Carlos Rivero Collado
 
Dennis Kucinich acusa al gobierno de Estados Unidos de ser el máximo responsable de lo que sucedió y sigue sucediendo en Ucrania y Crimea. Este lunes, 10 de marzo, se cumplen los aniversarios de dos grandes crímenes perpetrados por el Imperio, uno en Japón, en 1945, otro en Cuba, en 1952.

EL DRAMA DE UCRANIA 

Insisto en que el Imperio está tan empeñado en dominar al mundo, del que no sabe una sola palabra, que nos puede conducir a una guerra nuclear apocalíptica. Ya no se conforma con todos los crímenes perpetrados en el mundo entero en su larga historia terrorista –entre ellos el del Once de Septiembre, en el que asesinó a su propio pueblo–, ni con haber violado cientos de veces las leyes y los tratados internacionales, ni con haber invadido a sangre y fuego a decenas de países, algunos de los cuales aún mantiene ocupados. No, no se conforma con todo eso. Ahora quiere a Rusia.

No creo una palabra de nada de lo que ha dicho y sigue diciendo la prensa mundial capitalista sobre Ucrania. Acepto, por el contrario, lo que publica la prensa de Rusia, reflejada en el sitioweb Russia Today, por lo racional, serio  y verídico de sus informaciones. Lo que más me ha llamado la atención son dos informaciones aparecidas en RT en las últimas horas. Las reproduzco:

EX-CANDIDATO PRESIDENCIAL ACUSA AL IMPERIO DE PROVOCAR LA CRISIS DE UCRANIA

intromisión estadounidense en los asuntos de Ucrania fue ante todo lo que provocó la lamentable situación actual en ese país. Lo que buscaban las autoridades de los países occidentales era aprovecharse de los problemas existentes en Ucrania.

El autor de estas revelaciones es Dennis Kucinich, un célebre político del Estado de Ohio y        precandidato del Partido Demócrata a la Presidencia de EE.UU., quien fue derrotado en las elecciones primarias por John Kerry en el 2004 y por Barack Obama en el 2008. En una entrevista televisada por el canal Fox News, Kucinich afirmó que si él estuviera a la cabeza de la política estadounidense, nunca enviaría a los agentes de la USAID o la Fundación Nacional para la Democracia, remunerados a cuenta de los contribuyentes de EE.UU., a derrocar a un gobierno electo en Ucrania. Algo «que hicieron ellos», agregó el político en referencia a los dirigentes del gobierno de Obama. 
  
–«No trataría de forzar a la gente en Ucrania para que negocien con la OTAN en contra de sus propios intereses o que traten con la Unión Europea, lo que contradice a su interés económico», adelantó. Ahora a los estadounidenses, sostiene Kucinich, les debe preocupar el destino del pueblo ucraniano, «porque ahora mismo abusan de ellos». El FMI quiere aprovecharse mediante un nuevo programa de austeridad, mientras que la OTAN busca convertirlos en un «escalón de entrada a Rusia». En diciembre pasado y posteriormente, en febrero, Kucinich advirtió en el periódico ‘Huffington Post’ que el ‘caballo de Troya‘ enviado por la OTAN ya estaba «galopando hacia la primavera ucraniana«. El acuerdo de asociación con la Unión Europea, que el presidente Víktor Yanukóvich se negó a firmar era, en opinión de Kucinich, un punto obligado en el camino hacia la integración forzada en el bloque militar. 

