Levantamientos repentinos y violentos destinados al derrocamiento de gobiernos como lo acontecido en Libia con el derrocamiento de Gadhafi mediante la directa intervención de fuerzas de la OTAN, o en Siria en el levante desde 2011 aún en ejecución, también con la intervención de mercenarios extranjeros, poseen características particulares; en el mismo sentido las especialísimas revueltas callejeras con particular violencia creadas en naciones como Venezuela en Nuestramérica, Ucrania en el vientre de Rusia, o las pasadas en Egipto, han dejado en el ambiente con base en los hechos, la creíble sensación de la existencia de una más o menos cuidadosa planificación, si se tiene en cuenta las muy específicas circunstancias de tiempo modo y lugar en la producción de las mismas.
Explorando con cuidado estos acontecimientos es detectable la carencia de espontaneidad en insurgencias y movilizaciones invariablemente resultantes en la muerte selectiva de personas, destrucción concienzuda de bienes públicos y un creciente ambiente de terror, presentándose una visible conexión de estos hechos con grupúsculos fascistas, xenófobos, fanáticos religiosos y hasta meras bandas criminales; han aparecido armas inusuales a expresiones de inconformidad ciudadana a disposición de los insurrectos, son apreciables meticulosas acciones de desestabilización contrarias a las naturales posiciones de movimientos sociales contestatarios, con ausencia de masas esgrimiendo claros argumentos de justicia social, solidaridad y tolerancia, y muy importante: se ha hecho notable la adopción táctica y estratégica de violencia masiva y mortífera en los casos libio y sirio, y otra dosificada y limitada a ciertos espacios en Ucrania y Venezuela, una y otra ocultada, mimetizada y/o atribuida persistentemente por medios occidentales (CNN, BBC, DW y demás) a los gobiernos respectivos, los cuales en todos los hechos planteados y como factor definitivo en la analogía, fueron o son decididamente contrarios a los intereses del gobierno de Washington. Todo lo cual fomenta una muy sustentada sospecha.
A lo anterior si le son agregados los famosos paradigmas romanos del Quid Prodest y Quid Bonus (quien posee la capacidad de producir el hecho y quien resulta beneficiado con el mismo), nos ofrece el resultado de que detrás de aquellos inconformismos atípicos y a pesar de los ocultamientos e intrigas, constitutivas en realidad de zafias asonadas, no pueden estar otros elementos que los relacionados directa o indirectamente con nefandos y ya apenas semisecretos organismos omnipresentes del gobierno de la primera potencia militar del planeta.
Y es que dada la organización de los Estados Unidos de América en este punto, no puede ser de otra manera e intensidad la producción repetida de insucesos como los enunciados. Con una burocracia apalancada mediante un presupuesto inigualable en el resto del mundo en conjunto, asistimos en la práctica a una confrontación del gobierno mencionado versus el resto de naciones y pueblos que de alguna forma no se avienen con los dictados de la todopoderosa banca internacional y asociados, o simplemente, toman decisiones independientes de la llamada “Comunidad Internacional”, eufemismo con el cual se autodescriben los miembros de la OTAN y adláteres.
La existencia de una bien estructurada burocracia denominada eufemísticamente ‘Comunidad de Inteligencia’ imperial, esto es, unidad de espionaje en occidente, es pilar de todo el andamiaje de enconadas agresiones encubiertas. Y como toda burocracia, dicha artificial comunidad es rabiosa en emplear todos los medios a su disposición para asegurar prevalencia, ventajas y prolongación de su existencia. El número de individuos calculado actuando para este poder dentro del poder, ya que no existe plena certeza de su cantidad, entre estatales y privados, puede ser de no menos de unas 650 mil personas en Estados Unidos luego de los insucesos de septiembre de 2001. A pesar de que el presupuesto de por ejemplo la CIA es secreto, ha sido posible establecer que unas dos terceras partes del mismo se dirigen al planeamiento y respaldo de operaciones clandestinas como las enunciadas[2]. Esta burocracia creada en 1947 destinada esencialmente a la conspiración posee unas facultades exorbitantes sobre las restantes en su país. Para sólo mencionar una, a sus agentes secretos, al menos, les es conferida una especie de derecho ilimitado a la falsedad, a mentir, a engañar, bajo la premisa de defensa de la Seguridad Nacional de EE.UU.[3]
En el proceso de puesta en práctica de las citadas acciones insurgentes en el exterior como parte de la etiquetada defensa del propio territorio de EE.UU. en el extranjero (Defensa Interna en el Exterior en inglés Foreign Denfense Internal FDI, todo un auténtico orwelianismo) la coordinación entre diplomáticos del Departamento de Estado, y restantes agencias de espionaje, conocidas, fundamentalmente la impenitente CIA, la muy citada por estos tiempos NSA, y el Pentágono, constituyen la base de aquellas prácticas. La agencia de Langley se erige como coordinador de todo el proceso por su carácter secreto, especializado y omnipresente en el mundo.
