«Aunque yo, un norteamericano, deteste decirlo, la actual política
exterior de Estados Unidos es agresiva, temeraria, beligerante y
entrometida. Aprueba la desestabilización y el derrocamiento de
gobiernos, el asesinato de líderes, la destrucción de industrias e
infraestructuras, el respaldo a golpes de estado militares,
escuadrones de la muerte, el tráfico de drogas y el imperialismo, bajo
disfraz de humanitarismo. Respalda a gobiernos corruptos y tiránicos,
e impone sanciones y embargos brutales que traen como consecuencia la
desavenencia, el conflicto, el terrorismo y el odio hacia Estados
Unidos».

Así lo reconoce Laurence M. Vance, investigador y escritor de
orientación evangélica, director del Instituto Francis Wayland de
Alabama y asociado al Instituto Ludwig Von Mises de académicos
austriacos en su libro titulado «La Guerra, el Imperio y los
Militares: Ensayos sobre las insensateces de la Guerra y la Política
Exterior de los Estados Unidos».
Vance destaca que las revelaciones de WikiLeaks han arrojado luz sobre
la naturaleza tenebrosa de la política exterior de Estados Unidos y el
«severo tratamiento de Washington hacia sus oponentes y aliados por
igual».

Para dar solución a tan graves anomalías en la política exterior de su
país, el autor propone implementar cuatro puntos de vista: 1) los de
los padres fundadores de la nación, 2) el castrense, 3) el
congresional y 4) el libertario. Es decir, desarrollar una política
exterior jeffersoniana; adoptar la enmienda para la paz del Mayor
General Smedley Butler; acatar las recomendaciones de Ron Paul, y
todo esto hacerlo dentro del marco libertario del filósofo Murray
Rothbard.

Thomas Jefferson, primer Secretario de Estado y tercer Presidente de
Estados Unidos, (aunque propugnó la anexión de Cuba) abogó, según
Vance, por una política exterior de paz, comercio y honesta amistad
con todas las naciones, basada en los principios de que 1) ninguna
nación tiene derecho a emitir juicios sobre otra; 2) ningún país debe
inmiscuirse en los asuntos internos de otro; 3) se favorezca el libre
comercio con todas las naciones, y 4) como nación neutral, EEUU
observe, en todo lo relacionado con la guerra, una imparcialidad
concreta respecto a las partes en pugna.

El Mayor General Smedley Butler, autor del conocido libro «La Guerra
es un Fraude», fue quien promovió una ‘Enmienda para la Paz’ llamada a
garantizar a las mujeres norteamericanas de que sus seres amados nunca
serían enviados al extranjero para morir innecesariamente en guerras
europeas, asiáticas o africanas que no son de la incumbencia de
Estados Unidos.

Butler planteó prohibir la movilización de miembros de las fuerzas
armadas terrestres fuera de los límites continentales de Estados
Unidos y la zona del Canal de Panamá; prohibir a navíos de la Marina
de Estados Unidos o de las otras ramas de las fuerzas armadas navegar
en aguas a más de 500 millas de las costas propias; prohibir a las
aeronaves del ejército, marina y el cuerpo de Marines volar a más de
setecientos cincuenta millas de las costas de Estados Unidos.
Varios meses antes de la invasión de Irak, el congresista republicano
Ron Paul, según Vance la única voz jeffersoniana en el Congreso,
delineó como elementos para una política exterior de paz prescindir de
intromisiones en los asuntos internos de otros países sin importar los
muchos intereses particulares que así lo demanden y evitar alianzas
complejas en la ONU, el FMI, el Banco Mundial y la Organización
Mundial de Comercio.

La política exterior por la que aboga Paul rechaza el uso de la
violencia contra otros, a menos que uno sea atacado y propugna la
autodeterminación, la autodefensa y evitar la confrontación aun cuando
se disienta con la forma en que otros países resuelven sus asuntos.
Significa -plantea Paul- que debemos preocuparnos de nuestros propios
asuntos y no debemos dejarnos influenciar por quienes pretendan
manipular al país para que se involucre en conflictos en los que no
tiene nada que ver ni se relacionan con la seguridad nacional.
La referencia al filósofo político y teórico libertario Murray
Rothbard obedece a que éste plantea que Estados Unidos debía retirarse
al interior de sus fronteras y mantener una política global de
aislamiento político y neutralidad, retirar sus tropas de todas
partes, desmantelar sus bases y extinguir la CIA.

También -sostiene Vance- debe darse por concluida toda ayuda exterior,
que no es más que una artimaña para imponer a los contribuyentes
norteamericanos el subsidio a los gobiernos extranjeros que se someten
a Washington con el pretexto de «ayudar a los hambrientos del mundo».
Es tiempo ya de que el policía del mundo, el espía universal, el
guardia de la seguridad global y promotor a la democracia por la
fuerza de las armas, anuncie su jubilación.