(Nota: Dennis John Kucinich es uno de los políticos más valientes y honestos de Estados Unidos y, ciertamente, el más antiimperialista. Fue congresista federal por Ohio de 1996 al 2013. Siendo estudiante en la Universidad de Cleveland, en los años 60, condenó la guerra de Vietnam y, en general, desde entonces, se ha opuesto a todas las agresiones perpetradas por el Imperio en el mundo: Grenada, Líbano, Panamá, Yugoslavia, Afganistán, Pakistán, Irak, Libia, Siria y muchas otras. En el 2002, planteó en el Congreso la destitución del genocida George W. Bush. Ha apoyado a Hugo Chávez y a otros gobernantes revolucionarios y populistas de América Latina. Ha elogiado muchas veces la gran labor humanitaria de los médicos y maestros revolucionarios cubanos en el mundo. Diré algo más de este patriota estadounidense en mis próximos artículos)

UNA FILTRACIóN CONFIRMA QUE LA OPOSICIóN CONTRATó A LOS ASESINOS DE KIEV

Filtran un diálogo entre el ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, Urmas Paet, y la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton, que confirma que los francotiradores de Kiev fueron contratados por la oposición.

Funcionarios del Servicio de Seguridad ucranianos  interceptaron una  conversación telefónica en la que los políticos intercambiaban sus impresiones sobre los recientes acontecimientos en Ucrania

Cuando abordaron el uso de la fuerza durante las protestas, Paet ofreció información que confirma los rumores de que los francotiradores fueron contratados por los propios líderes de Maidán. 
 
Es preocupante el hecho de que la nueva coalición no quiera investigar el asunto y ahora se hace más evidente que detrás de los francotiradores hay personas de la nueva coalición, y no Yanukóvich.  

Según el ministro de Estonia, las pruebas que le mostraron evidencian el hecho de que tanto los manifestantes como los agentes de la policía fueron asesinados por los mismos francotiradores.  «Es preocupante el hecho de que la nueva coalición no quiera investigar el asunto y ahora se hace más evidente que detrás de los francotiradores no estaba  Yanukóvich, sino que había personas de la nueva coalición», agregó. A continuación, el político estonio señaló que se trata de un «factor muy irritante». «Desacredita a la nueva coalición desde el principio», aseguró. 
  
Paet mencionó que, según tiene entendido, los políticos que formaron parte del autoproclamado gobierno no gozan de confianza. «Representantes de la sociedad civil afirman todos tienen un pasado oscuro», indicó.RT se puso en contacto con la portavoz de la alta representante de la Unión Europea, Maja Kocijancic, para aclarar los hechos. Sin embargo, Kocijancic se limitó a contestar: «no haremos comentarios sobre la conversación filtrada», dando entender que es un diálogo auténtico.  Por su parte, Paet, confirmó la autenticidad de la grabación. El Ministro explicó a la agencia rusa RIA-Novosti que se sentía «decepcionado» por que la llamada hubiera sido interceptada y aseguró que «no es una coincidencia» que esta conversación haya sido difundida en Internet precisamente este miércoles. 
 
El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso afirmó sentirse sorprendido por la negativa de la Unión Europea a hacer comentarios sobre la polémica grabación. 
 
La llamada se produjo después que el canciller estonio visitara Kiev el pasado 25 de febrero, justo cuando en la ciudad se producían fuertes enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad ucranianas (hasta aquí las informaciones de RT).  
 

Dejemos, por ahora, lo de Ucrania y vayamos a la historia, maestra de la vida y testigo de los tiempos:

LA OBRA MAESTRA DEL IMPERIO TERRORISTA

Jamás se ha producido un crimen mayor al que el Imperio perpetró aquel 10 de  marzo de 1945, hace este lunes 69 años, en el Barrio Obrero de Tokío. No fue una acción de guerra, pues el cuartel general del Primer Ejército Japonés, el más importante del país, y el Palacio Imperial, en el que se encontraba Hirohito, no fueron impactados ni por una simple bala, a pesar de que se encontraban a pocos kilómetros.

Fue, en el más estricto sentido del concepto, un atentado terrorista, el peor, el más cobarde, el más infame, el más monstruoso que recuerda la violentísima historia de la especie humana, peor, por el total de muertes en un solo día, que la barbarie de Hiroshima.