El conjunto de la acciones secretas practicadas por la CIA en el papel de organismo eje de acciones encubiertas en las naciones estimadas de ‘enemigas’, se circunscribe a grandes rasgos a los siguientes aspectos:
1. Consejo o asesoramiento político.
2. “Subsidio” a individuos.
3. Apoyo económico y ‘asistencia técnica’ a partidos políticos.
4. Apoyo a organizaciones privadas, incluyendo sindicatos, empresas de negocios, cooperativas, etc.
5. Propaganda secreta.
6. Entrenamiento ‘privado’ de individuos e intercambio de personas.
7. Operaciones económicas.
8. Operaciones de acción paramilitar o políticas diseñadas para apoyar o derrocar un régimen[4].
El ítem uno equivale a la base del impulso para la toma de decisión de acometer en plan previamente establecido a cargo de la burocracia de la CIA. Sin embargo, en las últimas décadas es muy frecuente, dada la política de tercerización del gobierno de Washington en aplicación estricta de su credo privatizador, la presencia de empresas privadas gringas de ‘consultores’ del tipo Rendon Group, FTI Consulting y demás, también ejecutando el diseño de planes de asonadas en diversos lugares estimados como inamistosos por la Casa Blanca.
El denominado Consejo de Inteligencia Nacional (NIC por su sigla en inglés) toma decisiones finales de acuerdo a la información recopilada y sus esquemas estratégicos, más las opiniones de los Oficiales de Inteligencia Nacional (NIO en inglés)[5]. Naturalmente dentro de estos entes se presentan bandos, tendencias, posiciones, que pueden fluctuar entre lo que ha sido nombrado con simplismo ‘palomas’ y ‘halcones’. No obstante, el panorama general en el tema es una inevitable militarización de la política exterior estadounidense.
En cuanto a ‘subsidios’ a personas, esto es simplemente el pago de un salario a cargo de una nómina secreta, empero pueden ser también prebendas en forma de atenciones, invitaciones, viajes, becas, etc.; como es obvio suponer, se llega en este punto a cooptar importantes políticos ubicándolos a sueldo de la CIA, ello evidente en ejemplos históricos de literalmente lacayos de pago de EE.UU. como en Vietnam en los años sesenta e inicios de los setenta con Nguyên VanThieu, en Grecia durante la dictadura de los coroneles de los setenta con Georgios Papadopulos y Dimitrios Ionannides como infaustos protagonistas, o en el Congo por décadas en la era Mobutu Sese Seko[6]; en Latinoamérica han sido notables al respecto Carlos Andrés Pérez en Venezuela, quien llega a ser presidente, hasta jefes de estado en ejercicio como Manuel Noriega (el sargento cantarín) dictador en Panamá. Antonio Arguedas ministro de interior boliviano en 1967, declaró que había sido agente de la CIA, en la época de la persecución y asesinato del Che en Bolivia y dado a la publicidad el diario de este[7]. En las revueltas triunfantes de hechura CIA, al gobernante puesto en el poder además le es otorgada una especie de premio por su colaboración a manera de bono: Fazlollah Zahedi primer ministro del Sha de Irán en 1953 luego del golpe de estado, recibió un millón de dólares en efectivo e inició una brutal represión en la población[8]. Del mismo estilo resultan los ‘apoyos’ y asistencia técnica a específicamente movimientos políticos; al presente este ítem 3 es de febril actividad de la CIA, pues es allí donde se puede mimetizar mejor su intervención en otros países, haciéndola pasar como iniciativas de ‘sociedad civil’ donde opera la inefable USAID, la pérfida NED y demás siglas sucedáneas, generando un torrente de sobornos.
