Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada

Ahora que Barack Obama anda de gira por Asia para promover su polémica política del pivote contra China (Bajo la Lupa, 19/5/13), El Diario del Pueblo (9 y 10/4/14), portavoz del Partido Comunista de China, percibe un repliegue estratégico de Estados Unidos e investiga lo que se encuentra bajo su superficie con la opinión plural de seis expertos: dos de Estados Unidos –Joseph Nye, politólogo de la Universidad Harvard y anterior asistente del Pentágono, quien acuñó el término de poder blando; y Douglas Paal, vicepresidente de estudios del Carnegie Endowment for International Peace–, dos de China –Ding Gang, prominente reportero del Diario del Pueblo, y Yuan Peng, vicepresidente del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China–, y dos de Singapur –Bo Zhiyue, investigador becario del Instituto del Este de Asia de la Universidad Nacional de Singapur, y Chen Gang, investigador becario del Instituto del Este de Asia.

El rotativo expone el punto de vista superoptimista de Joseph Nye, quien cita un sondeo del Pew Research Center y del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), donde 52 por ciento de estadunidenses piensan que Estados Unidos debe consagrarse a sus asuntos y dejar que otros países resuelvan los suyos. El mismo porcentaje considera que el país es menos importante y poderoso debido al error de las guerras en Irak y Afganistán, por lo que deberá ser más selectivo en sus compromisos sin sucumbir al aislacionismo, cuando mantiene una presencia considerable en el mundo.

Joseph Nye juzga que Clinton se ajustó a una situación global en la que Estados Unidos no tenía un enemigo claro, pero después del 11-S se enfocó al adversario terrorista y a las guerras de Afganistán e Irak, cuando se sobremilitarizó.

Nye considera que la presente política exterior de Estados Unidos es la de un compromiso selectivo: permanecerá como el principal poder en el mundo durante décadas que no puede escapar de sus responsabilidad global, pero también debe percatarse de que cesó de ser una potencia hegemónica, por lo que deberá seleccionar con cuidado las áreas donde se compromete o se retira.

Douglas Paal arguye que Estados Unidos experimenta la fatiga de combate, que no significa lo mismo que una retirada, cuando su poder duro (militar) no se encuentra en declive, sino que está en reposo cuando su economía está en el estadio primario de recuperación, de acuerdo con su desempeño bursátil del año pasado. Aduce que los intereses de Estados Unidos son todavía vastos y muy defendibles, pero que los militares necesitan recuperarse de conflictos mal concebidos y mal conducidos.

Ding Gang razona que el ajuste estratégico de Estados Unidos conlleva al outsourcing, lo cual implica un mayor énfasis en la cooperación, y al reposicionamiento de sus recursos, mientras gana fortaleza en otras áreas. Para 2020, de acuerdo con su plan naval, 60 por ciento de la fuerza militar de Estados Unidos será desplegada en la región del Pacífico, donde su número de barcos se incrementará de 50 a 65, al unísono de la implementación de su estrategia conjunta de batalla aire/mar en cooperación con sus aliados asiáticos, particularmente Japón.

En el contexto global, según Ding Gang, Estados Unidos es el más capaz en términos de transformar sus propios objetivos estratégicos en otros que comparta con distintos países y lo que parece su repliegue estratégico significa más bien mirar hacia adelante, mientras retrocede un paso: un cambio de forma, o de tácticas, pero los objetivos estratégicos siguen intactos, cuando la intervención de Obama entremezcla los impulsos morales (¡supersic!) y políticos de Estados Unidos con los tiempos económicos restringidos actuales, por lo que ajustará su política exterior, mientras su cartera está agotada. De allí que busque maximizar su influencia diplomática con la menor cantidad de dinero posible, ondeando la bandera moral (¡supersic!).

Yuan Peng sostiene que Obama exhibe un estilo diplomático más precavido que su antecesor Baby Bush, mediante el que intentará mantenerse fuera de las guerras en la medida de lo posible cuando Estados Unidos pasa por un periodo de contracción (sic) estratégica: dos guerras y una crisis financiera que lo han dejado lisiado, por lo que, pese a las reformas que han generado algunos resultados, aún se encuentra muy lejos de la plena recuperación y debe emprender un cálculo cuidadoso de los riesgos implicados antes de sumergirse a cualquier cosa que implique problemas.

Hoy, según Yuan Peng, las amenazas y desafíos son multifacéticos en esta nueva era, cuando suceden dos situaciones: un repliegue estratégico, en el sentido tradicional, al mismo tiempo de una expansión estratégica en nuevas áreas como Internet, el espacio, las nuevas tecnologías, la nueva energía y el establecimiento de nuevas alianzas y reglas mercantiles. Desde el punto de vista geopolítico, juzga Yuan Peng, Estados Unidos sigue expandiendo su influencia en la región Asia-Pacífico, y sentencia que cuando se sienta más poderoso, está destinado a realizar un regreso una vez que sus heridas hayan sanado.

El académico chino Yuan Peng avanza que la recuperación económica y la estabilidad social siguen siendo las principales prioridades, con el lacerante problema del desempleo, que aún no encuentra solución, mientras que en el frente internacional, con el ascenso colectivo (¡supersic!) de nuevos poderes, Estados Unidos está rediseñando su mapa estratégico con nuevas reglas internacionales y nuevas ventajas competitivas, cuando todavía prevalece el sentimiento antiguerra en la sociedad.

Yuan Peng juzga que es absolutamente imposible para Estados Unidos caer en el aislacionismo, ya que posee intereses nacionales en todo el mundo, por lo que adopta una intervención delegada (¡supersic!), condicional y selectiva: empuja a Japón y a Filipinas en las disputas de los mares del Sur y el Este de China, mientras se mantiene en la parte trasera dentro de su estrategia de poder inteligente ( smart power).

Bo Zhiyue alega que la proeza económica de Estados Unidos ha disminuido, pero militarmente es todavía lo suficientemente poderoso para intervenir en temas globales, cuando Obama, en contraste con Baby Bush, enfatiza más los temas domésticos como el empleo, la salud y el control de armas y tiende a interferir menos en los asuntos internacionales.

A juicio de Bo Zhiyue, Obama deja atrás el unilateralismo y el poder duro, mientras abraza el multilateralismo y el poder blando, ya que las intervenciones directas de Estados Unidos son siempre fáciles de empezar, pero muy difíciles de concluir. Vaticina que en cuanto mejore significativamente la economía de Estados Unidos, existe la posibilidad de que se vuelva más intervencionista.

Chen Gang arguye que “el ascenso de China e India cambió la estructura de poder global, y después de la crisis financiera de 2008, el modelo estadunidense es menos atractivo.

A mi juicio, la mayoría de los expertos consultados no da por muerto a Estados Unidos, que mantiene ventaja en las nuevas tecnologías pese a su franca decadencia, cuando no existen poderes hegemónicos que le hagan frente a escala global, pero sí a nivel regional.

Es probable que el mundo post Crimea y el epílogo de las disputas en los mares del Sur y Este de China definan el destino de Estados Unidos y el de sus rivales: Rusia y China.