A principios de marzo de aquel año 1945, los aviadores de guerra del Imperio ya habían asesinado, en las principales ciudades de Japón, a más de dos millones de civiles inocentes, o sea no combatientes. La venganza había sido en extremo desproporcional a la ofensa, ya que en el ataque a Pearl Harbor habían muerto militares que se hallaban en los barcos destruidos o personas que trabajaban en las bases naval y aérea, no millones de niños, mujeres y ancianos … en sus hogares, escuelas, guarderías, asilos, centros de trabajo, parques, hospitales, ciudades abiertas.

LA VÍCTIMA SUPREMA

Al igual que en todos los otros bombardeos, el objetivo del de aquel 10 de marzo, no fue destruir fortalezas ni concentraciones de tropas ni puestos de mando; sino asesinar en el menor tiempo posible a la mayor cantidad de niños, mujeres y ancianos para sembrar el más absoluto terror en la población civil. En este caso, a la que vivía en el Barrio Obrero de Tokío, un perímetro de 24 kilómetros cuadrados, seis de largo por cuatro de ancho. En esta área vivían un millón doscientos seres humanos. No eran soldados ni funcionarios del gobierno ni gente importante: eran obreros o familiares de obreros que vivían en casas humildes y padecían el fugaz terror de la guerra y el perenne terror de la pobreza.

Había aquel día en el Barrio Obrero muy pocos hombres adultos porque el servicio militar obligatorio era ya para todos los hombres de 16 a 62 años inclusive, y los soldados no estaban en las ciudades, sino en los cuarteles y las trincheras de las costas. Por lo que, del 1.2 millones de seres humanos que se hallaban en el barrio aquel día, más del 90% eran niños menores de 16 años, viejos mayores de 62 y mujeres de todas las edades. Las casas eran de madera.

A doce kilómetros, se hallaba el Cuartel General del Primer Ejército Japonés, protegido por treinta mil soldados y cientos de altos oficiales. A siete kilómetros, estaba el Palacio Imperial, en el que aquella noche se encontraba Hirohito.

La barbarie comenzó a las 10 y media de la noche del día 9 y concluyó un poco antes de las cinco de la mañana del día 10.

330 superfortalezas B-29 perpetraron la monstruosa masacre ultraterrorista. La primera oleada estaba formada por doce aviones Pathfinders que crearon un círculo de fuego alrededor del barrio obrero para que los cientos de aviones que llegarian después lanzaran sus bombas dentro del área señalada. Media hora después, decenas de aviones tanques lanzaron miles de galones de gasolina. Entonces llegaron los B-29 que lanzaron 1,665 toneladas de bombas incendiarias, entre ellas las M-18 y las M-69, éstas expandían el fuego a 35 metros del punto de explosión. Cuatro escuadrones aéreos tuvieron la misión de volar a muy baja altura para ametrallar a las pobres gentes que trataban de escapar del gran anillo de fuego.

LA MISIÓN ÚNICA

La misión del Imperio terrorista era  asesinar, asesinar, asesinar, asesinar, asesinar, asesinar, asesinar, asesinar, asesinar. asesinar, asesinar con calor, asesinar con candela, asesinar con humo, asesinar con bombas, asesinar con balas, supremamente asesinar… y no soldados, sino niños, mujeres y hombres viejos.

Avivado aun más el incendio por los llamados vientos de cuaresma, de unos 40 kilómetros por hora, el barrio obrero se convirtió en una inmensa hoguera, en el fuego más asesino que haya existido, con temperaturas de hasta 1,800 grados Farenheit. El incendio se podía ver a 240 kilómetros de distancia.

Los pilotos terroristas vomitaban por el intenso olor a carne humana quemada: ellos eran los terroristas menores porque los grandes terroristas –los que no sólo no hicieron nada para evitar la guerra, sino que la provocaron– estaban, a buen resguardo de la lejana candela, en la Casa Blanca, el Pentágono y Wall Street… o asoleándose en Palm Beach, arrullados por la exquisita eufonía de las olas de espuma al llegar, lentamente, a la orilla.