La propaganda negra es coordinada tanto al más alto nivel periodístico en el director del medio como en el reportero callejero, pues no han de haber ruedas sueltas y contradicciones; el acondicionamiento de la población local e internacional a la aceptación de este tipo de violentas acciones encubiertas distorsionadas como rebeliones pacíficas y espontáneas, es fundamental para el éxito de la intervención velada. Los medios en manos de capitalistas son una eficaz arma esgrimida cada vez que se acometen planes de esta clase mediante manipulación concertada. La coordinación de periodistas por parte de la agencia de Langley es indispensable, con lo cual se recuerda la llamada ‘Operación Sinsonte’ de los años 50, consistente en el embuste periodístico a escala mundial concertado por la agencia; así la información falsa o amañada que nos es arrojada continuamente posee un origen concreto, el cual es uniforme y proclive al respaldo de la visión imperial y la de sus vasallos. Empero la penetración de la comunicación manipulada no sólo se produce respecto a los comunicadores, sino que abarca movimientos sociales variopintos (claro, sino son marxistas), sindicatos, con los mismos parámetros, iglesias y en fin, toda organización que pueda aglutinar significativamente personas con algún propósito político.
El entrenamiento en la creación de pseudo opositores ‘inteligentes’ al gobierno tenido como blanco de Washington, implica la instrucción de actitudes histriónicas, discurso y unos lemas predeterminados, por entero ajustables a las situaciones de hecho creadas; esto implica a groso modo el ocultamiento del papel imperial, la adopción de aparentes roles de favorecimiento a los pobres, la tramoya de la espontaneidad de las acciones, a la vez que en el plano discusivo el ir expresando lemas enmascarando los verdaderos propósitos del levantamiento paulatino, en cámara lenta (de ahí lo de golpes suaves), hasta el momento oportuno de la exigencia expresa del derrocamiento del gobierno respectivo.
De su parte, las ‘operaciones económicas’ son bien conocidas como acciones de sabotaje a los sistemas se suministro de agua potable, alimentos, energía, petróleo, transporte, etc., incluyendo acaparamiento de bienes de primera necesidad o destrucción de los mismos, interrupción de servicios públicos mediante atentados terroristas. En general se pretende una parálisis violenta del ciclo de vida cotidiano de la población, generante de un descontento social profundo, especialmente en las clases medias acostumbradas a cierta vida holgada y enceguecidas por el arribismo. El caso del ataque económico a Chile en los tiempos del gobierno de la Unidad Popular del Presidente Salvador Allende (1970-1973) previos al cruento golpe del 11 de septiembre de 1973, es muy diciente; refiriéndose al país trasandino el Presidente Nixon le dijo a Richard Helms, director por entonces de la CIA: “haz chillar a la economía”[9]. La Venezuela de las más recientes semanas asienta sin duda una agresión de este tipo.
Indispensablemente deben cometerse actos de fuerza, constitutivos de la esencia misma de la revuelta, pues la violencia intimidatoria es la base de proyecto, con sus muertos de todos los bandos, con el propósito de dejar la sensación de la ocurrencia de una represión gubernamental, exacerbando los ánimos y desorientando a la opinión pública, buscando la sensación de que el gobierno a derrocar es impotente para garantizar la vida de sus ciudadanos. Esto entraña la constitución de verdaderos grupos paramilitares reclutados en los sectores más reaccionarios, fascistas, pero si estos faltan o son muy débiles, pues a asesinos nativos se apela, claro, estos últimos con menos entrenamiento pues aportan su aciaga ‘experiencia’. En el caso ucraniano fascistas seguidores del colaboracionista nazi en la Segunda Guerra Mundial Stephan Bandera, participando como fuerzas de choque, muestran hasta cual grado de infamia se puede apelar en caso de urgencia por parte de las agencias gringas.
Estas acciones son precedidas por una extensa y pormenorizada recopilación de información referida a personas, movimientos sociales organizaciones de todo tipo, en el marco de estudios históricos, antropológicos, sociológicos, económicos, etc. del país o región implicado, efectuados por estas mismas entidades o contratistas privados de estas, los cuales por consiguiente ya predefinen los resultados inflexiblemente destinados a la intervención por todos los medios a disposición en cualquier lugar del planeta. La minuciosidad de la información recabada por la CIA y la NSA es tal, que de las personas de interés en las estrategias de dominación de un país cualquiera se atiborran gruesos expedientes donde se incluyen características físicas, temperamentales e íntimas, con el propósito de tener capacidad para efectuar múltiples presiones. Un caso histórico en Latinoamérica ejemplarizante del tema lo constituyó el presidente Jacobo Arbenz de Guatemala derrocado en 1954, con la directa injerencia de la agencia en cuestión; esta desde antes de su ascenso a la jefatura de estado, tenía perfecto conocimiento de sus problemas de salud e historia clínica[10]. En el siglo XXI esta clase de recopilación de informes ha adquirido dimensiones galácticas en el ciberespacio.
