Jesús Ríos

Difícil creer que el Papa Francisco, ex padre Mario Bergoglio, no supiera del contenido del documento emitido por la Conferencia Episcopal Argentina responsabilizando al gobierno sobre la violencia que existiría en la sociedad.
La iglesia, como institución dominante y manipuladora de masas al servicio del capitalismo, accionó su brazo político para influenciar sobre la sociedad argentina a poco más de un año de elecciones primarias presidenciales: el gobierno tomó nota de este documento y concluyó que la reciente visita de Cristina Kirchner a El Vaticano, no surgió el efecto buscado: frenar las críticas de la iglesia argentina.
Bergoglio, quien asumió su pontificado con los votos de los principales países del Mundo, debió obedecer a sus aliados y produjo casi un acto de injerencia indirecta como representante del Estado Vaticano.
El presidente del Episcopado, José María Arancedo, respondió a las criticas que hizo el oficialismo al documento de la Iglesia sobre inseguridad al afirmar que «nadie puede negar que hay violencia en la Argentina» y sentenció que «la Iglesia no es opositora ni oficialista».
Luego que la Conferencia Episcopal dio a conocer un documento en que diagnostica que la Argentina «está enferma de violencia», el arzobispo de Santa Fe aseguró que el análisis «no es un ataque al Gobierno».
En tanto, tras las declaraciones de la presidenta Cristina Fernández, quien sostuvo que los que dicen que «hoy la Argentina es violenta» quieren reeditar «viejos enfrentamientos» vividos por el país en el pasado, Arancedo sostuvo que «las comparaciones son difíciles».
Consultado sobre cómo llegó la Iglesia a este diagnóstico de un país «enfermo de violencia», Arancedo respondió que «al plantear los obispos las realidades sociales que están viviendo, surgió la preocupación por la violencia» a la que definió como «una enfermedad que se manifiesta de diversas maneras y debemos erradicar».
Arancedo también adelantó que le van a hacer llegar el documento a la Presidenta, a través de la Secretaría de Culto, pero aclaró que «no» quedaron «en pedir una audiencia».
Nadie, ni iglesia, ni el gobierno, mencionaron las causas verdaderas de la «enfermedad» llamada violencia, lacra del capitalismo que bestializa a los seres humanos en busca de antivalores como el individualismo, egoísmo y consumismo potenciados por el Dios dinero, donde los gobiernos capitalistas y la iglesia son agentes necesarios de la diseminación de esta destructiva «enfermedad».
Esta pareciera ser la primer escaramusa entre los representantes de Dios en tierras argentinas y la representante del pueblo, quien asediada a partir de una mediocre administración es blanco de los poderes económicos, políticos, sociales y celestiales.