Si, como efecto de una fantasía que estuviese más allá del tiempo y el espacio, Esquilo, Sófocles y Eurípides, los tres grandes trágicos de la Grecia genial hubiesen visto aquel soberbio drama, no se habrían atrevido a narrarlo.

Por la mañana, 270,000 pobres viviendas estaban reducidas a cenizas y, sobre ellas o a su alrededor, yacían más de 100,000 cadáveres carbonizados como los que se ven en la foto que encabeza este artículo. Más de 30,000 personas murieron unas horas después o en los días siguientes. Más de 300,000 sufrieron quemaduras, muchas de ellas graves. 900,000 perdieron su hogar. Del total de muertos, más de 60,000 eran niños.

¿FUE BATISTA EL AUTOR REAL DEL 10 DE MARZO CUBANO?

Por ahí, perdidos en la inextricable maleza de mis papeles y libros, acumulados en sesenta y dos años de estudio incesante, hay muchos apuntes que tomé de los frecuentes diálogos que, ya en el destierro de Miami, sostuve con mi padre –Andrés Rivero Agüero– sobre el Golpe de Estado de 1952.

Mi padre sostuvo una relación politica muy estrecha con Fulgencio Batista desde el año 1929, cuando éste era sólo un soldado. Se conocieron en un tren que iba rumbo a Oriente adonde iban a pasar las vacaciones de verano, Batista a Banes, mi padre a Santiago.

Muchas personas creen que mi padre fue ”un producto de Batista”, que todas las altas posiciones que ocupó fueron concedidas, como una gracia o un favor personal, por su amigo Batista, o sea que mi padre no era nadie y Batista lo hizo, incluyendo su elección como Presidente de la República, el 3 de noviembre de 1958, cargo del que no pudo tomar posesión por el triunfo de la Revolución.

Esa historia es muy distinta, porque si no hubiera sido por mi padre, Batista no habría llegado a nada en política, y con esto, sin quererlo, tal vez le esté haciendo una grave crítica a mi padre, a pesar de lo mucho que lo quise y lo recuerdo con inmenso cariño porque fue un hombre de grandes virtudes personales, aunque también de errores políticos, que pudieran resumirse a un solo nombre: Batista.

UNA ESTRECHA AMISTAD

En 1929, mi padre tenía 24 años y cursaba primer año de Derecho en la Universidad de La Habana porque había sido muy pobre de niño y vivía en una zona rural en la que no había escuelas. Por ello, había terminado su primera enseñanza a los 19 años y la segunda a los 24.

Dos años después, comenzó a trabajar como “pasante” –auxiliar de trabajos legales– en el bufete de Carlos Manuel de la Cruz, un prominente abogado que fue una de las figuras políticas más importantes del país en la década de los 30. Fue mi padre quien, siendo ya Batista sargento-taquígrafo, lo introdujo en el círculo de los dirigentes políticos que frecuentaba aquel bufete, entre ellos varios de los que después formarían parte de la Pentarquía, un gobierno colegiado de cinco miembros que tomaría el poder después del levantamiento militar del 4 de septiembre contra un gobernante impuesto por el Imperio.

A través de mi padre, en ese bufete, Batista se relacionó, sobre todo, con el famoso periodista Sergio Carbó, quien quedó a cargo de los ministerios de Guerra, Marina, Gobernación y Comunicaciones de la Pentarquía.

Fue, precisamente, Carbó quien, usando las prerrogativas de sus cargos, nombró a Batista jefe del ejército y lo puso al frente de aquel levantamiento de las clases militares contra la oficialidad y el presidente Céspedes, a pesar de que otros habían dirigido la asonada militar, sobre todo el sargento Pablo Rodríguez. No teniendo tropas bajo su mando, Batista no podía dirigir aquel levantamiento a no ser que Carbó, con la anuencia de los otros miembros del gobierno en ciernes, o sea la Pentarquía, lo situara al frente del mismo.

