Ollantay Itzamná

 

El pueblo indígena Maya Chortí, en la actualidad se encuentra asentado en Guatemala (zona oriental) y en Honduras (zona occidental). En el lado hondureño, este milenario pueblo maya cuenta con una población de más de 30 mil indígenas afiliados al Consejo Nacional Indígena Maya Chortí de Honduras (CONIMCHH, creado en 1994), distribuidos en 82 comunidades. Están asentados en 5 municipios del Departamento de Copán y en 2, del Departamento de Ocotepeque, ambos fronterizos con Guatemala.

Origen del pueblo Maya Chortí

Para el siglo XVI, en lo que actualmente se conoce como Mesoamérica, los invasores españoles encontraron varias civilizaciones nativas en interacción en diferentes magnitudes. Una de esas fue la civilización Maya que abarcaba parte del sur del actual de México, Guatemala y parte del occidente de Honduras. El cura cronista Domingo Juarros, describe que los Maya Chortí, encabezados por el “cacique” chortí Copán Galel, resistieron militarmente, en las proximidades del actual Santuario Arqueológico de Copán, a la presencia española.

El legado de las grandezas de esta civilización se puede sentir en la infinita e inefable arquitectura lítica que dejaron los mayas desde México, pasando por Guatemala, hasta Honduras. La máxima expresión de la intelectualidad y espiritualidad maya se encuentra en el imponente Santuario Arqueológico de Copán, Honduras, en cuyas escalinatas se conserva la biblioteca más grande escrita en piedra en Abya Yala.

Las investigaciones arqueológicas y antropológicas coinciden en que los chortís, que se establecieron en las proximidades del legendario Santuario Maya de Copán, son producto de la convivencia intercultural entre la civilización Maya y el pueblo Chol (MOSQUERA, 1982). El pueblo Chortí, no sólo es maya culturalmente, sino también genética y territorialmente. Aunque, en la actualidad, fruto del recargado y permanente shock colonial (por más de cinco siglos), este pueblo no siempre es consciente de sus raíces milenarias.

En la Colonia española, esclavos. En la República, jornaleros sin tierra

Para la segunda mitad del siglo XVI, la Colonia española prácticamente había reducido a los chortís a decenas de familia refugiados en las partes altas de las montañas. Los europeos, al no encontrar oro en el lugar diezmaron a la población maya chortí con trabajo de esclavitud y traslados forzosos a las incipientes minas del nororiente de Honduras (la Ley de Indias, de 1542, no ayudó mucho). Pero, la causa más letal que aniquiló a la población chortí, al igual que a otros pueblos indígenas, fue las enfermedades contagiosas que la “civilización” europea traía consigo.

Durante la República la situación del pueblo Maya Chortí empeoró. Las pocas tierras que cultivaban para su subsistencia fueron entregadas por el Estado a terratenientes mestizos. Especialmente durante la “Revolución Liberal” (siglo XIX). Así, el Estado hondureño convirtió a los sobrevivientes chortís del desastre de la Colonia en jornaleros semi esclavos sin tierra. La consecuencia fue que las y los chortís fueron empobrecidos económica y socioculturalmente (despojados de su cultura). El despojo y la ignorancia oficial, durante el siglo XIX, llegó a tal grado que el actual Santuario Arqueológico Maya de Copán fue entregado al inquieto Cónsul de los EEUU, John Lloyd Stephens, por la módica suma de 50 dólares (D’ANS, 2009).

Durante buena parte del siglo XX, el Estado hondureño se negó a aceptar como parte de sus ciudadanos a las empobrecidas familias chortís, sin tierra, que habitaban (como colonos de las haciendas) dentro de Honduras. Recién, en 1996, producto de la presión internacional, Honduras reconoce como sujetos jurídicos a la organización chortí bajo la denominación de CONIMCHH, y prometió dotación de tierras, escuelas, servicios básicos, etc.

Y, a casi dos décadas de aquella promesa estatal firmada, las familias chortís continúan empobrecidas (cerca del 95% de este pueblo indígena subsiste por debajo de la línea de pobreza extrema), sin tierras, analfabetas, y con más del 90% de sus niños menores de 5 años de edad con desnutrición crónica.

La organización chortí no pudo emprender el proceso de la reconstitución de su identidad porque CONIMCHH se convirtió en una ONG de sus dirigentes. Además, el Estado la fragmentó con la dotación de una personería jurídica paralela.

La Pintada, una comunidad que sobrevive sin agua y sin tierra

Esta comunidad está ubicada a 15 minutos en carro de la ciudad de Copán Ruinas (lugar donde se encuentra el Santuario Arqueológico Maya), cuesta arriba, cruzando el mítico río Copán. El espacio físico de la comunidad apenas ajusta para las viviendas de las cerca de 70 familias chortís asentadas, quienes cultivan maíz y frijol en tierras alquiladas, en los municipios aledaños.

Esta tierra donde conviven los chortís, ancestralmente les perteneció. Durante la época republicana hacendados mestizos se apoderaron de dichas tierras con la venia del Estado. Luego, a finales del siglo pasado, con dinero de la cooperación internacional, el Estado compró dicha tierra (inutilizada) al “propietario” y la entregó a la CONIMCHH. Pero, el sitio ya no era habitable. Las nacientes de agua están secas. La comunidad (con la ayuda de ONGs) tiene instalada el sistema de agua entubada, pero sin agua. Simplemente el agua se marchó junto con los bosques (destruidos).

Desde esta comunidad se divisa la fértil vega del legendario río Copán, pero dichas tierras productivas se encuentran en manos de empresarios guatemaltecos que incluso traen consigo jornaleros de Guatemala.

Desde sus casas los chortís observan el Santuario Arqueológico Maya, frecuentado por cientos de miles de turistas extranjeros (cuyo boleto de ingreso no es menor de 30 dólares por persona), pero ellos y ellas saben por experiencia que a dicho sitio arqueológico nunca podrán ingresar por el alto costo.

El mayor logro que alcanzó CONIMCHH, en sus negociaciones con el Gobierno de Honduras, con relación al Santuario de Copán, fue haber conseguido dos puestos laborales en el área de limpieza y seguridad para sus altos dirigentes nacionales (de forma rotatoria) en dicho Santuario.

Los chortís de La Pintada, al igual que de las otras comunidades, compiten entre sí para ir a trabajar a las fincas vecinas, como jornaleros, a cambio de 100 Lps diarios (5 dólares), sin comida. El frijol y maíz que producen es para consumo familiar y para pagar el alquiler del terreno (1000 Lps. por manzana). Cuando ellos bajan a vender el frijol a los intermediarios ladinos, éstos les pagan 5 Lps. la libra. Pero, en las pulperías, el mismo frijol cuesta 10 Lps. la libra. Y cuando se les acaba el frijol, los chortís salen a las pulperías a comprar el frijol que vendieron, pero al doble del precio. Lo mismo ocurre con el maíz.

Esta es la dolorosa realidad de un pueblo milenario, cuyas raíces datan de más de 6 mil años de historia. Un pueblo folclorizado por la insipiente industria del turismo nacional, manipulado por políticos y ONGs para “cosechar” el financiamiento de la cooperación internacional. Un pueblo genéticamente maya, pero culturalmente más ladino que maya. Un pueblo con un presente adverso y un futuro con pronóstico reservado. Una realidad donde cada instante de vida es prácticamente un acto de fe.