El complot está en marcha. La derecha fascista dio el primer paso al rechazar la mediación de Unasur en la actual crisis venezolana, deslegitimizando de esta forma a los países latinoamericanos y poniendo sus ojos hacia los EE UU. La justificación es, por si misma absurda y paradójica: cuestionan a UNASUR por considerarlo no es adecuado para abordar asuntos de violaciones de derechos humanos, mientras buscan el apoyo del Amo Imperial quien –realmente-, es el principal violador de los derechos humanos en su país y en el mundo.
Fue el mañoso Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la MUD, quien insistió en la búsqueda de un mediador más “objetivo” para mediar entre el gobierno de Maduro y la derecha. En ese mismo sentido se pronunciaron el diputado de Proyecto Venezuela, Carlos Berrizbeitia, y Alfredo Romero, director de la ONG Foro Penal Venezolano.
Con la argumentación hipócrita de que la ONU interceda en el diálogo, mediante la presencia representantes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la derecha busca dar un papel más protagónico a EE UU y sus aliados internacionales en el manejo de los problemas internos venezolanos.
Por supuesto, el presidente Nicolás Maduro no cayó en la trampa que ya se cocinaba en USA por parte de la ultraderecha anti bolivariana en el Congreso norteamericano. Fue claro al decir que la derecha trata de buscar cómplices externos para manipular el diálogo por la paz.
Varios fueron los indicios y señales del nuevo complot. En primer lugar, la secretaria de Estado Adjunta para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, mantuvo la misma posición de abierta hipocresía, al decir que en Venezuela se debe resolver internamente por sus ciudadanos la actual “crisis política” –desconociendo que no existe tal, sino una andanada fascista y desestabilizadora-, pero con una mediación internacional. Su declaración ante la VOA fue precisa: amenazar a Venezuela con sanciones. Al respecto, declaró: «Estados Unidos no descarta ninguna posibilidad de ejecutar sanciones en el futuro, pero soy enfática en descartar cualquier posibilidad de intervención militar». ¿Será creíble esta posición cuando se sabe que EE UU está inmiscuida en una guerra sucia contra el gobierno de maduro, financiando y poyando logísticamente a los grupos violentos de la derecha, así como tratando de deslegitimizar al actual gobierno venezolano?
Roberta Jacobson criticó las recientes acciones del gobierno contra los principales promotores de la guerra sucia en Venezuela, como María Corina Machado y Leopoldo López, poniendo en duda la legitimidad de las mismas. Es parte del complot para satanizar a Maduro.
Mientras tanto, dentro del Congreso norteamericano, las principales fichas de la ultraderecha cubano americana pusieron en marcha todo tipo de presiones para viciar la política estadounidense hacia Venezuela. El republicano Marco Rubio usó el Senado para pedir acciones concretas por parte de la Casa Blanca contra la patria bolivariana. No dudó en declarar que los supuestos “atropellos” provocados por la GNB constituyen un bochorno “en nuestro propio hemisferio, delante de nuestras narices y es una vergüenza que el liderazgo de nuestro gobierno no haya hecho hasta ahora más”.
Marco Rubio cuestionó duramente la política de Obama, calificándola de débil y exigiendo sanciones duras contra Maduro. A la par, descompuestamente, criticó a la OEA por su raquitismo hacia Venezuela. Si no lo hace Obama, lo haremos nosotros, fue el mensaje puesto sobre la mesa.
Otro de sus socios de corruptelas, conspiraciones y enfermizo odio, el demócrata, Robert (Bob) Menéndez, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, esgrimió los mismos manidos argumentos anti bolivarianos. Clamó por condenar a Maduro por parte de los jefes de estado de América y el Mundo, promoviendo una condena internacional y futuras acciones de aislamiento y soluciones tipo Ucrania, Siria y Libia.
El complot fue urdido junto a miembros de la derecha venezolana, los que se reunieron con otros miembros de la mafia cubano americana en el Congreso, como Mario Díaz Balart e Ileana Ros Lehtinen. Tal como lo había hecho anteriormente María Corina Machado, esta vez tomaron la batuta del circo los escuálidos Alfredo Jimeno, concejal de Chacao, y Pedro Vásquez, representante del partido Voluntad Popular.
Lo que ocultaron los medios de prensa fueron los encuentros de MCM y estos señores con representantes de los servicios de inteligencia norteamericanos y el planeamiento de acciones desestabilizadoras contra el gobierno de Maduro, estableciendo sucios y oscuros compromisos para pasar de una guerra de baja intensidad al golpe descarado y abierto.
Dentro de estas operaciones negras están el empleo de ex militares radicados en Miami, Panamá, Perú y otras naciones, con la finalidad de usarlos para minar las filas de las FANB y la GNB, e implicarlas en planes golpistas en marcha. Asimismo, los representantes de la CIA se comprometieron a ofrecer más ayuda encubierta a los implicados en planes violentos en Venezuela.
El intento de minar la unidad cívico-militar mediante la amenaza a los funcionarios públicos venezolanos fue clara y precisa. La Loba Feroz lo dijo con claridad: «Nuestro objetivo es sancionar a las personas que están violando los derechos humanos, no es un embargo, no es una sanción en contra del país, ni de todo el pueblo. La oposición está unida en que el sistema actual de Venezuela es un desastre, que están violando los derechos humanos diariamente de los venezolanos, que no se acepta disidencia, y que quieren este cambio, que quieren ayuda de Estados Unidos.”
Mientras hacía estas amenazas que no asustan a los heroicos seguidores del legado de Chávez, María Corina montaba su circo y usaba a la propia VOA para sobredimensionar a su figura dentro de la oposición. Manipulando la realidad trató de victimizarse en la entrevista al aducir que era fruto de amenazas y persecuciones. No obstante, con aires de dudosa guapetona, declaró que mantendría su activa oposición a Maduro, siguiendo el libreto que le habían dado en USA, con vistas a usarla como provocadora de turno.
Lo cierto es que UNASUR cumplió su rol en el país, escuchando a todos los sectores de opinión del país, incluida la oposición, y las recomendaciones fueron enviadas al presidente de la república, Nicolás Maduro, quien ahora tendrá la tarea de conciliar objetivamente sus políticas sin ceder un ápice en los avances de la Revolución Bolivariana. Mientras tanto, unos pocos fascistas optan por la violencia, ejecutan actos fascistas y conspiran tras bambalinas.
EE UU juega su ya conocido acto de doble moral: dice aprobar el diálogo, mientras prepara operaciones encubiertas para derrocar a Maduro y darle un golpe traicionero al chavismo, mediante la división, la guerra sicológica y las sanciones económicas.