la deuda externa legítima e ilegítima, fracaso en la batalla contra el Grupo Clarín, pacto con empresas transnacionales como Chevron, Barrick y Monsanto; cooptación de organizaciones sociales y neutralización de iniciativas populares, creación del imaginario del «aguante» como política militante sin conciencia crítica y autocrítica, distorsión de los indicadores económicos esenciales para el diagnóstico y contraloría social de los actos de gobierno, giro neoliberal en materia económica con ajuste de tarífas públicas, asistencialismo social con poca capacitación para reinserción laboral, alta deserción escolar secundaria y deficiente servicio de escuela pública, son algunas de las causas que provocaron el hundimiento del proyecto kirchnerista-cristinista.

La difusa ideología del gobierno que apareció con un relato basado en la defensa de los derechos humanos y un «modelo de crecimiento con inclusión social» bajado por el BID, demostro ser una nueva desilusión histórica para los argentinos luego de los fracasos colectivos de Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De La Rúa, que dieron pasó al modelo Duhalde-Néstor Kirchner- Lavagna- Cristina Fernández-Amado Boudou-Axel Kicillof, como nueva expresión del fracaso de gobiernos supuestamente progresistas que pactando con el enemigo abren paso a una etapa de gobiernos originales de derechas con más ajuste, relaciones con el Norte explícitas y un futuro plagado de incertidumbres provocadas por el kirchnerismo-cristinista ineficiente, contradictorio y entregador de las banderas de sus antecesores políticos muertos hace décadas y que no podrán ser superados como los principales emancipadores de las clases populares argentinas.