Raúl E. Rodríguez
Por si al proceso político argentino le faltara algo, la presidenta encontró a un Jefe de Estado (El Vaticano) de origen argentino (Jorge Bergoglio) quien le brindó con un almuerzo privado de 3horas 40 minutos el respaldo político más importante desde la derrota electoral del 27 de octubre de 2013, momento a partir del cual los poderes económicos desplegaron un arsenal de maniobras destinadas a degradar, desestabilizar y zozobrar al gobierno conducido por Cristina Fernández.
Francisco se ha convertido en un año en la mayor fuerza moral, religiosa y simbólica del occidente y por ser nativo de Argentina y Sudamérica, el único apoyo «potable» que los poderes económicos de los Estados Unidos pueden utilizar para que la gobernabilidad se mantenga sin que se produzcan estallidos sociales que deriven en un cambio de gobierno anticipado por las fuerzas opositoras político-económico-mediáticas que responden a los halcones de la Casa Blanca, avidos de derrocar gobierno latinoamericanos como en Honduras, Paraguay (logrados) o Venezuela, Bolivia, Ecuador o hasta Brasil.
Francisco se convirtió así en una «tabla de salvación» (o al menos eso cree el gobierno del G-7) para que el barco del mercado argentino de la flamante cuenca petrolera de «Vaca Muerta», los yacimientos de oro, uranio o potasio y los millones de toneladas de granos continuen pasando por las empresas norteamericanas e inglesas que junto a los supermercados, empresas alimenticias, farmacéuticas y salud, automotrices, servicios básicos, bancos, servicios financieros y educativos continuen facturando miles de millones de dólares en un país rico pero con población pobre de acuerdo al potencial de país medianamente desarrollado pero extremadamente dependiente de la tecnología que se importa desde el Norte y de la que Cristina Kirchner no ha querido romper lazos a pesar del relato supuestamente liberador que ha esbozado hasta morder el polvo del fracaso político electoral más contundente de los últimos 10 años.
El retroceso ideológico de la vanguardia kirchnerista tuvo como principal causa la ausencia física de Néstor Kirchner y las luchas internas por el vacio de liderazgo que Cristina no lo logró mantener a pesar de los esfuerzos por parecer la heredera política de Néstor, su socio político. La población en general y buena parte de los dirigentes políticos del partido gobernante y aliados, se han diferenciado del gobierno luego del fallecimiento del ex presidente. La debilidad del gobierno fue aprovechada por la nueva derecha peronista encarnada por el intendente de Tigre, Sergio Massa, por afuera del justicialismo; y por Daniel Scioli, por dentro del kirchnerismo, un aliado necesario no deseado por los ultrakirchneristas, que ven en el gobernador de Buenos Aires a una ficha del poder dentro de sus propias filas y al que muy probablemente deban entregarle la presidencia en 2015, para poder sobrevivir como espacio político reisidual antes de su extinción política.
Francisco es el Salvador de una Patria en decadencia política, moral, cultural, educacional, judicial, policial, sanitaria, mediática, en que el capitalismo kirchnerista hundio a buena parte de la población en un mar de ilusiones desechas por la inflación y la falta de seguridad personal que socava las bases del gobierno más extenso de los últimos 100 años.
