Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada

Mucha tinta se ha desparramado sobre la guerra del gas que infligió Rusia a la Unión Europea (UE) a través de Ucrania, por donde pasa 60 por ciento de las exportaciones gaseras de Moscú al viejo continente, de las cuales la tercera parte son destinadas a Alemania.

La misma Ucrania en sus nuevos tres conspicuos componentes –la parte occidental eurófila, la parte oriental rusófila y la exquisitamente sensible península de Crimea, que busca incorporarse a Rusia– depende del 60% de su importación del aún insuperable gas estatal ruso. Ucrania posee 39 millones de millones (trillones en anglosajón) de pies cúbicos en reservas de gas natural que aún no explota: ¡la cuarta parte de las reservas probadas mundiales!

Chevron –la omnipotente trasnacional estadunidense asesorada por la ex asesora de Seguridad Nacional del ex presidente Baby Bush que se despachó con la cuchara grande en el “México neoliberal itamita”– firmó con el fallido trapecista y saltimbanqui, el defenestrado presidente Viktor Yanukovich, un acuerdo por 10 mil millones de dólares para explotar el polémico shale gas (esquisto/lutita/grisú). Según los analistas, el problema radica en que la mayor parte de las reservas de shale gas se encuentran en la parte oriental rusófila de Ucrania.

Al unísono de su exquisita ubicación geoestratégica, la gran riqueza de las dos Ucranias y Crimea lleva a la colisión de los respectivos intereses de EEUU/OTAN/UE frente a Rusia, lo cual se manifiesta sensiblemente con los granos/cereales y el gas natural: en sus múltiples facetas de tránsito, importación desde Rusia y su futura explotación del shale gas por Chevron, Shell y Exxon Mobil. Un aspecto que no ha sido abordado lo constituye la primera guerra de granos del siglo XXI que se escenifica en Ucrania: tercera potencia exportadora de granos detrás de Estados Unidos y Argentina.

Se pudiera aducir que se escenifican otras guerras de los granos y cereales en forma subrepticia tanto en Sudán como en Argentina. Sudán, el otrora país más extenso y granero legendario de África, ha sido balcanizado en dos pedazos con la emergencia de Sudán del Sur, pletórico en petróleo, lo cual ha favorecido la agenda de Estados Unidos e Israel, de lo que poco se publicita a escala mundial.

Argentina –potencia de granos/cereales desde inicios del siglo XX– sufre una brutal guerra multidimensional, específicamente, en su muy vulnerable sector financiero que controla la dupla anglosajona (Estados Unidos y Gran Bretaña), que tiene en la mira a la Patagonia: el máximo granero sudamericano, además de ser su principal zona de reservas de petróleo y gas. Uno de los aspectos que se encuentran detrás de la exquisita ubicación estratégica de la península de Crimea radica en sus puertos, desde donde Ucrania, uno de los máximos productores de maíz y trigo del mundo, exporta sus granos y cereales, que le reditúan una sustancial parte de su PIB.

Según cifras del gobierno ucraniano (what ever that means), más del 50% de la economía de Crimea depende de la producción de alimentos y de sus industrias de distribución. El procesamiento de alimentos constituye un importante segmento de la economía de Ucrania y uno de cada cuatro trabajadores está empleado en la agricultura o en la silvicultura. Ucrania representa el granero de Rusia y de Europa debido a su negro suelo fértil (chernozem) y a sus pletóricas cosechas de granos (trigo, cebada, centeno, avena, girasol, remolacha, etcétera).

Según el World fact book de la CIA, Ucrania producía 25% de las exportaciones agrícolas de la ex URSS, mientras que en el presente exporta una sustancial cantidad de granos, lo cual se reflejó en el disparo de su cotización durante la delicada crisis del cambio de régimen fondomonetarista en Kiev y la respuesta rusa en Crimea. Las exportaciones agrícolas de Ucrania están dirigidas en 20% a Rusia, 17% a la UE, 7% a China, 6% a Turquía y 4% a Estados Unidos.

The Financial Times (Canasta de promesas en Ucrania, 17/12/12) rememora que “se libraron guerras entre Rusia, Polonia y el imperio otomano para controlar el valioso chernozem de Ucrania. En 2011, Ucrania tuvo una cosecha récord de 57 millones de toneladas, por lo que las adecuadas inversiones y la tecnología moderna de agricultura podría duplicar su producción de granos en la próxima década, según el BERD (Banco de Reconstrucción y Desarrollo de Europa).

Varias de las seis trasnacionales del cártel anglosajón que controlan los granos y cereales –entre ellas Cargill, ADM y Bunge, al unísono de las procesadoras Nestlé y Kraft– han invertido miles de millones de dólares en la pasada década en Ucrania debido a su enorme potencial agrícola. También hacen cola en el chernozem las temibles Monsanto y DuPont Pioneer. Hoy Ucrania obtiene 12 mil millones de dólares de sus exportaciones de granos/cereales y parte de su controvertida asociación mercantil con la UE, lo cual supuestamente detonó la crisis gubernamental en Kiev, versa sobre las exportaciones de granos/cereales al Medio Oriente y África, donde la crisis alimentaria fue el detonador de las revoluciones árabes.

El fundamental atractivo de Ucrania para su incrustación al mercantilismo europeo contempla(ba) su entronización como la canasta de pan y carne de Europa mediante una mayor laxitud para la renta y/o compraventa de sus terrenos fértiles. Anna Vidot considera que la escalada en Ucrania puede tener un impacto significativo en los mercados globales de granos ya que la región del Mar Negro es una de las más importantes encrucijadas de producción y exportación de granos: Ucrania sola produce la misma cantidad de trigo que Australia. La escalada en Crimea llevó al alza del petróleo, el oro y los granos (un 40%).

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos estima que Ucrania abastece 16% del total global de maíz y trigo, cuyo mayor transporte pasa por el exquisitamente súper estratégico puerto de Sebastopol (Crimea), sede de la flota rusa en el Mar Negro. Sin contar las abundantes reservas marítimas de gas natural en la parte de Crimea en el Mar Negro, lo real es que la balcanización de facto de las dos Ucranias y Crimea conlleva como corolario la fractura catastral también de sus reservas de shale gas y de sus granos/cereales. Los cruces geopolíticos de los hidrocarburos con los granos/cereales suelen ser trágicos.