Esa larga relación convirtió a mi padre en el más cercano colaborador y consejero de Batista por muchos años y ésta era la posición que tenía en el verano de 1951, cuando, a raíz de la muerte del líder Eduardo Chibás, se comenzó a planear el Golpe de Estado contra el presidente Carlos Prío Socarras que se perpetraría, el 10 de marzo de 1952.

Cuando aquello mi padre iba a Cuquine, la finca-residencia de Batista, dos o tres veces a la semana, y a partir de principios de enero del 52, todos los días y muchas veces se quedaba a dormir allá para seguir reunido con Batista.

EL IMPERIO DE LA IGNORANCIA

Esto fue lo que, en síntesis, me dijo mi padre sobre el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952:

1-, Batista sabía que iba a perder las elecciones presidenciales de junio de 1952, pero, asimismo, estaba convencido que así ganaran “ortodoxos” o “auténticos”, los partidos mayoritarios del país, se iba a producir una guerra entre esos dos grupos políticos y que, pasado el cuatrenio 1952-56, el pueblo iba a estar tan cansado de la violencia política –que había estado presente, también, en los gobiernos del 44 al 52–, que lo iba a ver a él como el candidato de la paz y a elegirlo presidente.

2-. Cuando Chibás, jefe del Partido Ortodoxo y seguro candidato a Presidente en 1952 –hubiera ganado aquellas elecciones por amplísima mayoría–, se dio el tiro aquella noche del 5 de agosto de 1951, mi padre y Batista estaban haciendo campaña política en la ciudad de Pinar del Río. Era de noche y Batista se estaba afeitando. Mi padre se le acercó y le dio la noticia. Batista exclamó:

–¡Que no se muera… que no se muera!

Mi padre no entendió en aquel momento el significado real de aquella expresión. Unos meses después se dio cuenta que si Chibas hubiese vivido, Batista no hubiera podido dar el golpe de Estado y, sobre todo, que ya desde antes de aquel día había agentes del gobierno de Estados Unidos que lo estaban presionando para que tomara el poder por la fuerza, pero sabían que con Chibás vivo no era posible porque era tanta su popularidad que el pueblo se hubiera lanzado a la calle y hubiese fracasado el golpe o habría habido cientos o miles de muertos, en cuyo caso el fracaso hubiera sido mucho mayor.

3-. A la sazón había varios altos oficiales del ejército que querían derrocar a Prío Socarrás y trataban que Batista se pusiera al frente del golpe, pero nada se había acordado al respecto.

4-. Muerto Chibás, los agentes del Imperio arreciaron sus presiones para que Batista diera el golpe. Con esa extrema ignorancia que los dirigentes de Estados Unidos han tenido siempre sobre los demás países y muchas veces sobre el suyo mismo, creían que, de triunfar Roberto Agramonte, el heredero de Chibás que estaba al frente en todas las encuestas políticas, Cuba sería declarada república socialista dependiente de la Unión Soviética… ¡como si eso hubiera sido tan fácil!

5-. Por supuesto que había que ser excesivamente estúpido para creer que eso podía hacerlo un gobernante que fuese producto de una elección multipartidista en la Cuba de 1952, un país penetrado hasta las entrañas por el capitalismo yanqui, cuyas exportaciones e importaciones dependían, casi en su totalidad, de Estados Unidos, con unas fuerzas armadas proimperialistas que eran dirigidas por una oficialidad ignorante y retrógrada y, además, con una burguesía que veía en Estados Unidos el olimpo, el nirvana, el paraíso. Eso nada más que podía hacerlo una Revolución dirigida por héroes que tuvieran un gran apoyo popular y un conocimiento adecuado de la relación de fuerzas entre los dos gigantes de la Guerra Fría: el Imperio y la Unión Soviética… y que estuviesen dispuestos a morir y a matar por la causa. Ni Chibás ni Agramonte ni Hevia ni Marinello ni Prío ni Grau ni Núñez Portuondo ni ningún otro líder político de aquella época podía ni siquiera soñar con hacer nada de eso. Eso sólo pudo hacerlo Fidel.

