A propósito de la reacción del gobierno ante la decisión de la Justicia de EEUU por los holdouts
 
Gustavo Robles
Rebelión

El kirchnerismo no sabe muy bien para dónde correr después de la decisión de la Corte Suprema de EEUU respecto de los fondos buitre. No es que esperara algo diferente, como confesó la misma CFK, sino que pretendía que el fallo tuviera lugar el año que viene, cuando ya tuviese que entregar el gobierno a otro partido o corriente dentro del suyo (el sciolismo, por ejemplo), para que ellos se arreglaran.

Pero no, la bomba que estuvieron armando durante 11 años les explotó en sus manos.

Es tan complicada la cosa, que estos soberbios que nunca escucharon a nadie que no pensara como ellos, convocaron a una reunión secreta a los jefes de la oposición en el Congreso para informarles cómo está la situación.

Estos tipos que nos dijeron durante una década que «nos habíamos sacado de encima el problema de la Deuda», hoy le estaban pidiendo la escupidera al juez que expuso como nadie su imbecilidad política, y a los buitres a los que les dejaron la pelota picando en el área chica y con el arco vacío, figura que viene al pelo en estos tiempos en los que todo bicho que camina está «mundializado».

El impresentable Kicilof, ministro de economía de un país barbarizado, un lumpen político que cree saber lo que hace y cómo funciona el mundo pero no pega pie con bola en los hechos, en su alocución del martes 17 no pudo menos que reconocer que si cumplen el fallo, el país entrará en “default”… y si no lo cumplen, también. Por supuesto, deslindó al oficialismo de toda responsabilidad en el asunto, pero como en casi todo lo que hace el kirchnerismo, eso no tiene nada que ver con la realidad.

¿Por qué?

Pues porque fue el kirchnerismo, en principio, el que legitimó una deuda viciada de todo tipo de ilegitimidades. Ya nos hemos explayado varias veces sobre su naturaleza odiosa, ilegal y fraudulenta, con un fallo de la Justicia argentina de por medio (Ballesteros, año 2000).

Pudo y debió haber asumido la postura soberana y justa de NO pagar, pero hizo exactamente lo contrario.

Fue el kirchnerismo el que lanzó un Canje de Deuda que terminó legalizando la posición de los acreedores.

Fue el kirchnerismo el que estableció la cláusula que le permitió a los acreedores cobrar los pagos del Estado argentino en EEUU.

Fue el kirchnerismo el que fijó la cláusula que les permitió a los acreedores dirimir los conflictos potenciales con el Estado argentino en los Tribunales de EEUU.

Fue el kirchnerismo el que instituyó la cláusula que le abre la posibilidad a los que adhirieron al Canje, de exigir el mismo trato que a los que no lo hicieron, si a estos les pagan un porcentaje superior que el que ellos aceptaron cobrar (RUFO).

Fue el kirchnerismo el que no quiso sacar los pies del plato de la globalización, ofreciéndonos al sacrificio con malicia por parte de sus cuadros dirigentes, basados en un discurso hacia las masas de una ingenuidad propia de quienes no entienden cómo funciona el mundo: querer hacer creer que podían condicionar a los dueños del planeta, a los que inventaron y manejan el sistema capitalista, con sus propias reglas y en su mismo terreno, demuestra el infantilismo que ha impregnado el oficialismo en grandes sectores de la sociedad.

¿Qué esperaban las huestes kirchneristas? ¿que el capitalismo deje de ser lo que es en esencia? ¿que los imperialistas dejen de lado su voracidad por apropiarse de todo lo que esté a su alcance? ¿que no ejerzan el “derecho” que han implantado en casi todas las sociedades del mundo (“su” derecho), reclamando por las propiedades que consideran suyas?

Pretender eso es lo mismo que exigir que el agua no moje.

La realidad es muy distinta de lo que elucubran sus mentes corrompibles y declaman sus discursos infantiles. No se puede caminar en un nido de víboras conscientemente y quejarse si muerden e inyectan su veneno. ESO es el Capitalismo, sobre todo en su faz financiera. Si se quiere vivir en SU mundo, no queda otra que someterse a SUS reglas. Es por eso que se llega al desenlace que hoy a todos alarma y angustia: no podía ser de otra manera.

Es la postura histérica del kirchnerismo la que llevó al país a esta encrucijada, que, después de la guerra de Malvinas, es el proceso más grave que tiene que afrontar en su relación con el mundo. Aquellos que nos acusaban de “delirantes” a los que decíamos que no había que pagar la Deuda, porque íbamos a quedar “aislados del mundo”, porque “nos iban a embargar nuestro patrimonio”, porque “nos iban a confiscar las cuentas, las cosechas y los aviones”, 11 años después, nos dejan ante ese mismo escenario, pero vaciados de nuestras riquezas estratégicas y con 200mil millones de dólares menos, más 220mil millones de dólares de deuda más. Claro, a esos 220mil millones ahora hay que sumarles los 15mil millones que hay que pagarles a los holdouts, más todo lo que se sume por los juicios que vendrán de los que entraron en el Canje y quieran cobrar el 100% de lo que se les pagó con quita.

El panorama del escenario que deja el kirchnerismo es de tierra arrasada.

El futuro debe obligar a nuestro pueblo a decidir entre ser eternamente explotado por el imperialismo si quiere pertenecer al “mundo de ellos”, lo que va a exigir sacrificios aún mayores a los que hasta ahora ha sufrido; o a romper con ese mundo para encarar la construcción de una sociedad distinta en un mundo distinto.

“Pertenecer” al mundo globalizado por el imperialismo nos ha llevado hasta ahora a ser una sociedad donde sólo unos pocos, un 5%, tiene acceso a las delicias que ese mundo ofrece. Para la gran mayoría, significa privaciones y millones de seres humanos viviendo en la pobreza y la indigencia.

Es justamente por esos millones de explotados y marginados, la abrumadora mayoría de la sociedad, que es imprescindible cambiar. Podemos hacerlo. Este país tiene todas las condiciones para ser exitoso al margen de la globalización explotadora; tiene un suelo privilegiado: produce alimentos para 400 millones de seres humanos y aún encierra en su seno la riqueza hidrocarburífera y mineral como para ser autosuficiente. Nos sobra territorio para la cantidad de habitantes que somos. Sólo hay que cambiar la forma de organizar la estructura social, pero claro, para ello hace falta la voluntad, la inteligencia y el coraje. Podemos romper los lazos que nos encadenan a los que históricamente nos han saqueado, y apoyarnos en nuestros hermanos de Latinoamérica y otros pueblos del mundo que se paren dignamente contra el imperialismo.