Dichos informes de toda naturaleza, son confrontados a su vez con planes de diversas categorías de injerencia en el respectivo escenario de una nación, naciones o región hemisférica (aunque es creíble la elaboración de uno o varios escenarios globales de intervención, algo digno de una aparatosa película hollyvudense), programas que son cotidianamente reformados, actualizados confrontados, matizados, de acuerdo con las permanentemente cambiantes circunstancias mundiales.
Ya sobre el terreno los agentes, en muchos casos con la máscara de cargo diplomático como el experto en golpes de estado Charles Shapiro, se hacen pasar incluso como ‘amigos’ de funcionarios o personajes nativos influyentes por cooptar, llegando a generarles la creencia de tener intimidad, elaborando para estos un cerrado universo en el cual es ineludible y lógica la intromisión, la cual se ejecuta en ‘beneficio’ de la población[11]. Empero el factor económico en las indispensables traiciones, cohechos y prevaricatos de los contactos locales, obra como factor definitivo en momentos álgidos cuando no se confía en nadie[12]. Lo que se pretende es la manipulación de los acontecimientos, ser la causa de que sucedan, los agentes clandestinos de la CIA, no sólo informan sino influyen en estos[13], invirtiendo el signo renovador, contestatario, fraternal, igualitarista de las protestas de raíz popular, por uno de odio, exclusión, el racismo, junto con el entronizamiento en el poder de crueles plutocracias locales.
La selección de los personajes destinados de servir de mampara local de operaciones desestabilizadoras, es relativamente sencilla con la existencia de hombres y mujeres arribistas y banales y/o susceptibles a las amenazas; los reclutados espontáneamente las más de las veces en estas circunstancias, logran erigirse en muchos casos de nuestro tiempo en verdaderos fanáticos del ‘libre mercado’, como otrora lo fueron del anticomunismo. Un ejemplo de cooptación voluntaria o no, es la del general Humberto de Alencar Castello Branco, jefe de estado mayor brasileño, quien previo al golpe de estado al presidente constitucional Joao Goulart de 1964, ‘previene’ por memorando secreto a la Embajada de Estados Unidos ante su gobierno, de la supuesta intención de este de cerrar el congreso y declararse dictador[14]; una completa fábula, la cual en realidad supone un gesto de sumisión y una solicitud de visto bueno hacia esa legación diplomática.
La ayuda a regímenes extremadamente brutales tiene un capítulo especial en los tristemente recordados hecho concomitantes al derrocamiento en Indonesia en 1965 del Presidente Sukarno, durante los cuales fuerzas represivas fueron ampliamente auxiliadas en sus propósitos de exterminio y castigo de los miembros del Partido Comunista Indonesio (PKI); para cumplir dicho cometido previamente agentes a órdenes de la CIA extienden una red en el gobierno de Yakarta. El resultado fue de no menos de quinientos mil muertos en la ejecución de un progromo de pleno conocimiento del gobierno de EE.UU.[15] Un episodio tan despiadado como este debe ser tenido en cuenta por parte de la población en países bajo las circunstancias someramente analizadas.
El objetivo de toda esta parafernalia conspirativa de hechura de la CIA son abstractos ‘enemigos’ con carácter nebulosamente ‘peligroso’. Ayer comunistas, recientemente, terroristas, traficantes, fundamentalistas, populistas, bolivarianos, mañana tal vez despiadados ecologistas, obcecados defensores de DD.HH., recalcitrantes indignados, etc. En cuanto al fundamento teórico para acometer tales actos, es bastante débil pues son planteados a los agentes ejecutores de estas prácticas apenas lemas vacuos de combate a figurados enemigos de la ‘libertad’, la ‘democracia’, la forma de vida estadounidense, etc., etc. A la sazón, durante la era de la Guerra Fría, los agentes de la CIA no sabían nada de la filosofía constitutiva del Materialismo Dialectico[16], el eje del pensamiento de sus pretendidas mujeres y hombres hostiles en la Unión Soviética o China.
Por lo anterior no es en absoluto paradójico que el origen de la CIA, la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) durante la Segunda Guerra Mundial, justamente se haya dedicado a operaciones paramilitares de subversión detrás de las líneas alemanas y japonesas[17]. Tampoco es incoherente el hecho de la no existencia de mención expresa dentro de las funciones de la CIA relacionadas en el Acta de Seguridad Nacional de 1947 de una facultad de actos criminales y diversas agresiones como las citadas; la sección 102 (d) numeral 5 de dicho documento dice “ejecutar otras funciones y deberes relacionados con la inteligencia que afecten la seguridad nacional que el Consejo de Seguridad Nacional pueda dirigir de cuando en cuando”[18]. Justamente es mediante las palabras ‘otras funciones’ como la legalidad estadounidense le permite hacer todo lo despiadado que hace a la agencia, incluyendo estas ‘revueltas’, en realidad su dedicación inicial en su remoto pasado.