6-. A partir de noviembre de 1951, Batista empezó a reunirse en la biblioteca de Cuquine con agentes del gobierno de Truman.  

7-, Batista le dijo a mi padre que el Departamento de Estado de Washington consideraba que el triunfo de los ortodoxos era el triunfo de los comunistas, y que él tenía que evitarlo ocupando el poder por la fuerza. Sabiendo que eso no era cierto, mi padre arreció su esfuerzo personal para disuadir a Batista del Golpe de Estado, consejo que, en principio, Batista aceptó.

8-. A mediados de febrero, Batista le confió a mi padre, finalmente, que el Departamento de Estado y la CIA consideraban una “traición a la democracia y la libertad” que se permitiera “el triunfo de los comunistas disfrazados de ortodoxos” y que si no consumaba el golpe militar, el gobierno de Estados Unidos iba a tomar contra él varias represalias, entre ellas la confiscación de su edificio en la Quinta Avenida y la Calle 42, de Nueva York, y su cuenta bancaria en el First National City Bank de la propia ciudad. Lo amenazaron, además, con solicitar su deportación a Estados Unidos para procesarlo por ciertas transacciones ilegales que había hecho en la compra del edificio de Nueva York que no debió ser adquirido por él porque ya había sido declarado en bancarrota unas semanas antes –esa compra ilícita había sido tramitada por el abogado de Meyer Lansky, un mafioso que era muy amigo de Batista (en la segunda parte de la pelicula El Padrino, Lansky fue representado por el actor Lee Strasberg, con el nombre de Hyman Roth) En octubre de 1952, Batista dejaba de ser senador de la república y, al perder su inmunidad parlamentaria, podía ser deportado. Sobre todo si los ortodoxos estaban ya, entonces, en el poder.

9-. Mi padre siguió insistiendo con Batista que no diera ese paso y cada vez que lo hacía, él le daba la misma respuesta: “No tengo otra salida, Andrés, no tengo otra salida”.

10-. Batista cambió los destinos de Cuba, entrando a las 2 y 32 de la madrugada por la Posta 4 del campamento militar de Columbia, cuartel general del ejército, en un automóvil manejado por el capitán Luis Robaina. El capitán Dámaso Sogo, oficial de día, les dio la orden a los soldados para que lo dejaran entrar. Un rato después, la soldadesca lo aclamaba en el cuartel. Era el inicio de un nuevo régimen que llevaría al país a la guerra civil y a la Revolución.

EL CRANCASO

Aquella mañana del golpe, el influyente periodista Luis Ortega Sierra fue a Columbia a cubrir para el diario Prensa Libre un hecho que, por muy repulsivo que fuese para él, no dejaba de ser histórico.

Lo que sigue no me lo contó mi padre, sino que lo escribió el propio Ortega en un artículo que publicó en El Diario-La Prensa, de Nueva York, con motivo de la muerte de mi padre, el 8 de noviembre de 1996:

Al poco rato, Ortega se encontró en Columbia con mi padre, de quien era buen amigo. En ese momento llegaban al campamento dos agregados militares de Estados Unidos a darle a Batista el tácito reconocimiento del Imperio al golpe militar. Mi padre se acercó a Ortega, señaló con discreción a los militares yanquis y, mordiendo con furia el tabaco, como hacía cada vez que algo le disgustaba, masculló:

–Esos carajos fueron los que le dieron el crancaso. 

El crancaso de esos carajos ocasionó miles de muertes.

Japón, Cuba y Ucrania, tres tragedias, un culpable, el Imperio