Cualquier medio es utilizado para obtener sus fines subversivos propuestos en naciones rivales o independientes. Así otra legendaria de estas revueltas fabricadas por el espionaje de la CIA ilustra de cuerpo entero el pasado de lo presenciado en estos días de episodios violentos y fingimientos; estamos en Irán en 1953, durante la Operación Ajax con fin de derrocar al primer ministro nacionalista Mohamed Mossadeg:
“Los hombres de la agencia y sus agentes iraníes compraron la lealtad de halcones políticos, líderes religiosos y matones. Contrataron los servicios de bandas callejeras que reventaban a puñetazos los mítines del Tudeh, y de mulás que denunciaban a Mossadeg desde las mezquitas.[19]” La CIA redactó panfletos y carteles como parte de una campaña propagandística de 175 mil dólares[20]. “Matones callejeros de la CIA haciéndose pasar por miembros del Partido Tudeh (comunista) atacaron a varios mulás (clérigos chiitas) y profanaron una mezquita.”[21]. Turbas contratadas por la agencia aparecen en Teherán, hubo un centenar de muertos[22]. Esto nos suena muy conocido por estos días con sus correspondientes matices en Venezuela, Ucrania o Siria.
Hemos de pensar que la ejecución planificada de actos de terrorismo en determinados lugares donde habitan personas que no se avienen con los intereses defendidos por los EE.UU., como lo manifiesta expresamente el informe Doolitle hablando de la CIA respecto de sus actuaciones encubiertas, debe constituir una ‘filosofía’, con lo cual debemos plantearnos el alcance de este vocablo para quienes en el gobierno de Washington lo formulan. Seguramente para este aún la filosofía se relaciona con la dominación violenta de unos seres humanos por otros, y este avieso error lo pagamos con desgracias en el resto del mundo.
Notas
[1] Tim Weiner. Legado de Cenizas. La Historia de la CIA. Random House Mondadori. Bogotá 2008. Pag.127, 128.
[2] Víctor Marchetti en Robert L. Borosage, John Marks. Los Archivos de la CIA. Editorial Diana. México 1980. 15
[3] Borosage, Marks. Pag.18
[4] De acuerdo al Director de Planes de la CIA de 1958 a 1962 Richard M. Bisell. David Wise en Borosage, Marks. Pag.31, 32. A la fecha dichas prevalencias dados los hechos presenciados, no deben haber cambiado significativamente.
[5] Eric. Frattini. CIA. La Histotria de la Compañía. Editorial EDAF. Madrid 2005. Pag. 41
[6] Borosage, Marks. Pag.16
[7] Wise. En Borosage, Marks. Pag.44.
[8] Weiner. Pag. 106, 107
[9] Bob Woodward. Las Guerras Secretas de la CIA. Editorial Grijalbo. México 1988. Pág. 48
[10] Arbenz visitó un especialista para tratar un problema con el alcohol en 1947. Clinical report on Arbenz’mental attitude 915065. 25 de enero de 1952. Roberto García Ferreira. El Caso Arbenz y las operaciones encubiertas de la CIA: ¿modelo de operación propagandística? Revista de Historia de América. Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Número 137. Enero-Diciembre 2006. México.
[11] Ver al respecto el testimonio de Philip Agee en Diario de la CIA. Editorial Fénix. Quito 1977. A pesar del tiempo transcurrido en este aspecto de las relaciones públicas mantiene plena vigencia.
[12] “… mil dólares semanales compran a mucha gente”. Claro, dinero de los años sesenta. Agee. Pag.181
[13] Wise. En Borosage, Marks. Pag. 23
[14] William Blum. The CIA: A Forgotten History. Zed Books. New Jersey. 1986. Pag.181
[15] El Secretario de Defensa Robert McNamara, lo reconocería ante una comisión de su propio congreso. Blum. Pag.220
[16] Agee. Pag.47
[17] Wise. En Borosage, Marks. Pag.25, 26.
[18] Wise. En Borosage, Marks. Pag.25.
[19] Weiner. Pag.98
[20] Weiner. Pag. 101
[21] Weiner. Pag. 103
[22] Weiner. Pag. 103